Marcos de Quinto: «Prefiero depender de Estados Unidos antes que del Partido Comunista Chino»

Por Sayde Chaling-Chong García
15 de septiembre de 2025 19:20 Actualizado: 15 de septiembre de 2025 19:20

Entrevista de Sayde Chaling-Chong García a Marcos de Quinto para The Epoch Times España. 

El político y empresario Marcos de Quinto Romero (1958) fue durante 35 años alto directivo de Coca-Cola Iberia, Europa e Internacional. Libertario de manual, tras abandonar el partido Ciudadanos, con el que llegó a ser diputado en el Congreso por Madrid hasta su renuncia en 2020, fundó en 2022 Pie en Pared. La organización está integrada por algunas de las figuras más influyentes de la política española, entre ellas Esperanza Aguirre, Alejo Vidal-Quadras, Alfredo Timermans, Daniel Lacalle y Juan Carlos Girauta, entre otros.

El Sr. de Quintos nos recibe en la sede de Pie en Pared para conceder una entrevista a The Epoch Times, justo cuando un grupo de activistas pro-Hamás coloca pegatinas con la bandera palestina en la puerta del local, lo que provoca entre ambos una sonrisa irónica. En la conversación me confiesa, además, ser un lector empedernido de este medio.

Esto fue lo que hablamos.

Pregunta: ¿España sigue adoleciendo de una alternativa liberal que defienda la libertad económica y política sin complejos?

Marcos de Quinto: El liberalismo como filosofía política está presente, de forma parcial, en algunos partidos de la oposición. Sin embargo, una opción política claramente liberal, que defienda sin complejos la libertad individual y económica, hoy no existe en España. Lo que vemos son ciertos matices liberales en programas económicos, medidas aisladas que se acercan a nuestros planteamientos, pero ninguna formación se atreve a presentar un proyecto que sea enteramente liberal y libertario. Los que creemos en ese marco seguimos esperando una verdadera alternativa.

Pregunta: ¿Qué hacemos con un gobierno que presume de cancelar un contrato con Huawei mientras mantiene activos más de 500?

Marcos de Quinto: Este es el ejemplo perfecto de la política de humo a la que nos tiene acostumbrados este gobierno. Presume de cancelar un contrato con Huawei como si fuera una gran decisión estratégica, pero al mismo tiempo mantiene centenares de acuerdos con la compañía. En realidad, se trata de un truco malabar, una maniobra para engañar a la población y distraerla con titulares vacíos. Es un gobierno profundamente corrupto, falso, vendido a intereses extranjeros, que vive de manipular la percepción pública. Lo que busca es mantener entretenido a su club de fans mientras sigue comprometiendo nuestra seguridad y soberanía.


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Pregunta: ¿Debería el próximo gobierno aplicar una política de tierra quemada frente al Partido Comunista Chino, como han hecho Suecia, Reino Unido o Alemania, expulsando a Huawei de sus sistemas de comunicación?

Marcos de Quinto: No creo que se trate de «tierra quemada». Lo que España necesita es una política exterior y comercial seria, alineada con el mundo occidental. Debemos mantener relaciones comerciales normales, pero siempre en un marco de igualdad y con un control férreo en todo lo que afecte a la seguridad nacional. No podemos permitir que empresas vinculadas al Partido Comunista Chino tengan acceso a infraestructuras críticas o datos sensibles. Además, debemos ser muy cautos con la otra cara del problema: la compra de voluntades, porque en los últimos tiempos ya hemos visto cómo autoridades chinas han tratado de influir y corromper a personalidades españolas. Eso es inaceptable.

Pregunta: ¿Qué deberíamos hacer para que los aliados recuperen la confianza en nosotros?

Marcos de Quinto: El primer paso es un cambio profundo y radical en el gobierno. Pero no basta con cambiar nombres: necesitamos mostrar que en España hay voluntad real de limpiar la política. Eso implica investigar a fondo los actos de corrupción y de posible traición, levantar alfombras, abrir cajones y depurar responsabilidades. Solo así podremos demostrar a Occidente que España vuelve a ser un socio serio y confiable. Si seguimos con la tradición de taparnos las vergüenzas, de concedernos indultos o de mirar hacia otro lado, nuestros aliados internacionales verán simplemente un relevo de caras, pero no un cambio verdadero. Y eso es lo que hoy pesa más sobre nuestra reputación.

Pregunta: ¿Cómo establecer un límite entre la lógica de ganar dinero y la ética de no comerciar con regímenes como Cuba o el Partido Comunista Chino?

Marcos de Quinto: Este es un dilema complicado. Las empresas, por naturaleza, buscan el beneficio y operan dentro de la legalidad. No podemos pedirles que actúen contra sus propios intereses cuando la ley lo permite. Lo que corresponde a los gobiernos es modificar esa legalidad, diseñar un marco que impida o desincentive el comercio con regímenes que atentan contra la libertad. Por ejemplo, si comerciar con Cuba o con China implica perder acceso a otros mercados más importantes, como el estadounidense, las empresas ajustarán solas su estrategia. Pero si los incentivos son neutros, seguirán comerciando con quien les convenga. No podemos pedirles que actúen como ONG; para eso está la política.

