En resumen:
El plan contempla cesiones territoriales de Ucrania a Rusia.
Excluye la adhesión de Ucrania a la OTAN y fija en 600 000 el máximo de efectivos de sus fuerzas armadas.
Prevé garantías internacionales de seguridad y un amplio fondo para la reconstrucción del país.
El Gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, presentó un plan de 28 puntos para poner fin a la guerra en Ucrania, que se prolonga desde hace casi cuatro años. La iniciativa busca un acuerdo de paz integral entre Rusia y Ucrania, según informaron varios medios de comunicación, entre ellos el portal de noticias estadounidense Axios.
Responsables gubernamentales de Estados Unidos y de Ucrania confirmaron el contenido del plan. El parlamentario ucraniano Oleksiy Honcharenko lo difundió a su vez en la red social Telegram.
Renuncia a la adhesión a la OTAN y limitación del ejército
El plan reafirma la soberanía de Ucrania, pero impone amplias restricciones. El país renunciaría a su adhesión a la OTAN y consagraría este compromiso en su Constitución. A cambio, la alianza se comprometería a no estacionar tropas en territorio ucraniano.
Aviones de combate europeos se desplegarían en Polonia para apoyar la defensa de Ucrania. El ejército ucraniano quedaría limitado a 600 000 soldados y Estados Unidos brindaría garantías de seguridad a largo plazo. No obstante, estas garantías se anularían si Kiev atacara territorio ruso.
Al mismo tiempo, se crearía un organismo ruso-estadounidense para supervisar el cumplimiento de los acuerdos. Un «Consejo de paz» presidido por Trump sería el encargado de velar por la aplicación del acuerdo.
Concesiones territoriales
El plan prevé el reconocimiento de facto de Crimea y de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk como territorio ruso, también por parte de Estados Unidos. El ejército ucraniano se retiraría de las zonas de Donetsk que aún mantiene bajo su control, las cuales pasarían a constituir una una franja de seguridad desmilitarizada.
En el sur de Ucrania, las regiones de Jersón y Zaporiyia se dividirían a lo largo de la actual línea del frente. Rusia, por su parte, renunciaría a sus posiciones en Járkov y Sumy y a cualquier otra reclamación territorial. La solución territorial estaría supeditada a que los futuros conflictos se resolvieran exclusivamente por medios pacíficos.
La central nuclear de Zaporiyia quedaría bajo el control del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA, por sus siglas en inglés), y la electricidad que genere se repartiría a partes iguales entre Ucrania y Rusia.
Reconstrucción y economía
Se creará un fondo internacional para la reconstrucción de Ucrania. Estados Unidos pretende impulsar la expansión de la industria gasística ucraniana e invertir 100 000 millones de dólares (87 000 millones de euros) procedentes de activos estatales rusos confiscados, con derecho a recibir el 50 % de los beneficios potenciales derivados de esos proyectos.
La Unión Europea (UE) también aportará 100 000 millones de dólares (87 000 millones de euros) y liberará sus propios activos rusos confiscados. Rusia se reincorporará a la economía mundial y regresará al G8. Además, el plan prevé una cooperación económica a largo plazo entre Estados Unidos y Rusia, en particular en los sectores de la energía y las materias primas.
Medidas humanitarias y elecciones
El plan contempla el intercambio de prisioneros y fallecidos bajo el principio de «uno por todos». Incluye la liberación de civiles y la reunificación de familias, así como una amnistía general para todas las partes implicadas en la guerra. Ambas delegaciones se comprometen a promover el entendimiento mutuo y la tolerancia en el ámbito educativo, y Ucrania garantizará los derechos de las minorías de acuerdo con los estándares de la Unión Europea.
Ucrania celebrará elecciones dentro de los cien días posteriores a la firma del acuerdo. Solo tras esos comicios, y una vez finalizada la retirada de todas las fuerzas militares, entrará en vigor un alto el fuego.
El Gobierno estadounidense rechazó las acusaciones de que el plan favorece a Rusia. La portavoz Karoline Leavitt lo calificó de «un buen plan, tanto para Rusia como para Ucrania». El presidente Volodímir Zelenski reiteró que su país necesita una «paz digna» que respete su independencia y soberanía.
Voces críticas y posibles consecuencias
Diversas voces advierten de que el plan traspasa las líneas rojas marcadas por Ucrania, pues prevé amplias concesiones territoriales a Rusia y una reducción significativa del tamaño de las fuerzas armadas ucranianas.
También persisten las dudas sobre la fiabilidad de las garantías de seguridad, calificadas de vagas, ofrecidas por Estados Unidos. Mientras continúan las negociaciones, los ataques rusos en Ucrania no cesan: al menos cinco personas murieron en Zaporiyia y, el día anterior, 26 fallecieron y otras 92 resultaron heridas en ataques contra Ternópil.
Wadephul admite que no hay certezas
Actualmente no está claro si el acuerdo podrá poner fin a la guerra o garantizar la soberanía de Kiev a largo plazo. Ante este panorama, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Johann Wadephul, recalca que la situación es «incierta». Según explicó, mantuvo una conversación extensa con el enviado especial estadounidense, Witkoff, y señaló en el programa heute journal de la cadena ZDF que cualquier esfuerzo por propiciar el diálogo entre ambas partes es correcto y merece apoyo.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, también aclaró que, hasta el momento, solo se trata de una lista de temas y opciones que aún debe ser analizada y debatida.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Ukraine-Krieg: 28-Punkte-Friedensplan kombiniert Territorialzugeständnisse, Sicherheit und Wiederaufbau».
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