En los pasillos oscuros de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y en los despachos discretos de Pekín se ha gestado un modelo económico que desafía la arquitectura financiera internacional. Asfixiada por las sanciones, Venezuela ha encontrado en China un aliado estratégico para comercializar su petróleo mediante criptomonedas y canales financieros alternativos, evitando el dólar y el sistema bancario tradicional.
En el centro de este audaz experimento se encuentra una idea tan simple como disruptiva: vender petróleo sin pasar por el dólar, utilizando criptomonedas y canales financieros alternativos que escapan al radar de Occidente.
Una alianza nacida del bloqueo
Desde 2023, el régimen de Nicolás Maduro intensificó sus operaciones con intermediarios chinos, empleando redes de trading en criptomonedas para cobrar cargamentos de crudo fuera del sistema bancario tradicional.
Fuentes de inteligencia financiera consultadas por este medio confirman que las transacciones se realizan a través de plataformas asiáticas que permiten intercambios cripto–fíat en jurisdicciones donde las sanciones de Estados Unidos no tienen alcance.
Analistas coinciden en que el objetivo no es solo esquivar las sanciones, sino también cimentar una nueva arquitectura económica paralela impulsada por Pekín, basada en la digitalización del comercio energético y el debilitamiento del dólar como moneda de referencia global.
«Lo que vemos en el eje Caracas–Beijing es el ensayo de un nuevo orden financiero», explica el investigador William Pacheco R. «Las criptomonedas y las monedas digitales soberanas están empezando a competir con el dólar, y Venezuela es el campo de pruebas perfecto».
Contratos formales y operaciones estratégicas
En mayo de 2024, PDVSA firmó un contrato de participación en producción por 20 años con la empresa privada China Concord Resources Corp (CCRC), bajo el marco de la Ley Antibloqueo. Este acuerdo busca reactivar campos petroleros estratégicos del país mediante inversión extranjera y tecnología especializada.
El inicio de operaciones se registró en septiembre de 2024, cuando CCRC desplegó alrededor de 60 técnicos y un equipo de perforación chino para reabrir pozos en los campos Lago Cinco y Lagunillas Lago, ubicados en el Lago de Maracaibo, los cuales se encontraban inactivos por falta de inversión.
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En cuanto a infraestructura, en septiembre de 2025 se instaló la primera plataforma flotante china, el equipo jackup Alula, lo que permitió acelerar la rehabilitación de pozos existentes y la perforación de nuevos. Esta instalación refleja el compromiso de CCRC de modernizar la operación y aumentar la capacidad productiva de los campos.
Actualmente, la producción alcanza los 12 000 barriles por día (bpd) de crudo, una mezcla de petróleo ligero y pesado. El crudo ligero se destina a PDVSA, mientras que el pesado se exporta a China, consolidando así los lazos energéticos entre ambos países.
Con miras al futuro, CCRC planea invertir más de 1000 millones de dólares (856 millones de euros) para desarrollar un total de 500 pozos, con el objetivo de alcanzar una producción de 60 000 bpd para finales de 2026, lo que significaría un impulso significativo a la industria petrolera venezolana.
Además de CCRC, firmas como Anhui Erhuan Petroleum Group, Kerui Petroleum y Anhui Guangda Mining operan bajo el modelo de Contratos de Participación Productiva (CPP), otorgando mayor control operativo a los inversionistas privados.
Criptomonedas como puente financiero
Debido a sanciones del Departamento del Tesoro (OFAC), las transacciones tradicionales fueron limitadas, impulsando a Venezuela y China a usar criptomonedas como mecanismo de pago.
Funcionarios de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos y Actividades Conexas de Venezuela (SUNACRIP) canalizan pagos a través de billeteras vinculadas a exchanges asiáticos, mientras intermediarios privados chinos liquidan los cargamentos de crudo mediante transferencias en stablecoins y otras plataformas offshore, evitando el sistema bancario convencional y el dólar.
El uso de criptomonedas no solo permite esquivar sanciones, sino también garantiza liquidez rápida y transparencia parcial en transacciones que serían difíciles de procesar por canales tradicionales.
Exportaciones a China: el petróleo invisible
La producción de petróleo en Venezuela ha mostrado una recuperación gradual durante 2025. Según datos de PDVSA y estimaciones de agencias como Reuters, OPEC e IEA, la producción promedio alcanzó 1 130 000 bpd en septiembre, un aumento significativo desde los 1 060 000 bpd registrados a comienzos de año.
Ese mismo mes, las exportaciones se ubicaron en 1 090 000 bpd, el nivel más alto desde el año 2020. Gran parte de este crudo —alrededor del 95 % de las exportaciones totales— se dirige a China, ya sea de forma directa o indirecta.
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El sistema de exportación combina la formalidad de los contratos con operaciones opacas en alta mar: empresas privadas chinas compran el crudo pesado y realizan reasignaciones de cargueros y transbordos barco a barco para ocultar el origen, mientras que CCRC y otras firmas actúan como intermediarios confiables, con pagos finales liquidados en criptoactivos offshore.
El rol estratégico de China
Para Beijing, esta alianza cumple un triple objetivo estratégico:
Consolidar la influencia sobre el sistema energético venezolano a largo plazo.
Asegurar un suministro energético vital fuera del control del sistema del dólar.
Experimentar con finanzas digitales en el comercio energético, sentando un modelo replicable para otros países bajo sanciones.
Firmas como CCRC son cruciales, ya que las grandes estatales chinas evitan riesgos de sanciones secundarias. La combinación de infraestructura instalada y la liquidación en criptomonedas convierten a Venezuela en el laboratorio estratégico del eje Caracas–Pekín, donde petróleo y tecnología financiera convergen para sortear las restricciones de Occidente y redefinir las reglas del poder global.
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