CIENCIA Y TECNOLOGíA

Sin desencanto: los científicos y su anhelo de espiritualidad

¿Están la ciencia y las ideas lógicas realmente reñidas con la espiritualidad y la fe? Para llegar al fondo de esta cuestión, investigadores encuestaron a más de 100 científicos naturales de diversos países y llegaron a conclusiones sorprendentes
octubre 22, 2025 17:04, Last Updated: octubre 22, 2025 17:04
By Christina Spirk

«La modernidad despoja a la realidad, y en especial a la ciencia, de su magia y misterio», resumió Brandong Vaidyanathan, sociólogo de la Universidad Católica de América y autor para correspondencia de un estudio reciente sobre ciencia y espiritualidad, al exponer una idea extendida en declaraciones a The Epoch Times. «El pensamiento científico se opone al pensamiento mágico y busca reducir nuestra experiencia de la realidad a átomos, moléculas, fórmulas, etc.»

La noción de que ciencia y espiritualidad se contraponen hunde sus raíces, entre otros factores, en la teoría del «desencanto» del sociólogo alemán Max Weber. Esta hipótesis, formulada en 1917, sostiene que, a medida que avanza la ciencia, el anhelo espiritual disminuye de forma inevitable.

Sin embargo, el estudio de Vaidyanathan y su equipo dibuja un panorama muy distinto. Las respuestas de 104 biólogos y físicos de India, Italia, Reino Unido y Estados Unidos muestran que la mayoría de los científicos —tanto religiosos como espirituales no religiosos o plenamente laicos— experimentan en su trabajo una sensación notablemente similar de «anhelo espiritual».

Sobre este término, los autores escriben: «Definimos el anhelo espiritual como el deseo de una conexión más profunda —con uno mismo, con los demás, con la naturaleza o con Dios— y de un sentido superior, incluido el anhelo de trascendencia más allá del yo».

Qué impulsa a los científicos

Durante las entrevistas, los autores del estudio rastrearon palabras clave, deseos y percepciones recurrentes cuando biólogos y físicos hablaban de su trabajo. Muchas respuestas resultaron sorprendentes y desafiaban tanto la teoría del desencanto como una comprensión estrictamente lógica de la ciencia.

Un biólogo estadounidense, que se considera espiritual más que religioso, explicó qué lo impulsa en su labor: «Creo que, en última instancia, todos intentamos comprender cómo funcionan las cosas y por qué lo hacen. La forma de hacerlo varía enormemente. Algunos científicos dirán que no ven nada espiritual en ello, pero yo creo que sí. En el fondo tratamos de entender por qué estamos aquí y por qué existimos. ¿Y qué nos ayuda a existir? Todas estas son preguntas importantes y, si Dios es responsable o no, es algo que quizá nunca podamos responder. Pero comprender lo inexplicable es, en cierto modo, comprender cómo fuimos creados por un ser superior».

Uno de los físicos entrevistados afirmó: «Tengo la edad suficiente para darme cuenta de que no viviré lo bastante como para comprender todo lo que quisiera. En ese sentido, es un anhelo: el anhelo de saber más sobre estas cuestiones de lo que sé ahora. ¿Existe algo superior a nosotros y qué sucede allí? ¿Qué significa el Big Bang? ¿Existen otros Big Bang? ¿Existen universos paralelos? Nos gustaría saberlo, pero yo nunca lo sabré».

Un físico italiano describe cómo perseguir ese anhelo, motor de la investigación científica, también satisface el deseo de conocernos mejor:


«Este anhelo de alcanzar las estrellas también nos permite comprender algo sobre nosotros mismos. Mirar más allá está realmente conectado con el deseo humano. Puede parecer inútil, pero en realidad es muy significativo. Va mucho más allá de estas cosas».


Asombro en la naturaleza y relación personal con Dios

Muchos investigadores no religiosos relatan momentos de asombro y de conexión con la naturaleza, mientras que quienes se declaran religiosos hablan de una relación con Dios en su trabajo.


«Creo que siento la conexión con la naturaleza y el asombro con mayor intensidad cuando estoy en lugares como desiertos o cumbres, donde no hay estructuras humanas y donde los seres humanos no podrían vivir. Entonces pienso: “¡Guau! Es increíble que existan lugares así y que apenas podamos experimentarlos”. Creo que esa es la naturaleza de esos lugares», afirmó un biólogo que se identifica como laico.


