Las tácticas de represión de China para aplastar disidencia y desestabilizar democracias

El Partido Comunista Chino consigue ejercer su autoritarismo sobre ciudadanos de países democráticos y chinos disidentes a gran escala, dice una investigación periodística internacional.

Por Germain de Lupiac
1 de mayo de 2025 13:46 Actualizado: 1 de mayo de 2025 13:47

El 28 de abril de 2025, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), en colaboración con 42 medios de comunicación asociados en 30 países, entre ellos Radio France, Le Monde, El País, The Guardian y The Washington Post, entre otros, publicó una amplia investigación titulada China Targets, que revela la magnitud y la sofisticación de las tácticas utilizadas por el régimen de Pekín para silenciar las voces disidentes, manipular las instituciones internacionales y promover una visión autoritaria de los derechos humanos.

Este informe, fruto de diez meses de investigación, expone los «aplastantes» mecanismos desplegados por el régimen chino para reprimir a los disidentes más allá de sus fronteras. Basada en entrevistas a más de 100 víctimas en 23 países, documentos internos confidenciales e interrogatorios policiales grabados en secreto, llamadas telefónicas y mensajes de texto, la investigación revela la magnitud de una campaña mundial de represión transnacional orquestada por el Partido Comunista Chino (PCCh).

También muestra cómo la incapacidad para contener el autoritarismo chino le ha permitido llegar a instituciones intergubernamentales como la ONU e Interpol.

Este artículo ofrece un resumen del informe, destacando las tácticas utilizadas, los objetivos perseguidos, las instituciones internacionales manipuladas y la debilidad de las democracias frente a esta amenaza.

Una campaña mundial de represión transnacional

La represión transnacional, tal y como se define en el informe, se refiere a los esfuerzos de un gobierno por perseguir, censurar, amenazar o perjudicar a los disidentes más allá de sus fronteras.

Bajo el liderazgo de Xi Jinping, en el poder desde 2012, el PCCh ha intensificado y perfeccionado esta estrategia, convirtiéndose, según Freedom House [organización no gubernamental con sede en Washington D. C], en el país más activo en este ámbito.

Entre 2014 y 2022, China es responsable de 253 de los 854 incidentes físicos de represión transnacional registrados en todo el mundo, una cifra probablemente subestimada, ya que excluye las tácticas digitales y la presión sobre las familias que permanecen en China.

La investigación China Targets pone de relieve una campaña mundial muy elaborada destinada a neutralizar cualquier voz crítica, ya se trate de disidentes políticos, miembros de minorías oprimidas como los uigures y los tibetanos, practicantes del movimiento espiritual Falun Gong o defensores de la independencia de Hong Kong y Taiwán.

Estos objetivos, a menudo exiliados que viven en democracias, son perseguidos por diversos medios: vigilancia digital, piratería informática, intimidación física, presiones a sus familiares en China e incluso secuestros extrajudiciales.

La investigación destaca que esta represión no se limita a los activistas de alto perfil; también se amenaza a ciudadanos de a pie, a veces por críticas menores o actividades consideradas subversivas.

Tácticas de represión: un arsenal diversificado

El informe detalla una serie de tácticas utilizadas por Pekín para silenciar las voces críticas en el extranjero. Estos métodos, a menudo descritos en documentos internos chinos, reflejan un enfoque coordinado y sistémico.

Vigilancia y piratería digital

Las nuevas tecnologías digitales desempeñan un papel fundamental en la represión transnacional china.

La tecnología que permite «controlar la opinión pública», penetrar en los ordenadores de los disidentes y robar información privada también ha permitido a las autoridades identificar rápidamente a un mayor número de personas y automatizar la represión transnacional.

Las autoridades utilizan software malicioso, campañas de phishing y aplicaciones pirateadas para espiar a los disidentes. Por ejemplo, un reciente ataque contra activistas uigures, documentado por Citizen Lab, implicó un software malicioso camuflado como una herramienta lingüística uigur.

Estos ciberataques permiten recopilar datos personales, acceder a comunicaciones privadas y vigilar las actividades de los objetivos. Plataformas como WeChat, omnipresentes en la diáspora china, también se utilizan para vigilar y censurar las conversaciones.

Intimidación de las familias en China

Una de las tácticas más insidiosas consiste en ejercer presión sobre los familiares que se han quedado en China. La mitad de las 105 víctimas entrevistadas denunciaron que sus familias habían sido interrogadas, acosadas o detenidas por la policía china.

