INTERNACIONAL

La escalada de presión de Pekín refuerza la alianza entre Estados Unidos y Japón, según analistas

La intensificación de la presión militar y económica de Pekín contra Tokio se interpreta como una estrategia para enmascarar la creciente inestabilidad interna y el malestar social
diciembre 12, 2025 15:21, Last Updated: diciembre 12, 2025 15:21
By Jarvis Lim

Mientras Pekín intensifica su campaña de intimidación contra Tokio tras los comentarios del primer ministro japonés sobre Taiwán, los expertos aseguran que esta dinámica impulsa a Japón a acelerar la modernización de sus capacidades de defensa y a profundizar sus lazos de seguridad con Washington.

El ministro de Defensa japonés, Shinjiro Koizumi, declaró el 10 de diciembre que Pekín no proporcionó «información suficiente» para garantizar la seguridad al comunicar a Tokio el inicio de sus ejercicios militares, según informó Jiji Press.

Las declaraciones de Koizumi se produjeron tras los incidentes del 6 de diciembre, cuando cazas chinos que despegaron del portaaviones Liaoning fijaron intermitentemente en sus radares a aviones japoneses cerca de Okinawa. La primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, calificó las acciones de «extremadamente lamentables».

Estas maniobras se cuentan entre las tácticas de zona gris más recientes de Pekín en respuesta a los comentarios de Takaichi sobre Taiwán y han incrementado la fricción entre ambos países tras la súbita cancelación de varios actos culturales japoneses en China y la prohibición de las importaciones de productos del mar japoneses.

Política arriesgada y calculada

Cheng Chin-mo, profesor asociado del Departamento de Diplomacia y Relaciones Internacionales de la Universidad Tamkang de Taiwán, afirmó que estas operaciones son maniobras calculadas que buscan desafiar la soberanía de Japón sobre Okinawa mediante la amplificación de los relatos que cuestionan el estatus del archipiélago, a la vez que subrayan la gran importancia estratégica de la zona para el Partido Comunista Chino (PCCh).

«Okinawa actúa como un punto de encuentro crucial entre Japón y Taiwán, albergando importantes bases aéreas estadounidenses a menos de una hora de vuelo de Taiwán, lo que significa que la intrusión de Pekín en esta ubicación estratégica supone una provocación directa que pone a prueba la alianza entre Estados Unidos y Japón», declaró Cheng a The Epoch Times.

Cheng afirmó que, al explotar las quejas locales contra la presencia de tropas estadounidenses, el régimen chino pretende profundizar las divisiones entre Okinawa y Tokio y ejercer una intensa presión política sobre el Gobierno japonés, una estrategia que, según él, está diseñada para desviar la atención de la creciente crisis interna del partido.

«El PCCh se enfrenta a un colapso inminente, o al menos a una crisis significativa en su economía y en su sociedad, mientras las luchas políticas internas han provocado purgas de oficiales de alto rango, por lo que llevar a cabo operaciones de zona gris contra Okinawa ayuda a desahogar el sentimiento nacionalista interno y a desviar la atención», declaró Cheng.

Robert Eldridge, director para el Norte de Asia de la Fundación para la Mitigación de Riesgos Globales en Hawái, advirtió de que la política arriesgada de Pekín de «un paso antes de disparar» representa una táctica estratégica deliberada destinada a desestabilizar a la nueva administración de Takaichi.

«No solo en relación con Taiwán, sino ahora también en las islas Senkaku y en Okinawa, China ha incrementado la presión militar para comprobar hasta dónde puede llegar y, cuando lo logra, establece un nuevo status quo», dijo Eldridge a The Epoch Times.

El ministro de Defensa de Japón, Shinjiro Koizumi, y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, pasan revista a una guardia de honor antes de su reunión en el Ministerio de Defensa japonés en Tokio, el 29 de octubre de 2025. Takashi Aoyama/POOL/AFP vía Getty Images

Coerción económica y militar

Eldridge afirmó que la trayectoria de Pekín seguirá una escalada peligrosa y describió el alcance potencial de sus acciones como «ilimitado» y probablemente impulsado por la coerción económica.

