Chile, un país dividido: la elección entre una comunista y el hijo de un oficial de la Wehrmacht

Chile fue durante años considerado el país más seguro de Iberoamérica, pero esa imagen ha quedado atrás. La seguridad se ha convertido en el principal tema de la campaña electoral, seguida muy de cerca por la inmigración. El domingo se celebraron elecciones parlamentarias y presidenciales. La autora viajó al país y comprobó de primera mano la magnitud de la delincuencia

Por Annekatrin Mücke
22 de noviembre de 2025 16:34 Actualizado: 22 de noviembre de 2025 16:43

Han pasado más de 25 años desde mi primer viaje a Chile. Acompañaba a un buen amigo que vivía allí. Recorrimos unos 3000 kilómetros en coche, desde el desierto de Atacama, en el norte, hasta Puerto Montt, en el sur.

Viajamos por la Carretera Panamericana, que atraviesa el continente americano de Alaska a Tierra del Fuego y constituye la principal vía de comunicación de Chile, un país de más de 4000 kilómetros de longitud. Aun así, aquel tramo de un solo carril estaba lleno de baches y nos obligaba a adelantar constantemente camiones que expulsaban nubes de humo.

Prácticamente solo había hoteles en Santiago; incluso en la idílica Valparaíso no encontramos alojamiento. Todo parecía bastante pobre, al menos desde nuestra —admitámoslo— arrogante mirada europea.

Chile se encuentra en la franja occidental de Sudamérica. Foto: Dimitrios Karamitros/Mapa vectorial de Chile con las principales ciudades – Ilustración editable

Un país completamente transformado

Cuando regresé a Chile en octubre, encontré un país completamente transformado. En Santiago me impresionó el rascacielos más alto de Sudamérica, la Gran Torre Santiago, de 300 metros de altura, construida por un empresario de ascendencia alemana.

Incluso en los pueblos más pequeños encontraba sin dificultad un hotel adecuado, a menudo alojamientos verdaderamente singulares: desde un hotel ecológico construido íntegramente en madera en la costa del Pacífico hasta villas decoradas con gusto en Valparaíso, e incluso un sofisticado palacio art déco con casino en el encantador pueblito de Santa Cruz.

El desierto de Atacama, uno de los lugares más áridos del planeta, nos sorprendió no solo con un mar de flores silvestres —un milagro que la naturaleza solo logra producir en esta región cada pocos años—, sino también con extensos parques eólicos y solares.

Las flores cubren el desierto de Atacama cerca de Copiapó, en Chile. Este fenómeno solo ocurre cuando lluvias torrenciales, poco frecuentes, provocan la floración.  Foto: Matias Basualdo/AP/dpa

La red móvil está más desarrollada que en Alemania y la Carretera Panamericana es hoy casi en su totalidad una autopista de peaje de dos carriles. La mayoría de la gente se mostraba abierta y amable, incluso atenta. Casi a diario nos advertían que vigiláramos nuestras pertenencias porque había delincuentes por todas partes.

Sin embargo, aquellas advertencias no fueron exageradas: al segundo día a mi esposo le arrebataron el teléfono móvil de la mano mientras caminaba por Santiago. La delincuencia parece ser uno de los principales problemas de Chile.

La «seguridad» domina la campaña electoral

Así se percibió la campaña para las elecciones presidenciales y parlamentarias del domingo, según pudimos comprobar en distintos lugares del país. Carteles y folletos, así como programas de televisión y radio, insistían una y otra vez en la «seguridad».

Todos los partidos han declarado la guerra al crimen organizado. La presencia de policías fuertemente armados es continua, y en casi todos los comercios —incluidos los supermercados— se apostan guardias privados con chalecos antibalas y cascos.

Fuerzas de seguridad patrullan la costa de Chile. Foto: Manuel Lema Olguín/Agencia Uno/dpa

Un panorama desconcertante, sobre todo porque Chile siempre fue considerado uno de los países más seguros del continente. Su ubicación geográfica lo mantuvo al margen de las rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos y, por tanto, alejado de los cárteles criminales que golpean a Brasil, Colombia o Venezuela. Ahora, sin embargo, esa situación parece haber cambiado.