En algunos casos, estas intimidaciones se produjeron tan solo unas horas después de una manifestación o una intervención pública en el extranjero. Por ejemplo, una activista hongkonesa afincada en Londres llamada Lau, vio cómo la policía de seguridad nacional de Hong Kong detenía a su tía y a su tío tras participar en una manifestación contra una nueva embajada china.

Uso de agentes y proxies

Pekín se apoya en una red de actores no estatales, entre los que se incluyen empresas de seguridad privadas, hackers profesionales, asociaciones culturales o miembros de la diáspora vinculados al Departamento de Trabajo del Frente Unido (una organización afiliada al Partido Comunista Chino) e incluso miembros del crimen organizado. Agentes como «Eric», un antiguo espía chino que proporcionó documentos al ICIJ, han revelado cómo se llevan a cabo operaciones secretas en países como Tailandia o Camboya para dar caza a los disidentes.

Secuestros y repatriaciones forzadas

La operación «Fox Hunt» (Caza del zorro), lanzada en 2014, tiene como objetivo oficial repatriar a fugitivos acusados de corrupción. Sin embargo, según un informe de la organización no gubernamental, Safeguard Defenders, ha permitido el retorno forzoso de más de 12 000 personas desde 120 países, a menudo mediante medios extrajudiciales como secuestros o «persuasión» coercitiva. Casos como el de Xu Jin, un antiguo funcionario chino residente en Estados Unidos, ilustran cómo los agentes, a veces con la complicidad de corruptos locales orquestan estas repatriaciones ilegales.

Represión durante las visitas de Xi Jinping

La investigación revela que, en al menos siete de los 31 viajes internacionales de Xi Jinping entre 2019 y 2024, las autoridades locales de los países anfitriones detuvieron o encarcelaron a manifestantes para proteger al presidente chino de cualquier disidencia.

Por ejemplo, en París en 2019, Pohan Wu —un estudiante taiwanés— fue detenido por la policía francesa por exhibir una pancarta en la que se proclamaba la independencia de Taiwán. Estos incidentes muestran cómo China ejerce influencia política y económica para convencer a los gobiernos extranjeros de que repriman las voces críticas.

Manipulación de las instituciones internacionales

Un aspecto especialmente preocupante de la campaña de infiltración del régimen chino es su instrumentalización de organizaciones internacionales como Interpol y las Naciones Unidas para perseguir sus objetivos represivos.

Abuso del sistema de notificaciones rojas de Interpol

China utiliza las «notificaciones rojas» de Interpol, alertas internacionales para localizar a sospechosos, no solo para perseguir a delincuentes, sino también a disidentes políticos, empresarios influyentes y miembros de minorías perseguidas.

El caso de Jack Ma, el multimillonario fundador de Alibaba, ilustra cómo Pekín puede manipular a Interpol para presionar a figuras destacadas. Según Ted Bromund, experto de Interpol, estas notificaciones rojas actúan como «un alfiler atravesado en una mariposa», inmovilizando a los objetivos al limitar sus desplazamientos. Las acusaciones de delitos financieros se utilizan a menudo como pretexto, ya que son más difíciles de rebatir que las acusaciones de delitos violentos.

Cómo China se infiltró en la ONU para imponer su visión de los derechos humanos

El ICIJ descubrió que más de la mitad de las 106 organizaciones no gubernamentales chinas con estatus consultivo en la ONU están estrechamente vinculadas al Gobierno o al PCCh.

Estas organizaciones, a menudo denominadas «GONGOs» (organizaciones no gubernamentales respaldadas por el Gobierno), intimidan a los defensores de los derechos humanos y los disuaden de participar en las sesiones de la ONU, en particular en el Consejo de Derechos Humanos. Desde 2018, el número de estas organizaciones casi se ha duplicado, lo que refuerza la influencia de Pekín en las instituciones internacionales.

«La creciente influencia de China en la ONU supone un riesgo importante de remodelación de esta organización para responder a los intereses chinos, lo que podría perjudicar sus funciones esenciales», explicó Christine Mirre durante un acto organizado por la organización Human Rights Without Frontiers, con sede en Bélgica, en el Club de Prensa de Bruselas, el 29 de febrero de 2024.

Los objetivos: una diversidad de voces silenciadas

Entre las 105 víctimas entrevistadas por el ICIJ se encuentran disidentes políticos chinos y hongkoneses, defensores de los derechos humanos, minorías uigures y tibetanas, practicantes de Falun Gong y activistas por la independencia de Taiwán. Estas personas suelen ser objeto de represalias por acciones consideradas «tabú» por el PCCh, como criticar las políticas del Gobierno, defender los derechos de las minorías o promover ideologías «divergentes».

