Aulas en crisis: La batalla por salvar la enseñanza religiosa

La LOMLOE reduce horas, debilita su validez y desafía la libertad educativa de las familias. ¿Sobrevivirá la religión en las aulas?

Por Miguel Díaz
28 de agosto de 2025 21:34 Actualizado: 28 de agosto de 2025 21:51

En el sistema educativo español, la asignatura de Religión ha sido durante décadas un pilar en la formación integral de los estudiantes. Está arraigada en el artículo 27.3 de la Constitución Española de 1978, que reconoce el derecho de los padres a elegir la formación religiosa y moral de sus hijos. Además, se basa en los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, que establecen su oferta obligatoria en los centros educativos.

Sin embargo, la entrada en vigor de la Ley Orgánica 3/2020 (LOMLOE) ha generado un debate intenso sobre su lugar en las aulas, con críticas que apuntan a una reducción progresiva de su presencia y un aparente incumplimiento de la legislación vigente.

Tanto los datos duros como el testimonio de expertos en la materia muestran cómo las modificaciones introducidas por la LOMLOE han afectado la enseñanza de la religión católica; especialmente en términos de horas lectivas, validez académica y alternativas educativas.

Con las clases a punto de comenzar, este asunto cobra urgencia para padres y docentes que ven peligrar un componente esencial de la educación. De agudizarse esta situación, ¿sobrevivirá la asignatura «Religión»?

Cifras que alarman

Los números reflejan una tendencia alarmante.

Según datos de la Conferencia Episcopal Española, solo el 56 % de los alumnos2,9 millones de niños— optaron por cursar religión católica, una caída significativa desde el 62 % registrado en 2019 y mucho más inquetante si retrocedemos al curso 2004-2005, donde el porcentaje de alumnos matriculados en todo el país era de casi el 80 %.

Además, esta disminución se acentúa en la escuela pública, donde la matriculación hoy se encuentra en el 43 %, frente al 87 % en la red concertada y privada, donde predomina la influencia católica.

Bajo asedio

Imagen ilustrativa. (_Alicja_/Pixabay)

La LOMLOE, vigente desde el curso 2020-2021, reafirma en su disposición adicional segunda la oferta obligatoria de religión, pero introduce cambios que han sido cuestionados.

Uno de los puntos más controvertidos es la eliminación de la materia alternativa «Valores Éticos», sustituida por una vaga «Atención Educativa» sin currículo definido ni validez académica. Todo ello a pesar de la sentencia del Tribunal Constitucional 31/2018, que reafirmaba que las opciones entre Religión o Valores eran plenamente constitucionales.

«La LOMLOE introduce el concepto de ‘atención educativa’ para quienes no cursan religión, pero esta no tiene efectos académicos, lo que obstaculiza el derecho de las familias reconocido en el artículo 27.3 de la Constitución», apunta Ángela Melero Camarero, presidente de la CONCAPA (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos), en una entrevista con The Epoch Times España.

En el mismo sentido se han pronunciado desde la Comisión Episcopal. «La LOMLOE ha debilitado la presencia de la asignatura al suprimir la materia alternativa y al recortar los efectos de su evaluación, ignorando la relevancia educativa de la integración escolar de la diversidad religiosa», señala en diálogo con este medio Antonio Roura Javier, director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura.

Desde el ámbito político, Óscar Clavell, portavoz de Educación del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, sostiene que depende de cada CCAA y el centro donde se imparte esta “atención educativa”. Sin embargo, en una respuesta solicitada por The Epoch Times España, reconoce que «el sistema educativo necesita un modelo de evaluación que identifique la situación del mismo».

La batalla por las horas de Religión

Por otro lado, la reglamentación de la LOMLOE en lo que refiere a enseñanza religiosa establece un mínimo nacional (1 hora), permitiendo a las CCAA ampliarlo (hasta 2 horas o más). Esto ha generado que la carga horaria varíe drásticamente según las comunidades autónomas: mientras Madrid y Andalucía mantienen dos horas semanales, otras como Cataluña y Castilla-La Mancha la reducen a una.

«La actual organización política ha generado una situación de desigualdad educativa entre los diferentes territorios, ya que la formación religiosa varía según la comunidad autónoma», señalan desde ProERE, un grupo de católicos expertos en derecho eclesiástico, en una conversación con este medio.

El diputado Clavell del PP reconoce que «ha habido una tendencia en varias comunidades autónomas a reducir las horas lectivas de la asignatura de Religión en los últimos años, especialmente tras la aplicación de la LOMLOE».

Sin embargo, matiza que «no todas las CCAA han reducido al mínimo, otras decidieron mantenerlas o incrementarlas».


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«La reducción de horas de Religión y la caída en la matriculación no son casualidad, ni tampoco un simple ajuste pedagógico. Son fruto de una estrategia política perfectamente diseñada para arrinconar la dimensión religiosa en la escuela», afirma en una entrevista con The Epoch Times España Alfonso J. Galdón, presidente del partido Valores.

