«Cuando Jesús nació en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos llegaron desde Oriente a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo”», relata el Evangelio según san Mateo (2:1–2).
Desde hace siglos, este pasaje ha suscitado el interés de historiadores, teólogos y astrónomos, que han intentado identificar cuál pudo haber sido esa «estrella» pero pocos se han adentrado en explicar qué hecho motivó el presagio del nacimiento de un rey en Judea. Ese enfoque es el que aborda Mark Matney, doctor en física espacial y astronomía, científico planetario del Centro Espacial Johnson de la NASA, al revelar que la estrella de Belén pudo ser un cometa.
En esta línea, su estudio, publicado el 3 de diciembre en la Revista de la Asociación Astronómica Británica, propone que un cometa observado en el año 5 a.C. en la constelación de Capricornio —asociada por los antiguos geógrafos a Judea— pudo haber sido el fenómeno descrito por Mateo. Según el autor, la trayectoria y el movimiento aparente de ese cometa —que se habría acercado de forma inusual a la Tierra— permitirían explicar que pareciera «avanzar» y luego «detenerse», tal como narra el evangelio, convirtiéndolo en un candidato plausible para la Estrella que llevó a los Reyes Magos a viajar hasta Belén para encontrar al niño Jesús, al que identificaban como el Rey de Judea.

El evangelio ofrece algunas pistas sobre el relato. En primer lugar, fue Herodes quien envió a los Magos a averiguar dónde se encontraba el recién nacido, después de cerciorarse con ellos de que la aparición de la estrella había ocurrido en ese período de tiempo. El texto sugiere que el rey ya tenía conocimiento del fenómeno.
«Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, se cercioró de ellos del tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: “Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y lo adore”», dice el Evangelio según san Mateo (2:7–8).
Sin embargo, el pasaje clave llega a continuación.
«Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino; y he aquí que la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño».
«Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre, María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus cofres, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra», añade el texto.
El hecho de que la estrella pareciera detenerse justo cuando los Reyes Magos llegaban a Belén llamó la atención de Matney, quien se especializa en cometas, asteroides cercanos a la Tierra y en la dinámica orbital de los pequeños objetos que circulan o atraviesan el Sistema Solar.
Matney, autor del estudio, explica que empleó una técnica numérica novedosa para reconstruir la órbita del cometa registrado por cronistas chinos en el año 5 a.C., y que descubrió que este habría mostrado un «movimiento geosincrónico temporal». Se trata de un efecto visual por el cual, debido a la geometría de su trayectoria y al movimiento de la Tierra, el astro habría parecido mantenerse casi fijo en el cielo durante un período limitado. Aunque aparente y transitorio, este fenómeno podría explicar por qué las fuentes antiguas describen que la estrella quedó fija sobre un lugar concreto.
Según el autor, «este es el primer candidato astronómico identificado para la Estrella que podría haber tenido un movimiento aparente coherente con la descripción de Mateo, en la que la estrella «precedió» a los Reyes Magos en su viaje a Belén hasta que «se detuvo» sobre el lugar donde se encontraba el niño Jesús».

Prácticamente todos los objetos celestes imaginables han sido propuestos en algún momento como candidatos a la Estrella de Belén. En la Antigüedad, el término estrella se utilizaba de forma mucho más amplia que hoy y podía referirse a distintos cuerpos celestes, incluidos los planetas —conocidos como «estrellas errantes»— y los cometas, descritos en distintas tradiciones como «estrellas con melena» cuando mostraban una larga cola o simplemente como «grandes estrellas», por el fuerte impacto visual que producían.
El problema es que en condiciones normales, las estrellas, los planetas y los cometas parecen salir por el este y ponerse por el oeste, «debido a la rotación diurna de la Tierra», y no se detienen en un azimut sur concreto durante varias horas, ni permanecen inmóviles en lo alto del cielo durante un período prolongado. Por ese motivo, las teorías que explican la Estrella mediante alineaciones planetarias o fenómenos estelares tampoco se ajustan al Evangelio.
Un estudio citado por el autor y publicado en 2014 ha sostenido por años que «la descripción de los movimientos de la estrella» citados por Mateo 2:9 es «un comportamiento que no encaja con el movimiento habitual de ningún cuerpo celeste natural conocido».
Este comportamiento inusual ha llevado a que la investigación sobre la Estrella de Belén se agrupe en tres grandes enfoques: una interpretación teológica que considera el relato como un recurso simbólico o literario; una interpretación milagrosa, sostenida históricamente por muchos Padres de la Iglesia; y una interpretación natural, como la del autor del estudio, que busca un fenómeno astronómico real. El texto evangélico de hecho no ofrece indicios explícitos de que Mateo entendiera la Estrella como un milagro.
El astrónomo de la NASA plantea que, si un objeto interplanetario pasara muy cerca de la Tierra, con la velocidad, trayectoria y sincronización adecuadas, su movimiento aparente podría contrarrestar temporalmente la rotación terrestre. En ese caso, el objeto podría parecer detenerse durante varias horas sobre una ubicación geográfica concreta.
Para un observador en Belén, situada a unos 31,7 grados de latitud norte, el objeto tendría que desplazarse hacia el este a una velocidad aparente cercana a 13 grados por hora, lo que implicaría una aproximación inusualmente cercana a la Tierra.
Con estos criterios, el estudio descarta a los planetas, por encontrarse demasiado lejos, y a los asteroides, que suelen ser poco luminosos y difíciles de observar a simple vista. En ese contexto, el cometa observado por los chinos en el siglo 5 a.C. queda como el único candidato capaz de explicar un fenómeno visible, prolongado y con un movimiento aparente compatible con el relato de Mateo.
Otras claves

