Conozca a los artistas que el PCCh no puede silenciar

Hungwei Sun huyó del régimen comunista chino en dos ocasiones. Hoy, en Estados Unidos, ese mismo régimen sigue intentando silenciarlo

Por Catherine Yang
10 de diciembre de 2025 15:39 Actualizado: 10 de diciembre de 2025 15:39

Nacido durante la era de la política de hijo único del Partido Comunista Chino (PCCh), Hungwei Sun sobrevivió porque su madre se negó a sacrificarlo. Años después, cuando la familia fue perseguida por su fe, lo puso a salvo, a costa de que pasara su infancia lejos de ella.

Hoy, Hungwei sigue siendo uno de los principales objetivos del PCCh, aunque por razones completamente diferentes.

Es bailarín principal de la compañía Shen Yun Performing Arts, con sede en Nueva York y considerada una referencia mundial en danza clásica china. Impulsados por la misión de «revivir 5000 años de civilización china», estos artistas revelan lo que el PCCh se empeña en borrar y comparten cada año esa herencia con casi un millón de espectadores en todo el mundo.

Represión del PCCh

Cuando Yuanzhu Zhu quedó embarazada por segunda vez, recurrió a Dios. En un templo, recibió el mensaje de que ese niño había sido bendecido, lo que reforzó su determinación de proteger la vida de su segundo hijo.

En 1979, el PCCh instituyó la política del hijo único, acompañada de severas sanciones para quienes la infringieran.

Eso suponía que, en 1995, la Sra. Zhu se habría visto obligada a abortar si las autoridades hubieran descubierto su segundo embarazo. Pero como su suegro vivía en Taiwán, la familia solicitó permiso para salir oficialmente del país con el pretexto de «visitar a familiares» y pudo viajar allí. En Taiwán, la Sra. Zhu dio a luz a Hungwei, a quien se le concedió la ciudadanía taiwanesa. Unos meses después, la familia regresó a China.

Un mural propagandístico en Guangdong, China, promueve la política del hijo único. El texto dice: «La planificación familiar es responsabilidad de todos». (Clpro2/CC BY-SA 3.0)

En mayo de 1999, la Sra. Zhu llevó a Hungwei, de cuatro años, a un seminario sobre Falun Gong. Allí, los participantes escucharon la grabación de una conferencia impartida por su fundador, el Sr. Li Hongzhi. Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, enseña tres principios —Verdad, Benevolencia y Tolerancia— y alcanzó una gran popularidad tras su introducción al público general en China en la década de 1990.

Pero apenas unos meses después de que la Sra. Zhu comenzara a practicar, el PCCh prohibió Falun Gong y lanzó una brutal campaña de persecución el 20 de julio de 1999.

Hungwei era demasiado pequeño para comprender qué era Falun Gong ni qué implicaba la persecución. Pero recuerda aquella noche de 2002, cuando su padre llevó a sus dos hijos a una habitación del piso superior, cerró la puerta y les dijo que no salieran bajo ninguna circunstancia.

La policía acudió a detener a la Sra. Zhu por practicar Falun Gong. Posteriormente fue condenada a siete años de prisión por negarse a renunciar a su fe. Cuando el padre de Hungwei volvió a abrir la puerta para enfrentarse a sus hijos, ya se habían llevado a su madre.

Una profunda tristeza se apoderó de esta familia, antaño feliz. Hungwei recuerda la angustia de su padre, que criaba solo a sus dos hijos, los comentarios rencorosos de los vecinos y que incluso en la escuela primaria se enseñaba propaganda difamatoria sobre Falun Gong.

El niño, antes juguetón y vivaz, ya no se atrevía a levantar la vista. Se preguntaba por qué le estaba sucediendo todo aquello a su familia y por qué habían arrestado a su madre, que era una buena persona.

La veía durante las visitas anuales, le decía cuánto la echaba de menos y ella siempre le prometía que volvería pronto a casa, pero pasaron siete años antes de su liberación. La Sra. Zhu podría haber salido antes en libertad si hubiera renunciado a Falun Gong y a sus principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, pero sintió que no era lo correcto.

En 2009, tras cumplir su condena, la Sra. Zhu fue liberada, pero relata que el acoso de las autoridades chinas continuó. De la noche a la mañana, la familia fue informada de que, como Hungwei era ciudadano taiwanés, ya no podía asistir a la escuela. Hasta entonces su nacionalidad nunca había sido un problema, y esta exclusión se produjo en medio de una presión incesante para que renunciaran a su fe.