Otro biólogo italiano, no religioso, recordó: «Hace unos años, cuando decidí estudiar biología, tenía la ambición de entender ciertas cosas y me hacía muchas preguntas. No he dejado de hacérmelas por haberme hecho mayor; simplemente las abordo de otro modo. En cualquier caso, siguen sin respuesta. Un momento muy cotidiano es contemplar el cielo estrellado en medio del desierto: en ese instante esas preguntas regresan y reaparecen en mi conciencia. ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿qué hacemos aquí? Esos momentos existen, pero no me llevan a concluir que deba ir a la iglesia o hablar con alguien al respecto».

Un biólogo italiano que se declara religioso adopta un enfoque distinto y describe así sus experiencias: «El éxito y la consecución de ciertos objetivos [científicos], nada fáciles, confirmaron para mí la validez del enfoque religioso. Desde una perspectiva humana, esto me acercó mucho a la religión. Estoy agradecido y, a veces, me digo: “Si soy quien soy, lo positivo procede de ser religioso”. Así lo veo. No es así para todos, pero así lo veo. Aunque dedico poco tiempo a la religión y la espiritualidad, creo que todo lo que hago en este ámbito es, en última instancia, vida espiritual, porque vivo mi vocación de científico, padre y esposo».

Una bióloga británica, creyente, considera la ciencia un medio para perseguir su anhelo de conexión con Dios:


«Creo que el anhelo es el deseo de una conexión profunda. Sé que lo he experimentado, pero es como si no pudiera sentirme realizada sin intentar encontrar aquello que busco. Y creo que existe un anhelo de conectar más hondamente con Dios, como si quisiera saber […]. Creo que el trabajo que haces tiene valor. Creo que, a través de la ciencia, surgirá algo que Dios quiere de ti».


Asombro y fe en la historia de la ciencia

Aunque sus enfoques y perspectivas diferían, los tres grupos de científicos —religiosos, espirituales y no creyentes— compartían la capacidad de asombro y la admiración que este suscita.

Martin Nowak, profesor de Biología y Matemáticas en la Universidad de Harvard, ajeno al estudio, sostiene que ciencia y espiritualidad comparten una cualidad fundamental.

«Ambas buscan la verdad», declaró a The Epoch Times. «Ambas implican asombro y admiración».

Con todo, la sinergia entre ciencia y espiritualidad no es nueva: se remonta a tiempos remotos. Para muchos científicos de renombre, la fe no contradecía los descubrimientos, sino que los inspiraba.

Así, Galileo estudiaba las estrellas convencido de que eran obra de Dios; Newton veía en las leyes del movimiento un reflejo del orden divino; y Einstein describió la relación entre religión y ciencia como un «sentimiento religioso cósmico», que consideró «el incentivo más fuerte y noble para la investigación científica».

El escritor británico C.S. Lewis lo formuló así:


«La gente se convirtió en científica porque esperaba leyes en la naturaleza, y esperaba leyes en la naturaleza porque creía en un Creador de esas leyes».


Ciencia y espiritualidad: ¿un conflicto artificial?

Ahora bien, no todos los científicos encuestados manifestaron un anhelo espiritual, tal como documentaron Vaidyanathan y su equipo. Algunos adoptan una perspectiva más racionalista y encuentran satisfacción en explicaciones materiales, sin aspiración de trascendencia. Otros conciben la ciencia más bien como el descubrimiento de los límites humanos que como una vía de revelación del sentido cósmico.


«Aunque, como hemos visto, algunos científicos no expresan anhelos espirituales, la ciencia puede, no obstante, inspirar nuevas vías de exploración espiritual y existencial y ofrecer un recurso espiritual único tanto a creyentes como a no creyentes», concluye el estudio.


Sarbmeet Kanwal, físico teórico del Instituto Tecnológico de California (Caltech) y ajeno al estudio, señaló a The Epoch Times: «El asombro y la maravilla constituyen una puerta de entrada a experiencias de la realidad para las que aún no disponemos de una base científica sólida».

Con todo, muchos científicos no perciben «ninguna contradicción entre la experiencia espiritual y la investigación científica», añadió Kanwal. «El esfuerzo científico es una forma de anclar nuestras experiencias humanas en un orden natural que impregna el universo en el que vivimos. Algún día, quizá dentro de siglos, podremos explicar las experiencias espirituales como parte de ese orden. Hasta entonces debemos considerarlas un misterio aún por explorar, pero no algo que contradiga la ciencia».

Kanwal apunta que, si la propia ciencia despierta de forma natural anhelos espirituales con independencia de los sistemas de creencias, el conflicto entre razón y trascendencia sería, en gran medida, artificial: una falsa dicotomía que limita por igual la comprensión científica y la espiritual.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Von wegen Entzauberung: Wissenschaftler und Ihre Sehnsucht nach Spiritualität»

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