Pregunta: ¿Nuestra soberanía tecnológica está en riesgo por la dependencia del Partido Comunista Chino?

Marcos de Quinto: Europa, y España en particular, nunca ha apostado en serio por el desarrollo tecnológico propio. Eso nos condena a una dependencia estructural. La cuestión es elegir de quién dependemos. Y yo lo tengo claro: prefiero que nuestra dependencia sea de Estados Unidos y del mundo occidental, donde he trabajado muchos años, antes que del Partido Comunista Chino. La tecnología no es neutral: implica control, influencia y, en última instancia, soberanía. Depender de Pekín sería hipotecar nuestro futuro.

Pregunta: ¿Hasta cuándo vamos a tolerar la hipocresía de los políticos que critican al Partido Comunista Chino en Bruselas, pero firman acuerdos en la sombra?

Marcos de Quinto: El mundo no está lleno de democracias plenas. De hecho, España misma, con la situación actual de interferencias en el Poder Judicial, difícilmente puede presentarse como un modelo democrático puro. Esto hace inevitable que existan relaciones comerciales con regímenes no democráticos. Ahora bien, lo fundamental es cómo se gestionan esas relaciones. Deben hacerse con prudencia, evitando que esos regímenes interfieran en nuestra vida política o debiliten nuestras instituciones. Si nos limitáramos a comerciar solo con democracias plenas, el mercado mundial quedaría reducido a muy pocos países. Lo que necesitamos es realismo, pero con principios claros.

Pregunta: ¿Puede ser libre un empresario que depende de regímenes que lo chantajean con la economía como arma política?

Marcos de Quinto: Aquí conviene recordar lo que dice Javier Milei: hay empresarios y «empresaurios». Los primeros son los que apuestan por la competencia y la innovación en un mercado libre. Los segundos son los que prosperan gracias a sus conexiones con el poder, que les concede privilegios, contratos a dedo o protecciones frente a la competencia. Estos últimos no quieren libertad, quieren un sistema cerrado que les garantice beneficios sin riesgo. Y esto es lo contrario al capitalismo, que consiste en intercambios libres entre empresas libres, con las mismas reglas para todos. Un empresario que vive del favor político nunca será realmente libre.

Pregunta: ¿No es hora de que España y el mundo hispánico tengan una estrategia común frente al expansionismo tecnológico del Partido Comunista Chino?

Marcos de Quinto: Compartimos un idioma y una historia que deberían acercarnos. Pero el problema es que muchos gobiernos hispanoamericanos han manipulado esa historia para justificar décadas de mala gestión. La narrativa de la «culpa española» les ha servido para excusar sus fracasos y perpetuar regímenes comunistas o populistas. Mientras haya países sometidos a esas ideologías, será muy difícil lograr estrategias conjuntas. Tener una lengua común no significa tener una visión común del mundo. La unidad hispánica exige, primero, reconocer la verdad de nuestra historia y librarnos de las distorsiones que nos han impuesto durante dos siglos.

Pregunta: ¿Qué le pasa a algunos españoles que parece que se avergüenzan de ser españoles?

Marcos de Quinto: Imbéciles hay en todos los países, pero en España quizá más que en otros. Y lo preocupante es que muchos de ellos se empeñan en renegar de una historia de la que deberíamos sentirnos orgullosos. España fue pionera en pensamiento liberal, en derechos humanos, en gestas universales como circunnavegar el planeta o descubrir nuevos continentes. Construimos un imperio con planteamientos distintos al colonialismo anglosajón o francés, y protagonizamos hazañas que tienen mucho más valor que poner el pie en la Luna. Un país pequeño que se enfrentó a toda Europa y dejó huella en el mundo entero. Quien no se sienta orgulloso de eso puede renunciar a su pasaporte y pedir otro, pero lo que no puede es vivir de criticar lo que somos.

Pregunta: ¿Qué mensaje daría a los españoles y a los hispanos sobre la importancia de la unidad?

Marcos de Quinto: Hemos estado más tiempo unidos que desunidos. Durante siglos, todos fuimos españoles, con los mismos derechos, desde La Habana hasta Madrid, y en muchos virreinatos se vivía incluso mejor que en la península. La ruptura llegó cuando, en un momento de debilidad de la Corona, los anglosajones promovieron levantamientos que arruinaron economías prósperas. Los llamados libertadores no trajeron libertad: trajeron privilegios para una élite blanca que esclavizó a mestizos e indígenas y construyó una narrativa para culpar a España de lo que ellos mismos hacían. Reconocer esta verdad es clave para replantearnos el futuro. Si algún día los pueblos hispánicos despiertan de ese engaño, podrán comprender que nos han dividido artificialmente, y que solo la unidad puede devolvernos la grandeza que una vez tuvimos.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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