Los hábitos dentales no solo orientan la atención hacia la salud bucodental y el cuidado de la sonrisa, sino que también ofrecen pistas sobre el estado del cerebro.
Una investigación reciente sugiere que la salud bucal se asocia con casi el doble de riesgo de accidente cerebrovascular y con lesiones cerebrales que pueden aflorar años más tarde en forma de problemas de memoria y ralentización del pensamiento.
Dos estudios publicados en Neurology Open Access, la revista de la Academia Estadounidense de Neurología, relacionan la enfermedad periodontal y las caries con un riesgo significativamente mayor de accidentes cerebrovasculares y lesiones cerebrales. Ambos trabajos se basan en los mismos datos.
«Descubrimos que las personas con caries y enfermedad periodontal duplicaban el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con quienes solo padecían enfermedad periodontal», explicó a The Epoch Times el doctor Souvik Sen, neurólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur y autor de ambos estudios.
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«Estos hallazgos sugieren que una parte importante de la prevención del accidente cerebrovascular pasa por cepillarse los dientes, usar hilo dental y acudir de forma periódica al dentista o al profesional de salud bucodental».
El alcance de la enfermedad periodontal
La enfermedad periodontal (enfermedad de las encías) es uno de los trastornos crónicos de salud más comunes y afecta, en algún momento, a aproximadamente la mitad de los adultos. Suele iniciarse como gingivitis —enrojecimiento e inflamación de las encías por acción bacteriana— y puede evolucionar a periodontitis, fase en la que las encías se retraen y los dientes pierden fijación.
En un documento informativo sobre ictus y alzhéimer vinculados a la salud bucodental, elaborado conjuntamente por la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA) y la Sociedad Española de Neurología (SEN), especialistas alertan de los riesgos que el mal cuidado de la boca entraña para el cerebro.
«Los neurólogos debemos ser conscientes de que la presencia de enfermedad periodontal, como la periodontitis, puede aumentar la incidencia y constituir un factor de riesgo relevante para determinados tipos de demencia o ictus», señala en ese texto José Miguel Laínez, presidente de la Sociedad Española de Neurología.
En España, entre el 80 % y el 90 % de los adultos mayores de 35 años presentan alguna forma de enfermedad periodontal. Según el Consejo General de Dentistas de España, ocho millones de adultos la padecen.
En el primer estudio de la Academia Estadounidense de Neurología, Sen y su equipo observaron que las personas con enfermedad periodontal y caries presentaban un 86 % más de riesgo de accidente cerebrovascular de origen trombótico y un 36 % más de riesgo de eventos cardíacos —como insuficiencia cardíaca— respecto de quienes tenían una salud bucal adecuada. En ausencia de caries, padecer solo enfermedad periodontal se asoció con un aumento del 44 % en el riesgo de ictus.
La mayoría de los accidentes cerebrovasculares se deben a coágulos que bloquean el flujo sanguíneo al cerebro. Cuando esto ocurre, parte del tejido cerebral queda privada de oxígeno y nutrientes y sufre lesiones.
El equipo siguió a casi 6000 adultos, con una edad media de 73 años, durante más de dos décadas desde finales de la de 1990. La incidencia de ictus creció de forma proporcional al deterioro de la salud bucodental: algo más del 4 % de las personas con encías sanas sufrió un evento, frente a casi el 7 % de quienes presentaban enfermedad periodontal y el 10 % de quienes acumulaban enfermedad periodontal y caries.
«Otro hallazgo muy interesante —señaló Sen— es que acudir al dentista con regularidad para recibir atención preventiva reduce en un 81 % el riesgo de enfermedad periodontal y caries».
Pistas para el cerebro
«Existe una relación estrecha entre la salud bucodental y la enfermedad de los vasos sanguíneos pequeños del cerebro», afirmó Sen, en referencia a otro trabajo suyo centrado directamente en la función cerebral.
«El cerebro cuenta con una extensa red de riego», añadió. «Las arterias principales se ramifican en vasos cada vez más pequeños que nutren las vías cerebrales y, si estos se dañan, pueden producirse cambios sutiles mucho antes de que aparezcan los síntomas de un ictus o de una demencia».
