Los Reyes Felipe VI y Letizia iniciaron ayer su primera visita de Estado a la República Popular China, un viaje que arrancó con la llegada al Aeropuerto Internacional de Chengdú el 10 de noviembre y que se extenderá hasta el 13, con agenda oficial en Chengdú y Pekín.
Esta visita, la primera de tan alto nivel desde la protagonizada por Juan Carlos I y Sofía en 2007, culmina el 20 aniversario de la Asociación Estratégica Integral entre España y China, establecida en 2005 durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.
El programa incluye encuentros con el líder chino Xi Jinping y su esposa Peng Liyuan, una ceremonia de bienvenida en el Gran Palacio del Pueblo el 12 de noviembre, cena de gala, foro empresarial y firma de acuerdos en sectores como agroalimentación, cultura y ciencias del mar.
Acompañan a los monarcas los ministros José Manuel Albares (Exteriores) y Carlos Cuerpo (Economía), junto a empresarios como Antonio Garamendi (CEOE).
Oficialmente, el viaje busca «reforzar los lazos políticos, económicos y culturales» y equilibrar una balanza comercial deficitaria para España, con importaciones chinas que superan ampliamente las exportaciones.
Sin embargo, el acercamiento del Gobierno de Pedro Sánchez al régimen del Partido Comunista Chino (PCCh) genera crecientes interrogantes sobre riesgos para la seguridad nacional, la soberanía tecnológica y la alineación con aliados europeos y estadounidenses.
El caso Huawei

Uno de los puntos más controvertidos es la relación con Huawei, el gigante tecnológico chino señalado por Bruselas y Washington como «proveedor de alto riesgo» por posibles vínculos con el espionaje del PCCh.
A diferencia de otros países de la UE, como Alemania o Suecia, España no ha aprobado una lista oficial de proveedores de riesgo, lo que ha permitido a la compañía de telecomunicaciones avanzar en el mercado español.
Telefónica renovó en diciembre de 2024 (vigente hasta 2030) el contrato clave para el núcleo 5G residencial con Huawei, confiando el «centro inteligente» que gobierna el tráfico de más de 15 millones de líneas Movistar.
Vodafone, por su parte, sigue profundizando su vínculo con Huawei y está negociando con la compañía china la adjudicación de su centro de control, acción que MasOrange ha concretado en marzo de este año.
En julio, el Ministerio del Interior adjudicó contratos por más de 12 millones de euros a Huawei para almacenar escuchas judiciales en servidores OceanStor 6800 V5.
En este marco, el Comité de Inteligencia del Congreso de EE. UU. alertó que España «está jugando con fuego» y amenazó con comprometer el intercambio de información de inteligencia si no veta completamente a Huawei.
Los senadores Tom Cotton y Rick Crawford advirtieron que, mientras España no tome medidas, «el Gobierno estadounidense debe asegurarse de que cualquier información compartida con el Gobierno español esté redactada de modo que no se comparta con el PCCh información que no debería».
Ante la presión de Washington, que fijó el 31 de agosto como plazo límite, el Gobierno canceló en agosto un contrato para renovar la red de fibra óptica RedIRIS —usada por Defensa y universidades—.
Sin embargo, no sólo Huawei sino decenas de empresas chinas siguen operando en sectores estratégicos de España.
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Alerta sobre riesgos
El periodista José Antonio Zarzalejos ha calificado la visita de «polémica» e «innecesaria», argumentando que Sánchez toma decisiones «con desprecio a la preservación de la imagen y la integridad de la Corona».
David Alandete, exdirector de El País y corresponsal para varios medios españoles en la Casa Blanca, alertó días atrás en el Congreso español sobre Huawei: «No es un riesgo solo tecnológico, sino también de fiabilidad dentro de la OTAN».
«El irresponsable de Sánchez está jugando con fuego y poniendo en grave riesgo la seguridad nacional de España», ha acusado la portavoz del PP, Cuca Gamarra, sobre el avance de Huawei en España.
«El coqueteo del gobierno de Pedro Sánchez con China resulta difícil de entender. Cualquier ventaja económica que España pueda obtener de ese acercamiento queda mediatizada por la realidad de que pertenecemos al bloque arancelario de la Unión Europea y por el coste considerable de separarse del núcleo central de Europa», señaló recientemente en una columna Jesús Fernández-Villaverde, catedrático en Economía de la Universidad de Pennsylvania y miembro del NBER y CEPR.
Un patrón de acercamiento bajo Sánchez

Desde 2023, Sánchez ha visitado China tres veces, firmando acuerdos que facilitan exportaciones pero aumentan la dependencia.
En su última visita en abril, se rubricaron siete protocolos, incluyendo porcino y cerezas.
Ahora, la visita real prevé nuevos pactos en agroalimentación y cultura, en un contexto de guerra arancelaria Trump-Xi.
Mientras la UE ve a China como «socio, competidor y rival sistémico», España parece priorizar lo comercial sobre lo estratégico. Muestra de esto es el Plan de Acción 2025-2028, anunciado por Moncloa, que reafirma el apoyo mutuo a la «soberanía» y profundiza el «diálogo político».
Esta visita real, enmarcada en una intensa actividad bilateral —visitas de Sánchez, Albares y hasta José Luis Rodríguez Zapatero como lobista—, ilustra cómo el Gobierno socialista profundiza lazos con Pekín ignorando alertas crecientes de sus históricos aliados. De esta forma, España camina por una cuerda floja que podría tensar relaciones transatlánticas y europeas, priorizando acuerdos inmediatos sobre precauciones a largo plazo que protejan nuestra soberanía y la seguridad nacional.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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