Autismo: Un trastorno del neurodesarrollo que no tiene por qué ser de por vida

En algunos casos, los niños superan su diagnóstico con el tiempo

Por Marina Zhang
30 de octubre de 2025 20:33 Actualizado: 30 de octubre de 2025 20:36

Primera parte de «El enigma del autismo»

A pesar de su prevalencia y de la atención pública que recibe, el autismo sigue siendo en gran medida un enigma. Esta serie reunirá las piezas: qué es, qué lo causa y qué podría aliviarlo o incluso curarlo.

A diferencia de la depresión o la ansiedad, el autismo no se clasifica como una enfermedad mental, sino como un trastorno del neurodesarrollo.

Esta distinción marca diferencias en el tratamiento y en el potencial de mejora respecto a otras afecciones psiquiátricas.

«En el autismo, los menores pueden pasar de presentar un retraso significativo del desarrollo, según las pruebas, a funcionar dentro del rango considerado normal», declaró a The Epoch Times el Dr. Fred Volkmar, profesor emérito de la Facultad de Medicina de Yale, especializado en psiquiatría infantil, pediatría y psicología.

Un trastorno del neurodesarrollo

Los trastornos del neurodesarrollo son afecciones que suelen manifestarse en la primera infancia y dificultan el desarrollo típico.

La expresión «trastornos del neurodesarrollo» se emplea a menudo como sinónimo de «trastornos de inicio temprano», afirmó Volkmar. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es otro ejemplo conocido.

El autismo suele aparecer entre el primer y el tercer año de vida. No obstante, los niños con síntomas más leves con frecuencia reciben el diagnóstico varios años después.

Los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, pueden surgir en cualquier momento de la vida.

Tener una discapacidad del neurodesarrollo aumenta el riesgo de desarrollar trastornos mentales con la edad; entre el 40 y el 50 % de las personas autistas experimentan depresión y ansiedad, respectivamente, en algún momento de su vida.

Las personas con trastornos del neurodesarrollo presentan dificultades para aprender y para desempeñar tareas sociales, cognitivas o físicas.

En el caso del autismo, el principal obstáculo es la interacción social; los síntomas suelen aparecer entre los seis y los veinticuatro meses de edad.

«En el desarrollo típico, el interés social y la atención a otras personas son características esenciales», explicó a The Epoch Times la psicóloga Deborah Fein, de la Universidad de Connecticut, especializada en la comprensión y el tratamiento de los trastornos del espectro autista.

Las personas con autismo suelen tener dificultades para interpretar las señales sociales y para mantener conversaciones y relaciones. Además, algunos niños presentan retrasos en el lenguaje y problemas de articulación.

Otra característica definitoria es la escasa flexibilidad ante los cambios, que se traduce en comportamientos repetitivos y rutinas rígidas.

¿Qué causa estas dificultades?

Una combinación de factores

Se asume, por lo general, que todos los trastornos del neurodesarrollo tienen una base cerebral.

Las primeras investigaciones de la década de 1970 sugirieron que los niños con autismo presentaban patrones distintivos en el electroencefalograma (EEG), lo que respaldaba la hipótesis de un origen en alteraciones de la función cerebral. Posteriormente, estudios post mortem mostraron diferencias en estructuras cerebrales entre personas con autismo y personas con desarrollo típico.

En esos mismos años, los estudios con gemelos empezaron a evidenciar un fuerte componente genético.

Si un gemelo idéntico tiene autismo, la probabilidad de que el otro también lo tenga se sitúa entre el 60 % y el 90 %, frente a entre el 5 % y el 40 % en los gemelos no idénticos (mellizos).

Los gemelos idénticos (univitelinos) tienen más probabilidades que los gemelos no idénticos (bivitelinos) de desarrollar autismo. The Epoch Times

El autismo no se debe a un solo gen. Se estima que entre 500 y 1000 genes podrían estar asociados con el trastorno. Hasta un 10 % de los niños diagnosticados con trastorno del espectro autista presenta, además, un síndrome conocido como el síndrome de Down o la parálisis cerebral. En el 90 % restante, más de la mitad tendría una base genética, mientras que alrededor del 40 % sigue sin explicación.

Los casos sin explicar podrían vincularse a afecciones metabólicas, como la disfunción mitocondrial. Entre los factores ambientales se citan complicaciones durante el embarazo y, en el periodo posnatal, la escasez de vínculos sociales, las infecciones en la primera infancia y la exposición a sustancias químicas, que también podrían aumentar el riesgo.

En conjunto, el autismo parece resultar de una combinación de factores genéticos, ambientales y neurológicos. «Así que se podría decir que es un “trastorno del desarrollo neurogenético”», afirmó Volkmar.

Aun así, la teoría predominante sostiene que el autismo tiene un fuerte componente genético y, en consecuencia, durante mucho tiempo se ha considerado una condición de carácter permanente.