La migración irregular y la delincuencia asociada se han convertido en el principal problema del país, comparable —aunque de naturaleza distinta— al que afronta Alemania. La mayor parte de los recién llegados no procede de otros continentes, sino de naciones hispanoamericanas, sobre todo Venezuela, pero también Perú, Bolivia y Colombia, donde las condiciones de vida son mucho más duras que en Chile.

Una de las mujeres más famosas de Chile: la escritora Isabel Allende. Foto: Sergio Barrenechea/EFE/dpa

Las cifras oficiales hablan de unos 1,5 millones de inmigrantes documentados, pero es probable que el número de indocumentados sea muy superior. Para un visitante europeo esto resulta difícil de percibir, ya que todos hablan español y son indistinguibles de la población local.

Aunque algunos chilenos sostienen que las supuestas curvas de las venezolanas atraen a los hombres del país, la afirmación resulta poco seria si se considera la marcada presencia de sobrepeso que observamos en Chile.

Auge del crimen organizado

Sin embargo, también nos quedó claro que los chilenos ya no se sienten seguros. Se habla de redes del crimen organizado que se han infiltrado en Chile desde otros países hispanoamericanos en los últimos años, y de un drástico aumento del narcotráfico, la extorsión e incluso los asesinatos.

No todos los ciudadanos comparten este diagnóstico, pero incluso el entonces presidente de izquierda, Gabriel Boric, endureció las leyes de inmigración en 2023 porque la inmigración casi sin restricciones representa un problema significativo para el país.

El presidente chileno Gabriel Boric se reunió con el canciller alemán Olaf Scholz en la Cancillería de Berlín el 10 de junio de 2024. Foto: RALF HIRSCHBERGER/AFP vía Getty Images

El exlíder estudiantil, que en 2019 encabezó el Estallido Social, el levantamiento contra el gobierno neoliberal del presidente Sebastián Piñera, fue elegido jefe del Estado dos años después.

Muchos, especialmente los jóvenes, esperaban que él y su partido, el Frente Amplio, impulsaran reformas en la economía, la educación y el bienestar social. Aunque Chile había experimentado una mejora constante desde el fin de la dictadura militar de Pinochet en 1990, persistía una enorme brecha entre ricos y pobres, no se había consolidado una clase media verdaderamente amplia y demasiadas personas seguían excluidas de la creciente prosperidad.

Pero las esperanzas depositadas en una nueva generación de políticos más jóvenes se vieron frustradas. El mayor escollo quizá fue la nueva constitución anunciada por Boric, que pretendía reemplazar por fin la constitución de Pinochet de 1980.

Referéndum de Chile 2023: la nueva constitución tenía por objetivo sustituir la ley fundamental vigente desde la época de la dictadura militar. Foto: Matias Basualdo/AP/dpa

Aunque los sectores socialmente desfavorecidos anhelaban un cambio de rumbo, el marcado énfasis del nuevo borrador en la ecología, el feminismo y la plurinacionalidad disuadió a buena parte del electorado. Se desató una guerra cultural que, una vez más, fracturó el movimiento de protesta compartido por las élites urbanas e instruidas y los sectores más pobres y rurales de la población, como ocurre en muchas otras partes del mundo.

La nueva constitución fue rechazada. Tampoco prosperó el segundo borrador, que las fuerzas conservadoras volvieron a rechazar. Así, el joven gobierno de centroizquierda encajó un fracaso, en mayor o menor medida, al inicio mismo de su mandato. Las consecuencias: una economía estancada, un deterioro creciente y graves acusaciones de corrupción contra miembros del Ejecutivo.

Una mujer con una bandera chilena se sitúa frente a la policía antidisturbios en Plaza Italia durante una protesta contra el presidente Sebastián Piñera, el 27 de diciembre de 2019, en Santiago de Chile. Las manifestaciones y el malestar social comenzaron en octubre de 2019 tras una subida de la tarifa del metro y derivaron en un movimiento que exigía mejoras en los servicios básicos, precios justos y programas sociales como pensiones, sanidad pública y educación. Foto: Marcelo Hernandez/Getty Images

¿Hacia dónde se dirige Chile?

En las elecciones del domingo, unos 15 millones de chilenos acudieron a las urnas para elegir a los miembros del Congreso Nacional y a un nuevo jefe de Estado. La contienda se plantea como una elección entre un gobierno de izquierda comunista y otro potencialmente de extrema derecha.

