El consumo de agua está relacionado con los niveles de estrés

Un nuevo estudio demostró que las personas que bebían menos agua experimentaban un aumento repentino de la hormona del estrés, el cortisol, cuando se enfrentaban a las presiones diarias

Por Cara Michelle Miller
6 de noviembre de 2025 12:14 Actualizado: 6 de noviembre de 2025 13:01

La cantidad de agua que bebe cada día puede influir en cómo su organismo gestiona el estrés.

Según un estudio reciente publicado en Journal of Applied Physiology, los adultos que consumían menos de seis vasos al día —de agua u otras bebidas— registraron un aumento del 50 % de cortisol, la hormona del estrés, ante situaciones de presión.

«La deshidratación no solo afecta a la salud física, sino que también puede intensificar la respuesta al estrés», explicó Daniel Kashi, investigador de la Universidad John Moores de Liverpool (Inglaterra) y autor principal del trabajo, a The Epoch Times por correo electrónico.

«Con el tiempo, los niveles elevados de cortisol se han relacionado con problemas como enfermedades cardíacas, renales y diabetes», añadió Kashi.

Hidratación baja, cortisol alto

Entre las personas que bebían menos líquidos a diario, el cortisol —la hormona que activa la respuesta de lucha o huida del organismo— aumentó más del 50 % en comparación con quienes se mantenían bien hidratados.

El equipo de investigación examinó a 64 adultos sanos (32 hombres y 32 mujeres) y los dividió en dos grupos según su ingesta diaria de líquidos.

El grupo con menor ingesta consumía una media de 5,5 vasos al día. El otro se situaba cerca de las recomendaciones habituales —unos 8 vasos para las mujeres y 10 para los hombres— e incluso las superaba. Se contabilizó toda clase de bebidas, no solo agua.

Tras una semana con hidratación controlada, cada participante pronunció un discurso improvisado ante jueces impasibles y después realizó una prueba de matemáticas exigente. El objetivo era medir la respuesta fisiológica al estrés.

Ambos grupos dijeron sentirse estresados y mostraron aumentos en la frecuencia cardíaca, pero quienes bebieron menos líquidos registraron un incremento mayor de cortisol en la saliva, lo que indica una reacción de estrés más intensa. De media, el nivel de cortisol salival subió hasta unas 6 unidades después de la prueba, frente a unas 4 unidades en quienes estaban bien hidratados.

Quienes llegaron ligeramente deshidratados —como mostraba una orina más oscura y concentrada— presentaron la reacción al estrés más acusada.

Por qué la deshidratación intensifica el estrés

El cortisol es fundamental para la forma en que el cuerpo gestiona el estrés: ayuda a mantenerse alerta, concentrado y preparado para actuar. Sin embargo, cuando sus niveles se mantienen elevados de forma sostenida, pueden deteriorar la salud y elevar el riesgo de hipertensión, aumento de peso y enfermedad cardíaca.

Una investigación reciente apunta a un motivo por el que algo tan común como no beber suficiente agua puede elevar el cortisol.

«El mecanismo de esta intensificación del estrés implica el complejo sistema de regulación hídrica del organismo», explicó Neil Walsh, coautor del estudio y profesor de la Universidad John Moores de Liverpool, a The Epoch Times por correo electrónico.

Cuando el cuerpo empieza a perder líquidos —ya sea por ejercicio intenso, calor o simplemente por una ingesta insuficiente— libera una hormona que favorece la retención de agua y que, además, activa el sistema de respuesta al estrés.

«La vasopresina (la hormona que retiene agua) ayuda a los riñones a conservarla, pero también señala al cerebro que libere cortisol al activar el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), el sistema que desencadena la liberación de cortisol durante el estrés», explicó Kashi.

En el laboratorio, los participantes que bebieron menos líquidos presentaron niveles más altos de copeptina, un precursor de esa hormona, lo que sugiere una activación elevada del mecanismo de conservación de agua. Estudios previos también han asociado concentraciones altas de copeptina con un mayor riesgo de trastornos metabólicos como la diabetes de tipo 2 y la enfermedad cardíaca.

«El vínculo entre el equilibrio hídrico y la respuesta al estrés podría ayudar a explicar por qué una ingesta baja y sostenida de líquidos suele relacionarse con peor salud a largo plazo», añadió Walsh.

En síntesis, cuando el organismo intenta conservar agua, también puede predisponerse al estrés, una doble carga que puede acumularse con el tiempo.