Para entonces, el abuelo de Hungwei en Taiwán había fallecido, dejando a la familia sin parientes allí. Sin embargo, la Sra. Zhu estaba convencida de que la mejor oportunidad para que su hijo recibiera una educación y construyera un futuro a salvo del PCCh era mudarse a Taiwán.

Con su pasaporte taiwanés, Hungwei podía viajar sin dificultad. A la Sra. Zhu, en cambio, se le prohibió salir del país debido a su detención por negarse a renunciar a Falun Gong. Decidir enviar a Hungwei solo a Taiwán fue un salto a lo desconocido y una de las decisiones más difíciles que la familia tuvo que tomar. La comunidad de la Sra. Zhu, desde familiares hasta vecinos, la criticó abiertamente.

«Fue desgarrador», declaró la Sra. Zhu al diario The Epoch Times. «Y Hungwei [Sun] fue muy comprensivo».

«En realidad, intentaba tranquilizarme (…) pero, en los dos días previos al viaje, estaba consumido por la ansiedad y ni siquiera podía comer», recuerda.

«Me preguntó: “¿Te volveré a ver alguna vez?”. Cada vez que lo pienso, el dolor es tan intenso como el primer día; se me llenan los ojos de lágrimas», continuó la Sra. Zhu, con la voz cargada de emoción. «Le dije: “Sí, nos veremos muy pronto en Taiwán”… aunque no teníamos ni idea de si realmente podríamos volver a vernos».

Apenas seis meses después de que madre e hijo se reencontraran, estaban a punto de separarse de nuevo. Aunque Hungwei nació en Taiwán, no lo recordaba y estaba a punto de subir a un avión por primera vez, solo, a un país que no conocía, para vivir con un amigo lejano de la familia al que nunca había visto, otro practicante de Falun Gong que lo trataría como a su propio hijo.

Descubrir una misión y un hogar

En 2010, Hungwei asistió a su primera actuación de Shen Yun.

«Recuerdo haber quedado maravillado después de la actuación. Quería formar parte de esta misión», declaró al diario The Epoch Times. Dice que no recuerda exactamente qué lo conmovió tanto, pero, además de revivir cinco milenios de civilización china en el escenario, los programas de Shen Yun incluyen una escena narrativa con practicantes de Falun Gong en China que mantienen su fe frente a la persecución del PCCh.

La persecución a Falun Gong, que de niño le impedía siquiera levantar la cabeza, se representaba ahora con orgullo en el escenario por estos artistas, algo que lo inspiró profundamente.

En aquel entonces, Hungwei nunca se había planteado dedicarse a la danza. Pero cuando la familia que lo acogió lo animó a intentar unirse a un estudio local de danza clásica china, pensó: «¿Por qué no?». Allí descubrió que la danza clásica china exige en los bailarines una expresión fuerte, valiente y masculina.

De complexión atlética, Hungwei fue aceptado, tras menos de un año de práctica, en la Academia de Artes Fei Tian de Nueva York, afiliada a Shen Yun.

«Llegar a Estados Unidos fue un punto de inflexión importante», explica. Agradecido a los practicantes de Falun Gong que lo acogieron en Taiwán y a la familia que lo crio como si fuera uno de ellos, afirma que, al unirse a Fei Tian y después a Shen Yun, encontró un espíritu de camaradería que, por primera vez, «lo hizo sentir como en casa».

Considera que esto es exactamente lo opuesto a su experiencia en China, donde corrían rumores de que era «un niño sin madre» porque la Sra. Zhu se negaba a abandonar Falun Gong.

«Aquí, todos desean sinceramente que triunfes», explica. «Al mirar atrás, me doy cuenta de cuánto cambié sin siquiera saber cuándo sucedió; me volví más abierto, más feliz».

La Sra. Zhu percibió de inmediato cuánto había cambiado su hijo en los cinco años transcurridos desde su separación. En 2014, la prohibición de viajar que se le impuso expiró y la familia pudo viajar a Estados Unidos. Vio a Hungwei en cuanto bajó del coche. No solo era alto y guapo, dice, sino que ahora se comportaba con una dignidad que la persecución religiosa orquestada por el PCCh había intentado aplastar.

La Sra. Zhu añade que el camino de Hungwei hasta convertirse en bailarín puede haberlo sorprendido, pero lo recuerda de niño, ya muy cómodo actuando, pidiéndole que lo observara cuando practicaba una proeza atlética o un movimiento que habían visto ese mismo día.

