El cártel de los Soles, una estructura de narcotráfico y terrorismo integrada en las fuerzas armadas del régimen de Nicolás Maduro, ha sido catalogado por Estados Unidos como una amenaza hemisférica que aumenta la tensión en el Caribe. Según Washington, su desmantelamiento es clave para frenar el flujo de drogas hacia Norteamérica.
En paralelo, un informe de inteligencia militar en poder de este medio, analiza en detalle las operaciones que podrían ejecutarse en la región caribeña, evaluando escenarios, capacidades y recursos necesarios para neutralizar a la red criminal sin provocar un conflicto abierto. El documento señala que el uso de municiones de precisión, drones y coordinación multidominio permitiría ataques quirúrgicos contra las instalaciones del cártel, sus nodos de comando y la logística del narcotráfico, reduciendo riesgos y daños colaterales.
A diferencia de conflictos tradicionales, este escenario plantea un terreno moderno de confrontación donde tecnología y estrategia superan la fuerza bruta. Mientras Maduro apuesta por prolongar un desgaste indirecto en la llamada «zona gris», Estados Unidos perfila una respuesta quirúrgica basada en inteligencia y precisión.
La evolución de la guerra: más allá de los misiles nucleares
El informe detalla cómo las municiones guiadas por GPS o láser y los sensores avanzados permiten identificar objetivos de alto valor con exactitud, transformando la manera de operar en el Caribe. La fuerza se mide ahora por la calidad de la información y la precisión de los ataques, no por la cantidad de recursos desplegados.

Según declaraciones oficiales del Departamento de Guerra norteamericano, la presencia estadounidense en el Caribe se ha intensificado en septiembre de 2025 con destructores, helicópteros y guardacostas enfocados en interdicciones y recolección de inteligencia. Estos movimientos preparan el terreno para una posible operación estratégica de alcance limitado pero altamente efectiva.
La «Zona Gris»: la estrategia de desgaste de Maduro
El conflicto se desarrolla en una zona gris, un espacio ambiguo donde las agresiones son sutiles y las líneas de la guerra se difuminan. Según el informe, Maduro busca prolongar un conflicto de desgaste, evitando enfrentamientos directos, incluso si eso implica permitir incursiones en su espacio aéreo y marítimo.
EE. UU. ha dejado claro que desmantelar el cártel de los Soles es una prioridad de seguridad nacional. Por su parte, el apoyo que potencias como China y Rusia brindan al régimen responde a intereses geopolíticos más que a defensa directa de Maduro, lo que da a Washington una ventaja estratégica para actuar con decisión y claridad.
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La diferencia de poder militar y económico es abismal: EE. UU. lidera el ranking mundial mientras Venezuela ocupa un lejano puesto 50. Esto refuerza la estrategia de Maduro, basada en tácticas indirectas para generar costos económicos y políticos a su adversario.
Guerra psicológica y cognitiva
El informe advierte que la propaganda de Maduro busca simular fuerza y disuasión estratégica, mientras sus defensas reales son ineficaces incluso contra vuelos de narcotráfico. Washington, en respuesta, combina inteligencia, operaciones cibernéticas y campañas informativas para debilitar el respaldo interno y externo del régimen, preparando la ofensiva multidominio.
Estrategia multidominio de EE. UU.
La operación proyectada integraría frentes militares, de inteligencia y de información. Los objetivos críticos serían neutralizados con armas guiadas, lo que podría evolucionar hacia una «guerra de competición», con ataques puntuales y coordinados, similares a los conflictos recientes entre Irán y EE. UU.
La falta de defensa aérea moderna y cazas funcionales deja a Venezuela vulnerable. La primera fase consistiría en neutralizar puestos de mando y nodos antiaéreos, asegurando superioridad aérea total. Posteriormente, se podrían emplear enjambres de drones autónomos, capaces de saturar defensas y ejecutar ataques con rapidez superior a la de cualquier combatiente humano.
La batalla de los drones: la nueva era
Los drones y municiones inteligentes son ahora el eje de la ofensiva. Su capacidad de dispersión y saturación permite ataques simultáneos desde múltiples direcciones, mientras la guerra no lineal prioriza sigilo, emboscadas e infiltraciones en la logística del cártel.
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Frente a estas tácticas, las fuerzas irregulares de Maduro resultan obsoletas. Mientras las unidades estadounidenses operan sincronizadas por sensores y redes de información, las tropas del régimen se ven superadas por rapidez, precisión y superioridad tecnológica.
Un mensaje para la región
Estados Unidos cuenta con los recursos para desmantelar al cártel de los Soles de forma decisiva, pero el riesgo geopolítico es elevado. Si la operación no se ejecuta y el régimen sale fortalecido, el mensaje para la región sería claro: la propaganda y la guerra de desgaste pueden desafiar incluso a la mayor potencia mundial.
Este precedente podría incentivar a regímenes autoritarios —como Cuba o Nicaragua— a desafiar a Occidente, mientras cárteles y redes criminales verían en la inacción un estímulo para expandirse, acelerando la desestabilización continental y aumentando los costos políticos, económicos y de seguridad para EE. UU. y sus aliados.
Esta historia está en pleno desarrollo en las aguas internacionales del Caribe, frente a Venezuela, una atribulada población que sigue esperando que algo ocurra para avanzar en la recuperación de la institucionalidad y la libertad.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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