Según Sam Brownback, exembajador itinerante de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional, la herramienta más eficaz de Washington frente a las mayores vulnerabilidades de Pekín es elevar la libertad religiosa a prioridad de seguridad nacional.
Brownback, que ocupó el cargo durante la primera Administración Trump, hizo estas declaraciones el 28 de octubre en el Foro de China, conferencia anual celebrada en Washington y organizada por la Fundación del Museo de las Víctimas del Comunismo.
Tras calificar la represión del régimen chino contra los musulmanes uigures, los practicantes de Falun Gong y los budistas tibetanos como tres genocidios, sostuvo que Washington debe ofrecer un apoyo claro a las personas de fe en China.
«Para China, la libertad religiosa representa una amenaza existencial», afirmó Brownback. «Esto debería dejar de ser solo una cuestión de derechos humanos para convertirse en un asunto de seguridad nacional: la libertad religiosa. Es la herramienta más potente y poderosa que tenemos».
Para ello, Brownback propuso que el presidente, el vicepresidente y el secretario de Estado de Estados Unidos recibieran en la Casa Blanca a víctimas de la persecución religiosa del régimen para que expusieran sus testimonios, y que también se reunieran con líderes de esos grupos.
«Deberíamos invitar a Li Hongzhi, fundador de Falun Gong, a la Casa Blanca y decirle: “Solo queremos reconocer esta persecución”», concluyó.
Falun Gong, también llamado Falun Dafa, es una disciplina espiritual basada en los principios de verdad, compasión y tolerancia, presentada al público por Li en 1992. La práctica se propagó con rapidez por China y, según estimaciones oficiales, a finales de la década de 1990 reunía al menos 70 millones de seguidores.
El Partido Comunista Chino (PCCh) consideró esa popularidad un desafío directo a su autoridad y respondió con una campaña para erradicar la práctica.
En los últimos 26 años, numerosos practicantes de Falun Gong han sido enviados a prisiones, campos de trabajo y centros de adoctrinamiento, donde muchos han sufrido tratos inhumanos, incluida la tortura, con resultados mortales en numerosos casos. Otros fallecieron tras la extracción forzada de sus órganos, en el marco de crímenes atribuidos al Estado chino.
Ante la persecución persistente de los practicantes de Falun Gong en China, el Centro de Información de Falun Dafa, con sede en Estados Unidos, instó al presidente Donald Trump, antes de su reunión del 30 de octubre con el líder chino Xi Jinping en Corea del Sur, a presionar por la liberación de los encarcelados.
Presión
Brownback profundizó en su argumento de seguridad nacional en una entrevista con el programa American Thought Leaders de EpochTV, el 28 de octubre, y sostuvo que los derechos humanos son los puntos más débiles del régimen chino.
«Si el presidente se reuniera con líderes de Falun Gong en la Casa Blanca, eso generaría una enorme presión interna en China», declaró.
Según Brownback, ese gesto también daría a Estados Unidos mayor margen de maniobra.
«Si el presidente recibiera en el Despacho Oval a varias personas perseguidas por el Partido Comunista Chino y les permitiera contar su historia, aumentaría la presión al poner de relieve el sistema al que nos enfrentamos. En mi opinión, eso es lo más urgente en este momento», afirmó.
A su juicio, en China las comunidades religiosas son las únicas con las que Estados Unidos puede cooperar y que se opondrían al régimen; por ello, Pekín destina miles de millones a reprimir y controlar la práctica religiosa en todo el país.
«Creo que en Occidente hemos fallado al no defender con mayor firmeza a estas comunidades religiosas que forman parte de nuestros principios básicos. Creemos en su derecho a la libertad religiosa y creemos que este derecho se aplica a todos, pero no las hemos respaldado lo suficiente», concluyó.
Competencia
Denunciar en Estados Unidos las violaciones de derechos humanos atribuidas a China sería, según Brownback, un golpe especialmente duro para Pekín, en el contexto de la actual rivalidad entre ambos países, que el régimen chino considera una «guerra fría».
A su juicio, la pugna entre Estados Unidos y China es también una «competencia de ideales»; añadió que Estados Unidos ha creado sistemas más eficaces, mientras que «el comunismo no ha funcionado en ningún lugar».

De forma similar, Craig Singleton, director sénior del Programa de China de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con sede en Washington, planteó, durante su intervención en el Foro de China el 30 de octubre, que la competencia entre Estados Unidos y China trasciende la rivalidad militar y económica.
«Los chinos afirman que somos una potencia en declive y que ellos son una potencia en ascenso. Por lo tanto, nuestra tarea es refutar esa afirmación», declaró Singleton. «Debemos demostrar que nuestro modelo es más resiliente: que la represión conduce a la recesión económica, que somos dinámicos y que tenemos capacidad de resistencia y adaptación».
«No creo que los derechos humanos, los mercados libres y las libertades civiles sean meros adornos del poder; de hecho, creo que lo potencian».
Ante los desafíos que plantea China, la excongresista Ileana Ros-Lehtinen subrayó la importancia de la unidad bipartidista en su discurso de apertura del Foro de China.
A modo de ejemplo, señaló que en 2016 la Cámara de Representantes aprobó la Resolución 343, que condenaba la sustracción forzada de órganos por parte del Estado chino a practicantes de Falun Gong y a otros presos de conciencia.

En mayo, la Cámara de Representantes aprobó la Ley para Detener la Sustracción Forzada de Órganos por 406 votos contra 1. La iniciativa, que ahora aguarda votación en el Senado, prevé sanciones para quienes participen en la extracción forzada de órganos de practicantes de Falun Gong.
Ros-Lehtinen recalcó que la fortaleza de Estados Unidos reside en el consenso bipartidista.
«Esto es lo que entiende Pekín: no pueden intimidar a una América unida. Pero si logran dividirnos, si consiguen que dudemos de nuestros valores, si provocan que nos enfrentemos entre nosotros en lugar de mantenernos unidos, entonces ganan», afirmó. «No podemos permitir que eso suceda».
Eva Fu contribuyó a este informe.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «Religious Freedom Is US National Security, Former US Ambassador Says».
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