Un documento interno del Ejército Bolivariano, al que este medio tuvo acceso, revelaría cifras que exponen una realidad inquietante: Venezuela es hoy uno de los países con mayor número de generales en relación a su tropa, superando incluso a la OTAN en proporción. Esta «inflación de generales» sería un fenómeno que se ha acentuado con el tiempo, convirtiendo a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en un aparato de control político más que en una fuerza de defensa profesional.
Según un parte de personal de 2025, el Ejército venezolano sumaría 56 850 efectivos, que incluyen oficiales, cadetes, alumnos, tropa profesional e incluso desertores aún no capturados. Actualmente contaría con 267 generales activos, lo que significa que un general equivale a apenas 213 soldados, una proporción inédita en la región que evidenciaría una estructura profundamente desequilibrada y orientada al control político más que al fortalecimiento militar.
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El desglose de estos generales revelaría que hay 3 Generales en Jefe (GJ), 21 Mayores Generales(MG), 115 Generales de División(GD), 125 Generales de Brigada (GB), a los que se suman 3 Generales de División y 3 de Brigada en condición de asimilados. Esta cúpula militar inflada contrastaría con la realidad de un ejército reducido en tropa y recursos, donde la capacidad operativa se vería limitada por la desprofesionalización y la politización.
Venezuela frente a otras fuerzas
La magnitud de esta desproporción se evidenciaría al comparar Venezuela con otras fuerzas militares. Mientras que el Ejército de Estados Unidos tiene 267 generales para 445 475 efectivos (1 general por cada 1668 soldados), Brasil cuenta con 149 generales para 212 217 efectivos (1 por cada 1424), y Colombia tiene 68 generales para 469 000 efectivos del Ejército y la Policía (1 por cada 6897). En contraste, la proporción venezolana sería hasta 32 veces mayor que la de Colombia y 7 veces superior a la de EE. UU., demostrando que la estructura de la FANB se asemeja más a una cúpula inflada políticamente que a una pirámide militar profesional.
Estrategia de control interno
El actual Comandante General del Ejército, Mayor General José Murga Baptista, y el Comandante Estratégico Operacional de la FANB, General en Jefe Domingo Hernández Lárez, intentan proyectar una imagen de fuerza numerosa y ordenada. Sin embargo, la realidad es otra. Oficiales que buscan ascender denuncian que los ascensos carecen de transparencia y no se basan en el mérito o en una plaza vacante, sino que en ocasiones se promueve a oficiales involucrados en hechos de corrupción o violaciones a los derechos humanos. El énfasis en la lealtad política por encima de la profesionalidad ha provocado una desmoralización que se evidencia en la alarmante cifra de deserción de las tropas profesionales.
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Fuentes militares consultadas para este nota coinciden en que la inflación de generales en el Ejército venezolano responde a una estrategia de control interno del régimen de Nicolás Maduro, más que al fortalecimiento institucional. Al multiplicar cargos de alto rango sin tropas reales que los respalden, el gobierno divide y neutraliza a los mandos, evitando que cualquier comandante acumule poder suficiente para desafiarlo. Cada año se promueven cientos de oficiales , en un sistema de cooptación donde la lealtad reemplaza al mérito, generando la desprofesionalización del Ejército mientras la Guardia Nacional Bolivariana gana protagonismo en el control interno.
La corrupción y la politización habrían acelerado la deserción en la tropa profesional, dejando una fuerza desmoralizada y reducida. Diversas denuncias señalan que los ascensos se compran o negocian como favores, con casos de oficiales vinculados a violaciones de derechos humanos y corrupción en PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.), reconocidos incluso en documentos oficiales de la FANB y por organizaciones como Control Ciudadano.
Un ejército dependiente de actores irregulares
Otra revelación del documento es que algunas unidades desplegadas en la frontera sobrevivirían gracias al apoyo logístico de grupos irregulares y guerrillas, que suministran cauchos, comida, papelería, aceite para vehículos y combustible, mientras el presupuesto militar sería desviado. Esta situación evidenciaría un soberanía nacional comprometida, pues el Ejército dependería de organizaciones ilegales para operar.
El régimen de Nicolás Maduro trataría de ocultar esta situación, pero los hechos y las cifras parecen demostrar un ejército inflado de generales sin tropas reales, con oficiales descontentos y subordinado a la corrupción y al control político.
Lejos de ser la «gran fuerza militar» que pregona la propaganda oficial, los documentos internos de la FANB mostrarían un ejército inflado de generales, debilitado en capacidad operativa y sometido a un esquema criminalizado.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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