En su estudio, el autor destaca que Mateo habla de una sola estrella, lo que descarta que se trate de una conjunción de múltiples objetos celestes.
También señala que, en esa época, los magos eran astrólogos que con frecuencia interpretaban presagios celestes y anunciaban la llegada de futuros soberanos. En ese contexto, los Reyes Magos pudieron haber sido influidos por antiguas creencias sobre los cometas, tal como se describen en los escritos astrológicos grecorromanos, en textos cuneiformes contemporáneos de presagios y en otros sistemas de creencias astrológicas.
Matney tampoco parte de una traducción bíblica moderna, sino del texto original del Evangelio de Mateo, cuyo vocabulario —según explica— permite una lectura astronómica técnica que no siempre se refleja en las traducciones habituales.
A partir de esa lectura, el texto de Mateo, traducido desde su lengua original, revelaría en su opinión la siguiente secuencia de hechos: De camino a Belén, los Reyes Magos observaron de nuevo la Estrella, que esta vez estaba frente a ellos mientras viajaban, manteniéndose, ganando altura gradualmente hasta alcanzar una posición casi sobre sus cabezas, donde pareció detenerse por un tiempo al llegar a su destino en Belén».
El pasaje indica que la estrella alcanzó una posición sobre la ciudad donde su movimiento se detuvo de forma apreciable durante un período coincidente con su llegada.
El estudio también analiza cómo este candidato a cometa encaja con la cronología de los acontecimientos que rodearon el nacimiento de Jesús.
Mateo se refiere al niño Jesús con un término que suele emplearse para describir a niños desde pocos días hasta unos dos años, lo que amplía el margen temporal de los acontecimientos descritos.
El astrónomo señala que de acuerdo al Evangelio, el presagio del nacimiento de un rey en Judea perturbó a Herodes, quien ordenó a los Reyes Magos que fueran a Belén a buscar al nuevo soberano, basándose en las interpretaciones de un texto profético bíblico que sus eruditos religiosos compartieron con él. Más adelante, Herodes, molesto con los Reyes Magos, mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en sus alrededores, lo que indica que el niño Jesús ya no era un recién nacido. Eso explicaría por qué el cometa pasó años a.C.
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El cometa visible en la constelación de Capricornio: un presagio del nacimiento de un Rey en Judea
El astrónomo dedica un apartado al contexto cultural y astrológico para explicar «cómo un cometa observado en la constelación de Capricornio en marzo/abril del 5 a. C. pudo convencer a los Magos de que había nacido un rey en Judea y empujarlos a emprender el viaje». Capricornio se refiere a una constelación del zodiaco utilizada en la antigüedad con fines astrológicos y geográficos.
Matney sostiene que, más que la astrología natal «predictiva», la aparición de un cometa en aquella época encaja mejor con la tradición antigua de los presagios, en la que los cometas no siempre se interpretaban como señales negativas.
Como argumento, cita fuentes grecorromanas, que incluyen la idea del cometa «positivo», y, sobre todo, textos mesopotámicos cuneiformes, que muestran que ciertos cometas podían anunciar cambios favorables para los seres humanos.
El autor añade información de la geografía astrológica, un sistema que en la Antigüedad vinculaba las regiones terrestres con las constelaciones. En ese sentido, advierte que, en un estrato temprano, Capricornio se asociaba con Siria. Sin embargo, la subregión norte, definida como la provincia romana de Siria, no habría sido el lugar obvio para buscar a un rey, según el autor, ya que carecía de una dinastía real propia.
«El reino y la dinastía real de Judea, al sur de la región geográfica de Siria, habrían sido una alternativa lógica», señala Matney.
En su conclusión, propone que el cometa descrito en crónicas chinas como visible «durante más de 70 días» en la constelación de Capricornio entre marzo y abril podría corresponder a la Estrella de Belén, ya que al reconstruir su órbita para esa época se observa que habría pasado muy cerca de la Tierra a comienzos de junio. Ese recorrido habría permitido que el objeto pareciera «ir delante» de un viajero desde Jerusalén hasta Belén —como los Reyes Magos— y luego «detenerse» casi sobre su cabeza durante unas dos horas en la ciudad asociada al nacimiento del Rey de Judea, Jesús.
«Aunque es imposible afirmar con certeza que este cometa fuera definitivamente la Estrella que vieron los Magos, este estudio demuestra que ya no es justificable afirmar que “ningún evento astronómico” podría haberse comportado de la manera descrita por Mateo», concluye el astrónomo.
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