¿Qué significan estos hallazgos para la salud a largo plazo?

Algo tan simple como una buena hidratación puede ayudar a mantener bajo control el sistema de respuesta al estrés, según los investigadores. Por el contrario, la deshidratación prolongada puede contribuir al estrés crónico y mermar la salud de forma gradual.

Conviene recordar que la sed no es un indicador fiable de la necesidad de líquidos. En el estudio, quienes bebían menos no declararon tener más sed que quienes se mantenían bien hidratados.

«Si bien beber suficiente agua no cura la ansiedad —afirma Kashi—, es una medida sencilla y útil para apoyar la respuesta del cuerpo al estrés. La hidratación funciona mejor junto con otros hábitos saludables, como dormir bien, hacer ejercicio con regularidad, mantener una alimentación equilibrada y cuidar la salud mental».

«Aunque beber suficiente agua no es una cura para la ansiedad», afirma Kashi, «es una forma sencilla y útil de ayudar a tu cuerpo a responder al estrés. La hidratación funciona mejor junto con otros hábitos saludables, como dormir bien, hacer ejercicio regularmente, llevar una alimentación equilibrada y cuidar la salud mental».

En ese sentido, mantener una hidratación adecuada comienza con una adecuada ingesta tanto de líquidos como de alimentos.

“cualquier alimento o bebida, excluyendo las alcohólicas, con un contenido mínimo de agua del 80%, se puede decir que tienen la capacidad de hidratar, es decir, de aportar líquido al organismo. En este grupo estarían las frutas, verduras, ensaladas, caldos y sopas, infusiones, leche, zumos y refrescos”, según compartió con la agencia  EFE, el director del Instituto Médico de Ejercicio Saludable, Carlos de Teresa.

Cuando en el organismo hay un 1 o 2 % de deshidratación comienza a afectarse la memoria a corto plazo, las tareas de atención selectiva visual, la concentración y el tiempo de reacción.

La psicóloga Silvia Álava afirma que a sus estudiantes «les recomiendo que estudien con una botellita de agua que les ayude a mantener la atención y la concentración y que también la lleven a los exámenes para bajar esos niveles y controlar la ansiedad».

De acuerdo con estudios realizados por la Universidad de Connecticut sobre deshidratación leve y esfuerzo percibido (RPE), una deshidratación del 2,7% puede hacer que tengamos una mayor sensación de esfuerzo para hacer las tareas unido a tristeza, cansancio y decaimiento.

De acuerdo con Álava, «Los niños no llegan al colegio bien hidratados y eso repercute en su falta de atención, en el cansancio e incluso en la irritabilidad. Y eso se agrava si encima llegan sin desayunar».

Aunque el estudio no demuestra que beber más agua reduzca directamente el cortisol en la vida real, añade pruebas que relacionan una menor hidratación con problemas de salud crónicos, como la hipertensión arterial, las enfermedades metabólicas y los problemas renales.

Los investigadores señalaron que el vínculo entre estrés e hidratación requiere más estudio. Su próximo objetivo es comprobar si la adopción de mejores hábitos de ingesta de líquidos durante meses o años reduce los picos de hormonas del estrés en la vida diaria.

Cómo mantenerse hidratado

Las necesidades de líquidos varían según la edad, la actividad física, la dieta y el clima. Para la mayoría de las personas, el agua es suficiente para hidratarse, pero no es la única que aporta a la ingesta diaria.

«El té, el café, la leche y los alimentos ricos en agua también contribuyen a la ingesta de líquidos», señaló Walsh. Los estudios muestran que incluso las bebidas con cafeína ayudan a mantener la hidratación: están compuestas principalmente de agua, por lo que la cafeína no anula sus beneficios. La clave —añade— «es la constancia, no la perfección».

Hay momentos —tras un ejercicio intenso, en un día muy caluroso o al tomar ciertos medicamentos— en los que el organismo necesita un apoyo adicional. En esos casos, puede ser útil una bebida casera preparada con agua, una pizca de sal y una cucharadita de jarabe de arce. No obstante, si su dieta habitual ya es rica en sal o azúcar, reserve este recurso para cuando realmente sea necesario.

Como regla práctica, observe el color de la orina: el amarillo pálido indica una buena hidratación; los tonos más oscuros sugieren que probablemente necesita beber más.

La manera más sencilla de mantener una hidratación adecuada es dar pequeños sorbos a lo largo del día, antes de sentir sed.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «Your Daily Water Intake Could Be Fueling Your Stress Levels»

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