Cuando lo vio en el escenario por primera vez, «me quedé atónita al verlo bailar tan bien y me sentí muy agradecida», dice la Sra. Zhu. «Falun Gong le ha dado tanto, como él mismo dice: una misión, un propósito. Se ha convertido en la voz de quienes no pueden hablar por sí mismos, usando la danza para decir la verdad al mundo».

Espectadores asisten a un espectáculo de Shen Yun Performing Arts en el Lincoln Center de la ciudad de Nueva York, el 14 de enero de 2016. (Larry Dye/Epoch Times)

China precomunista

Hungwei lleva 13 años de gira con Shen Yun y explica que, con el tiempo, ha profundizado en su comprensión de la fe, el arte y la cultura tradicional. La estética de Shen Yun prioriza la luz y la belleza, y sus decisiones artísticas enfatizan la compasión y la dignidad humana.

«Queremos ofrecer al público espectáculos llenos de compasión y belleza y restaurar la cultura tradicional», explica. Añade: «Claro que hay dificultades, y muchas, pero sabiendo lo que ya he superado, me siento capaz de afrontarlas. La presión está ahí, pero el sentido que encuentro en lo que hago no lo convierte en una carga, sino en un honor, una fuente de gratitud».

«Yo mismo experimenté la persecución y ese ambiente en China», continúa Hungwei, «y eso refuerza aún más mi determinación de alzar la voz por quienes sufren lo que sufrió mi madre».

Los miembros de Shen Yun practican Falun Gong y muchos de ellos, o sus familiares, han sufrido persecución a manos del PCCh.

«El PCCh ha perseguido a Falun Gong, pero también al pueblo chino en su conjunto», dice Hungwei, aludiendo a décadas de terror bajo el régimen comunista y a las mentiras que este inculcó en la población sobre Falun Gong y otros temas. «También queremos exponer esta persecución continua por parte del PCCh».

Un año, Hungwei interpretó a un practicante de Falun Gong en China, perseguido por el PCCh, en una obra sobre la práctica del régimen de sustraer órganos forzosamente a presos de conciencia.

«En China, todo el mundo sabe que esto está sucediendo a gran escala», explica. «Pero fuera del país, a veces la gente desconoce la magnitud de esta persecución».

«Fue un honor para mí dar vida a esta historia, contar la verdad sobre la situación», añadió.

Los artistas de Shen Yun actúan con gran riesgo personal. La compañía presenta la «China precomunista» a través de un espectáculo de dos horas que fusiona música y danza, precisamente aquello que el PCCh ha intentado erradicar desde su llegada al poder.

A lo largo de los años, el diario The Epoch Times, otros medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos han documentado los persistentes esfuerzos del PCCh para impedir las actuaciones de Shen Yun: presión diplomática sobre teatros y gobiernos, uso de intermediarios para organizar protestas y acosar al público, y amenazas contra las familias de los artistas que permanecen en China.

La temporada pasada, teatros de todo el mundo informaron de un marcado aumento del acoso relacionado con las representaciones de Shen Yun, según varios miembros de la compañía, quienes relataron sus interacciones con el personal de los teatros. En particular, reciben de forma reiterada mensajes amenazantes, como la falsa amenaza de bomba que provocó la evacuación y el registro exhaustivo del Kennedy Center Opera House a principios de este año.

Hungwei cree que estas amenazas deben ser condenadas al más alto nivel. Aunque no han impedido que se celebren las funciones, sus autores se limitan a enviar un mensaje, mientras que los teatros y las fuerzas del orden deben desplegar considerables recursos de seguridad. En su opinión, esto es un verdadero escándalo.

Hungwei y muchos de sus colegas de Shen Yun albergan la esperanza de actuar algún día en China.

«En realidad, la mayoría venimos de China, a veces con dos o tres generaciones de diferencia, y muchos sufrimos la persecución en carne propia. Claro que queremos regresar; sigue siendo nuestra patria y queremos llevar la verdad al pueblo chino», explica. «Esperamos fervientemente que Shen Yun pueda actuar algún día en China».

El bailarín de Shen Yun, Hungwei Sun, participa en un desfile de practicantes de Falun Gong en la ciudad de Nueva York, el 20 de julio de 2025, en el que se exige el fin de los 26 años de persecución a Falun Gong por parte del Partido Comunista Chino. (Benny Zhang/The Epoch Times)

¿Qué temas de arte y cultura le gustaría que se abordaran? Puede enviar sus ideas o comentarios a features@epochtimes.nyc

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «Rencontrez les artistes que le PCC ne peut réduire au silence».

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