Comentario
En respuesta a la reciente política de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, orientada a reafirmar el control sobre el Canal de Panamá, China y Brasil exploran la construcción de un ferrocarril transcontinental como alternativa competitiva. El trazado propuesto conectaría Ilhéus (Bahía), en la costa atlántica de Brasil, con Chancay, en la costa del Pacífico del Perú.
El proyecto, denominado Corredor Ferroviario Bioceánico Central (CFBC), se estudia desde al menos 2017. Propuestas de alcance y objetivos similares se discuten, como mínimo, desde 2013. Aunque existen otras denominaciones para esta iniciativa transoceánica, su idea central es la misma: atravesar la Amazonia y cruzar la cordillera de los Andes —previsiblemente mediante túneles en algunos tramos— para enlazar las terminales portuarias del Atlántico y del Pacífico.
Muchos obstáculos y riesgos por superar
A menudo media una considerable distancia entre la planificación de un proyecto y su ejecución. Para llevarlo a término habría que superar obstáculos formidables. Los desafíos geográficos y topográficos son notables: abrir una vía a través de la selva amazónica o excavar túneles en la cordillera de los Andes no es una proeza de ingeniería sencilla.
El proyecto también plantea desafíos jurídicos relativos a los derechos territoriales y a la oposición ambiental, así como al desarrollo de la infraestructura de apoyo necesaria. Los costes iniciales para cada país serían significativos, al igual que la necesidad de establecer un servicio de la deuda sostenible y mantener la voluntad política para cumplir el plan cuando surjan estos y otros contratiempos.
Ventajas comerciales significativas
Aunque se trata de un proyecto complejo, plurianual y costoso, ofrecería varias ventajas. Según sus promotores, reduciría el tiempo de envío a Asia entre diez y doce días. En un contexto de aumento de los costos de flete y de dificultades económicas, no es un factor menor.

Pero no se trata solo de un sistema ferroviario. El ferrocarril sería un complemento clave del puerto de aguas profundas que China construye en Chancay, en la costa del Pacífico peruano. Este tipo de puerto permite que los buques de carga y portacontenedores de mayor tamaño atraquen y operen con rapidez, sin las demoras y complejidades propias del tránsito por las esclusas y canales del Canal de Panamá.
En la costa atlántica de Brasil podría levantarse otro puerto de aguas profundas; en conjunto, ambos ofrecerían una vía más fluida y económica para el transporte de mercancías a escala global.
Mucho más que un simple ferrocarril
Los planificadores chinos conciben el CFBC como un proyecto integral que cubre toda la cadena logística y de transporte. Este corredor —con doble vía ferroviaria e integración de infraestructura portuaria, conexiones férreas, centros logísticos y zonas industriales— permitiría el tránsito entre el Pacífico y el Atlántico (y viceversa) y reconfiguraría los flujos comerciales regionales y globales.
Asimismo, disminuiría la dependencia de los cuellos de botella del canal y sus vulnerabilidades asociadas. En comparación con las ventajas del ferrocarril propuesto, el Canal de Panamá resultaría más gravoso para el comercio mundial, lo que lo convertiría en una opción menos deseable, más costosa y más lenta.
El potencial transformador del CFBC es considerable. Prolongaría y consolidaría el papel de China como actor destacado en puertos, presas, energía y otras infraestructuras de la región.
Ganar influencia estratégica regional evitando el control de EE. UU.
Desde la perspectiva de China, el ferrocarril transcontinental propuesto es un medio para reducir, e incluso neutralizar, el dominio de Estados Unidos sobre el comercio interoceánico en la región. La ruta terrestre disminuiría de forma significativa la exposición de Pekín a controles, bloqueos e injerencias comerciales de EE. UU. en el acceso al canal.
Esa consideración, por sí sola, ya constituye un motivo de peso para impulsar el proyecto.
Además, disponer de una alternativa con mejores rendimientos económicos que el Canal de Panamá reforzaría el peso de Pekín sobre sus socios comerciales hispanoamericanos, en gran medida a costa de la influencia estadounidense, con la consiguiente merma de su capacidad de maniobra en la región. A la vez, supondría una prueba de concepto y un impulso reputacional para la agenda china en el Sur Global, y favorecería la expansión de la moneda de los BRICS en América.
En conjunto, estos factores aumentarían la capacidad de China para incidir en sus relaciones con los países hispanoamericanos. Los Estados que participen en la construcción o alojen tramos del sistema ganarían relevancia estratégica. Al mismo tiempo, se intensificaría su dependencia de la financiación, los suministros y la asistencia técnica de origen chino, lo que facilitaría una inserción más profunda de Pekín en sus economías y administraciones.
Por último, el desarrollo de puertos de aguas profundas en Brasil y Perú podría ofrecer al Gobierno chino, según esta lectura, escalas seguras para una armada en expansión y el argumento para mantener una presencia naval relevante en el entorno estadounidense. Una hipótesis de ese calibre habría sido impensable hace apenas unos años. Para algunos analistas, podría asemejarse a una forma de «recolonización» de la región.
Un impacto multidimensional a largo plazo
Los planes de Pekín para el CFBC son tan ambiciosos como desafiantes para la hegemonía regional de EE. UU. en la región. El impacto resultante sería de largo alcance y multidimensional: Pekín podría influir en las condiciones de intercambio, los estándares del transporte marítimo, las operaciones aduaneras y las normas logísticas en la región y en amplias zonas del resto del mundo.
Si Pekín culmina con éxito el CFBC, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR; Belt and Road Initiative, BRI) podría escalar a un nuevo nivel y situar a China en una posición de liderazgo global. Estados Unidos, por su parte, podría verse en desventaja frente a China en el continente americano en términos de recursos, comercio, financiación y capacidades militares.
Cabe esperar que Estados Unidos cuente con planes para anticiparse o frenar una expansión de la presencia china de esta magnitud en su entorno estratégico.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no necesariamente reflejan las de The Epoch Times.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «China Envisions ‘Dry Canal’ to Compete With Panama Canal»
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