Los uigures, en particular, sufren una intensa represión, tanto en China como en el extranjero. El informe se hace eco de investigaciones anteriores del ICIJ, como China Cables (2019), que revelan la vigilancia masiva y el internamiento de millones de uigures en Xinjiang. En el extranjero, los uigures se enfrentan a campañas de ciberataques, vigilancia física y presiones diplomáticas para su extradición, a menudo sin respetar los procedimientos legales.

La práctica espiritual de Falun Gong también se menciona en la investigación. El PCCh se centra especialmente en Falun Gong y quiere «erradicar» al grupo espiritual en China y en el extranjero, ya que lo considera una amenaza directa al control totalitario del Partido sobre China. El PCCh lanzó una campaña de persecución brutal contra el grupo espiritual en julio de 1999 y, desde entonces, millones de practicantes han sido secuestrados y detenidos arbitrariamente en prisiones, campos de trabajo y otros centros de represión. En 2019 el Tribunal de China, un tribunal popular independiente con sede en Londres, determinó que el régimen chino llevaba años extrayendo órganos de presos de conciencia «a gran escala», siendo los practicantes de Falun Gong la «principal fuente» de órganos humanos.

Una respuesta insuficiente de las democracias

Una de las conclusiones más alarmantes de la investigación China Targets es la debilidad de la respuesta de las democracias ante la represión transnacional china. Muchos países, influidos por el peso económico y político de China, dudan a la hora de proteger a los disidentes exiliados.

Durante las visitas de Xi Jinping en los últimos años, gobiernos como los de Francia, Irlanda o Tailandia han restringido los derechos de los manifestantes para evitar tensiones diplomáticas. Además, las instituciones internacionales, como Interpol y la ONU, carecen de mecanismos sólidos para contrarrestar el desvío por parte de Pekín de sus propias normas institucionales.

En Estados Unidos, aunque el FBI ha tomado medidas como la detención de agentes chinos implicados en la operación Fox Hunt [Caza de zorro], un informe de 2023 destaca que las agencias gubernamentales tienen dificultades para cuantificar el alcance de la represión transnacional. En Europa, países como el Reino Unido e Irlanda están investigando denuncias, pero los avances son lentos y las víctimas siguen siendo vulnerables en muchos casos.

Las respuestas recientes de Francia

Según Radio France, desde hace algún tiempo, la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) parece haber tomado conciencia del problema: «Las víctimas y los testigos de este tipo de operaciones deben ponerse en contacto con los servicios de la DGSI. Animamos a que se denuncien», afirma la contrainteligencia francesa. «Estas acciones constituyen una injerencia extranjera y, como tal, son objeto de un seguimiento prioritario», explicó la DGSI a la unidad de investigación de Radio France, precisando que «no debe existir extraterritorialidad de las leyes chinas». Radio France ha creado una unidad de investigación para transmitir información de forma anónima y segura (alerter.radiofrance.fr).

«Francia está tomando medidas», asegura Paul Charon, director del área de Influencia e Inteligencia del Instituto de Investigación Estratégica de la Escuela Militar (IRSEM por sus siglas en francés) y coautor en 2021 de un informe sobre las operaciones de influencia chinas.

«El Partido Comunista bajo Xi Jinping es muy consciente de la amenaza que representan todas estas voces disidentes», continúa Paul Charon. «Simplemente tiene miedo de perder el poder. El modelo a no seguir es el de la URSS [donde la apertura progresiva precipitó la caída del régimen]. De ahí el giro hacia la seguridad iniciado por Xi Jinping al llegar al poder en 2012 y el fin de la relativa apertura observada bajo su predecesor, Hu Jintao».

Una amenaza creciente y existencial del PCCh

La investigación China Targets pone de relieve la creciente amenaza que el régimen chino representa para las libertades fundamentales en todo el mundo. La capacidad de China para exportar sus tácticas represivas, manipular instituciones internacionales y gobiernos extranjeros constituye un reto importante para las democracias.

El informe destaca el efecto paralizante de esta represión: muchos activistas, temiendo por la seguridad de sus familias en China, abandonan su defensa, mientras que otros viven con el miedo constante de ser vigilados o atacados.

Para contrarrestar esta amenaza mundial, el ICIJ y sus socios piden una acción concertada. Las democracias deben reforzar urgentemente sus leyes para proteger a los exiliados, mejorar la transparencia de instituciones internacionales como Interpol y la ONU, y los medios de comunicación deben sensibilizar al público sobre la realidad de la represión transnacional de los regímenes autoritarios y su objetivo de destruir los valores de los países democráticos.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «China Targets : les tactiques de répression mondiale de la Chine pour écraser la dissidence et déstabiliser les démocraties»

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