«Utilizará su influencia económica en Japón para sembrar el caos, ya que aproximadamente un millón de chinos viven allí», predijo Eldridge. «Otras formas de guerra económica incluyen la interrupción de las importaciones de Japón, en particular de productos agrícolas y pesqueros, y la restricción de las exportaciones de China a Japón, lo que interrumpiría la cadena de suministro de la economía japonesa, en especial la manufacturera».

Más allá de las interrupciones comerciales, Eldridge señaló el uso continuo de la guerra jurídica por parte de Pekín como una estrategia deliberada orientada a distorsionar la postura defensiva de Japón y a socavar sus fronteras territoriales.

«Está intentando deslegitimar el territorio de Japón alegando que hay un movimiento independentista en Okinawa», declaró. «Está poniendo en tela de juicio la propiedad japonesa de Okinawa. Esto es guerra cognitiva, sin duda, una cuestión de zona gris».

La campaña de presión se ha extendido a operaciones militares conjuntas. El 9 de diciembre, China y Rusia llevaron a cabo una patrulla de bombarderos alrededor de Japón en la que dos H-6 chinos se unieron a dos Tu-95 rusos con capacidad nuclear sobre el mar de China Oriental, un episodio que, según los analistas, apunta a una escalada aún mayor.

Refiriéndose a estas operaciones conjuntas, Cheng anticipó que Pekín solo continuaría intensificando su agresión en la zona gris, potencialmente hasta un bloqueo en torno a Japón, a semejanza de los ejercicios militares a gran escala llevados a cabo en 2022 alrededor de Taiwán tras la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi.

«En un escenario así, probablemente desplegarán medios militares a lo largo de las aguas territoriales de Japón para amenazar a Tokio y reproducir ese modelo de intimidación», dijo Cheng. «Aunque creo que China se contendrá para evitar una guerra, aprovechará estos ejercicios de cerco para cualquier oportunidad de provocación y para presionar de forma continuada a Japón».

Reacción estratégica

Las recientes escaladas de Pekín han suscitado la condena de Washington. Un portavoz del Departamento de Estado declaró el 9 de diciembre que las acciones de China «no favorecen la paz ni la estabilidad regionales» y subrayó que la alianza entre Estados Unidos y Japón sigue siendo «más fuerte y más unida que nunca».

Saho Matsumoto, profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Nihon, en Japón, señaló que Pekín es muy sensible a cómo lo percibe la comunidad internacional, en particular el llamado Sur Global, y teme ser etiquetado como un factor desestabilizador.

«Japón podría usar este incidente para demostrar que es China quien causa problemas y perturba la estabilidad, no nosotros», declaró Matsumoto a The Epoch Times. «Los japoneses estamos haciendo todo lo posible para mantener la estabilidad del Indopacífico».

Cheng afirmó que la actuación de Pekín está fortaleciendo de forma involuntaria la alianza de seguridad entre Estados Unidos y Japón y acelerando la modernización de la defensa japonesa.

«El ejemplo más concreto de esta cooperación militar más estrecha son los ejercicios aéreos conjuntos entre Estados Unidos y Japón del 10 de diciembre, que marcan la primera reafirmación de la presencia militar estadounidense desde que China inició sus ejercicios regionales la semana pasada», declaró Cheng.

«Además, Japón podría ir más allá de sus limitaciones tradicionales de autodefensa; cuanto más intensifique el PCCh las amenazas militares regionales, más obligará a Estados Unidos y Japón a reforzar sus despliegues militares».

Desde una posición más tajante, Eldridge defendió una ruptura estratégica total y sostuvo que el mundo libre debe desmantelar activamente el motor financiero que alimenta las ambiciones globales de Pekín.

«Necesitamos cortar la capacidad de China para expandirse económicamente, ya que eso le permite expandirse política, diplomática y militarmente», afirmó. «En la década de 1980, el presidente estadounidense Ronald Reagan describió a la Unión Soviética como el “Imperio del Mal”, pero el PCCh es el Imperio del Mal moderno. Y el Partido Comunista Chino debe ser destruido».

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título Beijing’s Escalating Aggression Cements US–Japan Alliance: Analysts».

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