Sin embargo, no siempre es así.

Superar el autismo

Algunos niños pueden experimentar progresos significativos, especialmente con una intervención conductual antes de los tres años de edad. Según Volkmar, un pequeño porcentaje puede dejar de cumplir los criterios diagnósticos.

«Existen estudios sobre niños que superan el autismo», señaló Volkmar. «Técnicamente, ya no cumplen los criterios para el diagnóstico de autismo, pero a menudo todavía presentan síntomas residuales».

El cerebro alcanza su mayor neuroplasticidad en los tres primeros años de vida y, con entrenamiento para afrontar las dificultades sociales, un niño puede llegar a funcionar socialmente y dejar de ser considerado autista, afirmó Fein.

Los estudios sugieren que aproximadamente el 10 % de los niños con autismo puede dejar de cumplir los criterios diagnósticos en la edad adulta.

Fein ha constatado que ciertos rasgos tempranos predicen mejor el éxito del tratamiento: cociente intelectual más alto, mayores habilidades lingüísticas y capacidad para el juego de imitación, combinados con diagnóstico e intervención tempranos.

Conviene destacar que estos niños presentan un desarrollo cognitivo normal y, por tanto, una forma más leve que el autismo profundo, el tipo más grave. Este aspecto se abordará con más detalle en la siguiente entrega.

El tratamiento más común para el autismo es el Análisis Conductual Aplicado (ABA, por sus siglas en inglés), una terapia que enseña habilidades sociales —como mantener el contacto visual y expresar deseos de forma verbal—. Se considera el estándar de referencia.

Ahora bien, los niños que dejan de cumplir los criterios diagnósticos no necesariamente presentan después un desarrollo típico.

Fein ha observado que muchos de ellos desarrollan más adelante otros problemas, como dificultades de atención o un TDAH.

Una posible explicación, según Fein, es que las dificultades de atención son un componente relevante del autismo aunque no figuren entre los criterios diagnósticos. Cuando el niño mejora sus habilidades sociales y sale del espectro, esos problemas de atención y concentración afloran con más claridad y pueden apuntar a un TDAH.

En un estudio posterior de neuroimagen, Fein y sus colegas observaron que los adultos que habían perdido el diagnóstico mostraban patrones cerebrales más similares a los de quienes lo conservaron que a los de personas con desarrollo típico.

Los niños que perdieron su diagnóstico también mostraron patrones de actividad cerebral específicos, ausentes en otros grupos, lo que sugiere que sus cerebros tuvieron que formar nuevas conexiones neuronales para aprender y adaptarse.

Aun así, aunque la etiqueta de autismo ya no se aplique, los adultos que crecieron con autismo pueden conservar ciertas peculiaridades. Pueden usar un lenguaje demasiado formal para el habla cotidiana —por ejemplo, «emocionado por este nuevo fenómeno»— y, a veces, acuñar expresiones como «cables electrónicos» en lugar de «cables eléctricos». Como adultos, suelen preferir las rutinas, señaló Fein.

Como quienes crecen con un diagnóstico de autismo suelen recibir terapia conductual, también tienden a seguir las normas de etiqueta social con mayor rigor y, en consecuencia, a menudo se les percibe como más agradables que los menores con desarrollo típico, explicó Fein.

Fein ilustra esta tendencia con un diálogo de la serie de televisión Ley y orden, en el que unos detectives interrogan a una persona autista:

«Él [la persona autista] mira al detective y dice algo como: “Tengo que apartar la mirada, porque si lo miro más de dos tercios del tiempo parezco agresivo y, si lo miro menos de un tercio del tiempo, parezco evasivo”. Ha aprendido esa regla».

Además de las terapias conductuales, algunos médicos sostienen que el autismo puede abordarse según posibles causas biomédicas subyacentes, como diferencias inmunológicas, deficiencias vitamínicas o disfunción mitocondrial, entre otras.

Por ejemplo, el neurólogo Dr. Richard Frye ha descrito casos en los que algunos niños producen anticuerpos que interfieren en la absorción de nutrientes. Al restablecer esos nutrientes, se han observado mejoras en la concentración y el lenguaje, según declaró a The Epoch Times.

El Dr. Armen Nikogosian, médico internista, explicó a The Epoch Times que los niños que reciben terapias biomédicas a edades tempranas —por ejemplo, antes de los cinco años— pueden experimentar mejoras importantes en su comportamiento, mientras que los tratamientos iniciados más tarde suelen dar lugar a progresos más modestos.

El periodo crítico del desarrollo ofrece a algunos niños con autismo —a menudo considerado una discapacidad permanente— la posibilidad de lograr mejoras significativas y duraderas.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «Autism: A Neurodevelopmental Disorder that Doesn’t Have to Be Lifelong»

Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en España y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.