En el segundo estudio participaron 1143 adultos mayores. Se les realizó una exploración dental en la mediana edad y, unos quince años después, una resonancia magnética cerebral. Quienes tenían enfermedad periodontal presentaron un 56 % más de probabilidades de mostrar niveles elevados de hiperintensidades de la sustancia blanca —pequeñas áreas brillantes que reflejan daño cerebral microscópico— en etapas posteriores de la vida, incluso tras ajustar por hipertensión, diabetes y tabaquismo.
«Estas pequeñas áreas de daño observadas en la sustancia blanca del cerebro se asocian con pérdida de memoria, problemas de equilibrio y ralentización del pensamiento», señaló Sen.
Cómo la inflamación oral llega al cerebro
En ambos estudios, los investigadores señalan la inflamación como el eslabón clave entre la boca y el cerebro.
«La inflamación oral afecta directamente a esos pequeños vasos sanguíneos y provoca microlesiones en las vías de la sustancia blanca», afirma Sen.
Cuando las bacterias procedentes de encías enfermas acceden al torrente sanguíneo, el sistema inmunitario libera moléculas inflamatorias que pueden dañar el delicado endotelio de los vasos. Con el tiempo, ello favorece la acumulación de placa en las arterias —aterosclerosis— y aumenta la propensión de la sangre a coagularse, dos procesos estrechamente vinculados a la aparición de accidentes cerebrovasculares.
En el cerebro, la inflamación puede deteriorar la microvasculatura y reducir el aporte de oxígeno, lo que contribuye a pequeñas lesiones que años después se hacen visibles en las resonancias magnéticas. También se han detectado bacterias orales en placas arteriales y coágulos de pacientes con ictus, lo que indica que lo que empieza en la cavidad bucal puede llegar directamente a la circulación cerebral.
La boca es especialmente vulnerable. «Cada vez que se cepillan los dientes o se usa hilo dental, sobre todo si hay inflamación, se generan pequeñas aberturas por las que las bacterias pueden entrar en la sangre», explicó a The Epoch Times la doctora Allison Wilson, odontóloga en Tennessee que no participó en el estudio.
La situación es especialmente preocupante en quienes padecen enfermedad periodontal, ya que presentan una mayor carga de bacterias dañinas en la boca.
Ahora bien, eso no implica dejar de usar hilo dental; al contrario, suspenderlo favorecería un crecimiento aún mayor de estos microorganismos.
Las encías son ricas en pequeños vasos sanguíneos, añadió Wilson, lo que facilita la diseminación de microbios por todo el organismo. «Han encontrado bacterias orales por todas partes, de la cabeza a los pies, durante las autopsias. Se diseminan».
Los resultados no prueban que la enfermedad periodontal o las caries causen de forma directa un accidente cerebrovascular o una lesión cerebral. Con todo, los expertos señalan que la evidencia apunta a una relación relevante entre la salud bucodental y la salud vascular.
En un editorial que acompaña a los estudios, el neurólogo Leonardo Pantoni, de la Universidad de Milán, escribió que los hallazgos sugieren con claridad que mantener una buena higiene bucodental puede ayudar a prevenir el ictus y a reducir el daño en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro.
Qué puede hacer usted
Las mejores formas de reducir el riesgo son sencillas.
«El sangrado de las encías no es normal; suele ser el primer signo de gingivitis, que puede revertirse con un cepillado más cuidadoso y el uso de hilo dental», señala Wilson. «Si la placa permanece demasiado tiempo, se endurece y forma cálculo (sarro); a partir de ahí comienzan la inflamación profunda y el daño tisular». Ese depósito endurecido atrapa bacterias bajo la línea de las encías.
Una vez calcificada, solo un dentista puede eliminarla. Si no se trata, la inflamación genera bolsas periodontales profundas donde proliferan bacterias agresivas.
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«Cuando medimos esas bolsas, se considera saludable una profundidad de entre uno y tres milímetros», añade Wilson. «Cualquier valor superior indica que el cepillo no alcanza y que las bacterias pueden afianzarse».
Cepillarse los dientes dos veces al día, usar hilo dental con cuidado tras las comidas y acudir a revisiones periódicas cada seis meses, siguen siendo medidas simples y eficaces para mantener una sonrisa saludable y preservar en buen estado la microvasculatura cerebral.
Información con contenido de The Epoch Times edición Estados Unidos.
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