El proyecto de Ley Orgánica de Garantía de la Libertad Educativa y de la Enseñanza de la Religión Católica, impulsado por Galdón, busca revertir esta tendencia al establecer un mínimo de 2 horas semanales en Primaria y ESO y 1 hora en Bachillerato. La formación emergente planea remitir esta iniciativa a partidos como PP, Vox, PNV, Coalición Canaria y Diputados Católicos catalanes para su impulso inmediato.

«La asignatura de Religión da luz al corazón e ilumina las realidades de la vida de nuestros alumnos y alumnas, que tanto lo están necesitando», explica por su parte Alejandro Romero, profesor de Religión en los institutos de Tudela de Duero y de La Cistérniga de Valladolid.

Verónica Fernández Espinosa, directora del Centro de Educación en Virtudes y Valores, en una entrevista con The Epoch Times España, sintetiza que «la asignatura de religión, bien planteada, puede constituir un espacio privilegiado para la educación en virtudes, ofreciendo un marco de sentido que ayuda a los alumnos a integrar lo que aprenden en su vida cotidiana».

Aula en jaque: La lucha por la equidad

La pérdida de validez académica de la asignatura es otro punto de fricción.

Desde 2020, la nota de religión no computa para la media de Bachillerato ni para becas o acceso a la universidad, una medida que Galdón califica como «discriminación».

Propone «restituir la plena equiparación académica de la asignatura, haciendo que la nota cuente para media y becas», una de las cinco medidas de su proyecto de ley.

Esto afecta también al profesorado.

El sindicato CSIF ha denunciado condiciones laborales precarias, con contratos temporales y sueldos inferiores a los de otros docentes.

«No se puede seguir relegando este colectivo ni menospreciando su labor», afirmaron en un comunicado sobre la reciente decisión del Ministerio de Educación de no realizar más contrataciones de sustitución para el profesorado de Religión en lo que queda de curso escolar.

Para el diputado Clavell (PP), la importancia que cada CCAA le asigna a la asignatura Religión «puede medirse por el número de las horas lectivas, pero también por otros indicadores, como es el proyecto educativo propio del centro, por la situación de los docentes de religión y por el contenido de los currículos de la asignatura».

Familias en pie de guerra

Imagen ilustrativa. (Syeda_Saira/Pixabay)

Las familias, representadas por CONCAPA, ven en la reducción de horas un ataque a la formación integral.

«Reducir estas horas relega la asignatura a un segundo plano, privando al alumnado de conocer la dimensión trascendente que aporta coherencia, conocimiento y pensamiento crítico», lamenta Melero Camarero.

ProERE, por su parte, insiste en la legalidad, citando el Acuerdo internacional entre España y la Santa Sede que exige condiciones equiparables a otras disciplinas fundamentales, un principio que claramente no se cumple.

Sin embargo, el Ministerio de Educación defiende la secularización como garantía de neutralidad, aunque sin ofrecer datos concretos sobre la efectividad de la alternativa «atención educativa».


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El futuro en jaque: ¿Sobrevivirá la religión?

El futuro de la asignatura de religión en España sigue siendo incierto.

La disparidad entre comunidades autónomas, la falta de una alternativa académica sólida y la percepción de discriminación académica y laboral dibujan un panorama fragmentado.

Mientras organizaciones como la Conferencia Episcopal Española impulsan campañas como «Apúntale a Reli» y el partido Valores presenta su proyecto de ley, el debate trasciende lo educativo para tocar cuestiones de identidad, libertad y cohesión social.

Desde el PP, Clavell cree que hace falta «una regulación clara y precisa sobre la oferta de esta asignatura y su alternativa que dé cumplimiento efectivo al Tratado de la Santa Sede con el estado español en materia de educación».

Si se materializa este llamado, las aulas españolas podrían hallar en el diálogo entre familias e instituciones un equilibrio educativo renovado, especialmente porque la enseñanza de la religión evidentemente resulta fundamental para inculcar valores a los niños.

Es que hay una realidad insoslayable, que va más allá de la creencia individual de cada joven: los valores cristianos —como la compasión, la honestidad, la piedad filial y la fe en Dios— han forjado la brújula moral de Occidente, moldeando su ética y cultura a lo largo de los siglos, y siguen siendo un legado vivo que merece preservarse en la educación.

Así al menos lo ve Verónica Fernández Espinosa del Centro de Educación en Virtudes y Valores: «La educación no puede limitarse a la mera transmisión de conocimientos técnicos o competencias instrumentales. Necesita también abrir a los niños y jóvenes a la dimensión trascendente de la vida, y la asignatura de religión, junto con un enfoque transversal de educación en virtudes, ofrece precisamente ese horizonte de sentido que permite a los estudiantes no solo aprender a ‘hacer’, sino a ‘ser’ y a vivir de manera plena y responsable en comunidad».

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