Dado que los presidentes chilenos —que también ejercen como jefes de gobierno— no pueden ser reelegidos de inmediato tras un mandato de cuatro años, Jeannette Jara, exministra de Trabajo del gobierno de Boric y militante del Partido Comunista, se presentó como candidata de la alianza de izquierda «Unidad por Chile». Las similitudes del nombre con la «Unidad Popular» de Allende probablemente no sean casuales.

Según los resultados oficiales preliminares, con el 99,9 % de los votos escrutados, Jara obtuvo el 26,8 % y quedó en primer lugar. Aunque esto la posiciona con vistas a la segunda vuelta del 14 de diciembre, se considera que el bloque de derecha llega con más opciones.

En la Cámara de Diputados y en el Senado también se perfila una mayoría de derecha. La alianza «Cambio por Chile», junto con la derecha tradicional, obtiene la mayoría en ambas cámaras.

Vista aérea de la planta termosolar CEME1, el 8 de julio de 2024, cerca de María Elena, en la región de Antofagasta, Chile. Es la planta termosolar más grande del país, con 882 720 paneles fotovoltaicos que cubren una superficie equivalente a 370 campos de fútbol.
Foto: Pablo Rojas/AFP vía Getty Images

Jara se enfrentó a tres oponentes del llamado bloque de derecha. Los tres aspirantes no solo comparten una orientación política similar, sino también ascendencia de inmigrantes alemanes.

Evelyn Matthei, exalcaldesa de Providencia, fue postulada por la alianza de centroderecha Chile Grande y Unido.

Hija de un general de la Fuerza Aérea nacido en Alemania que formó parte de la junta militar, es una firme anticomunista y se la conoce por minimizar los crímenes cometidos durante el régimen de Pinochet. Sin embargo, muchos chilenos comparten esa visión. Además, pese a su postura conservadora, Matthei también defiende regulaciones más liberales, como el reconocimiento legal de las uniones civiles entre personas del mismo sexo.

Los hombres ganan terreno con eslóganes audaces

Ella, considerada la opción moderada, solo alcanzó el quinto puesto. En la coyuntura actual, marcada por el miedo y la incertidumbre, sus competidores masculinos han ganado espacio con promesas de mano dura.

Uno de ellos es Johannes Kaiser, quien, aunque nieto de un alemán que huyó a Chile de los nazis en 1936, se define como reaccionario y anima a sus seguidores con lemas como:

«¡Disparen primero, pregunten después!»

El presidente del Partido Nacional Libertario terminó en cuarto lugar, con el 13,93 % de los votos.

En segunda posición, con el 23,9 %, se situó José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, probablemente la formación más derechista del país.

Este católico, padre de nueve hijos, es hijo de un oficial de la Wehrmacht que también huyó a Chile tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Plantea medidas como construir un muro o cavar una zanja en la frontera con Bolivia para recuperar el control de la migración y hacer de Chile un lugar más seguro.

El 23 de junio de 2025, el nuevo Observatorio Vera C. Rubin en Chile difundió las primeras imágenes detalladas del universo. Foto: Hernán Stockebrand | CC BY 4.0

El economista Franco Parisi, candidato a la presidencia por tercera vez, logró un resultado sorprendente. Con una plataforma abiertamente antisistema y el lema «Chile no es ni fascista ni comunista», se situó en tercer lugar con el 19,63 % de los votos.

Parisi podría convertirse ahora en un actor decisivo en el nuevo escenario político. En relación con la segunda vuelta, declaró a El País que corresponde a los dos candidatos más votados buscar el respaldo del electorado:

«Gánense los votos (…) el Partido de la Gente [fundado por Parisi] no necesita favores»

Los chilenos se mueven entre recuerdos muy distintos de su historia reciente: del experimento socialista de Allende a comienzos de los años setenta, pasando por los casi 30 años de dictadura militar de Pinochet, hasta la consolidación de estructuras democráticas tras 1990. Algunos desconfían de un nuevo proyecto de izquierda, mientras que otros temen el regreso de propuestas con un sesgo autoritario.

Nota: Este artículo se actualizó el 17 de noviembre con los resultados electorales.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Zerrissenes Land: Wahl zwischen Kommunistin oder Sohn eines Wehrmachtsoffiziers»

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