VOX tramita ley para prohibir las «carnes sintéticas» y regular las proteínas de insectos

La FAO y la OMS han identificado más de 50 posibles peligros en los alimentos a base de células, incluidos posibles riesgos de afectar el metabolismo humano o estar vinculados al desarrollo de ciertos tipos de cáncer

Por Anastasia Gubin
12 de julio de 2025 12:18 Actualizado: 12 de julio de 2025 12:50

El Congreso admitió en trámite una proposición de Ley del Grupo Parlamentario VOX para la protección del consumidor frente «a la comercialización fraudulenta de carne sintética y harinas de insectos», productos que al recibir denominaciones como la carne, o no estar debidamente etiquetados, pueden confundir y podrían, según algunos estudios, suponer un riesgo para la salud.

La proposición de ley pretende conseguir «la prohibición de producción y comercialización de alimentos a partir de cultivos celulares de animales vertebrados», así como «el uso de denominaciones asociadas a productos cárnicos para alimentos elaborados exclusivamente por proteínas de origen vegetal», informó VOX el 10 de julio.

Además, fija «requisitos específicos de etiquetado y comercialización para los productos derivados de insectos y larvas».

La proposición se ampara en que la Constitución Española obliga a los poderes públicos garantizar «la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos», dice el texto publicado en el Congreso el 11 de julio.

La proposición define las siguientes nomenclaturas que tendrán los alimentos: Productos alimenticios de origen animal, Proteínas vegetales y Proteínas alternativas.

Se entenderá por Proteínas alternativas, las proteínas derivadas o proporcionadas por organismos pertenecientes a nuevas fuentes. Estas pueden ser derivadas de insectos.


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También incluye los alimentos cultivados a partir de células de origen animal en ambiente sintético: la llamada «carne sintética», que, en realidad, no tiene carne.

Cabe destacar que aunque su origen provenga de células de origen animal, para su crecimiento y volumen estas se desarrollan y multiplican con una variedad de productos sintéticos, como hormonas y químicos.

Se entenderá por Proteínas vegetales a las proteínas derivadas o proporcionadas por organismos cuya base principal sea de origen vegetal.

Los productos de origen animal y productos alimenticios derivados de ellos recibirán la nominación: Productos alimenticios de origen animal.

La proposición destaca la importancia de la llamada Denominación legal del producto, y la necesidad de que el consumidor sepa si un producto ha sufrido algún tipo de transformación, que dé lugar a una modificación significativa del producto inicial, por calentamiento, ahumado, salazón, maduración, desecación, decapado, extracción, extrusión o una combinación de estos procesos.

A la vez, define como productos elaborados a los productos alimenticios resultantes de la transformación de productos no elaborados. Por lo tanto, podrán contener sustancias necesarias para su fabricación o para conferirles características específicas.

Prohibición de introducir proteínas alternativas en productos elaborados

La proposición no permite elaborar, comercializar y promocionar alimentos y piensos a partir de cultivos de células o tejidos derivados de animales vertebrados, aislados o elaborados a partir de ellos.

Por tanto, quedaría prohibido a los operadores del sector alimentario y de producción de piensos utilizar sustancias u organismos obtenidos de cultivos de células o tejidos derivados de animales vertebrados en la preparación de alimentos, bebidas o piensos, ya sea de forma aislada o procesada.

También quedaría prohibido comercializar, almacenar, importar, producir para exportación, distribuir o promocionar alimentos o piensos que contengan o provengan total o parcialmente de cultivos de células o tejidos derivados de animales vertebrados.

El uso de la palabra carne y el etiquetado

La propuesta no permite usar la denominación de carne, o el nombre de las partes de un animal para productos elaborados a base de proteínas vegetales. Sin embargo, permitirá que a una carne real se le añadan proteínas, aromas o ingredientes vegetales en los productos elaborados, siempre que no los sustituyan.

El envasado de cualquier categoría de alimentos y preparados para consumo humano elaborado con, o a partir de insectos o larvas de estos, ya sean congeladas, en pasta, secas o en polvo, deberá estar etiquetado de manera visible, clara y comprensible e incluirá el nombre del insecto y su procedencia.

Estos se comercializarán en secciones específicas y separadas, debiendo estar señalizadas en todo caso con cartelería específica.

Las infracciones contempladas serían sancionadas con el decomiso del producto ilícito, la clausura de la planta de producción por un período de 1 a 3 años y multas que oscilarán desde un mínimo de 10 000 euros hasta un máximo de 60 000 euros o el 10 por ciento del volumen de negocios anual, si este porcentaje supera los 60 000 euros. En todo caso, la sanción no podrá superar los 150 000 euros.

Argumentos presentados en el Congreso

El objetivo del grupo parlamentario es la protección de los productos de origen animal, y que los productos de origen no animal se diferencien de los productos sintéticos y de origen vegetal.

La industria cárnica es importante en España, y lidera las exportaciones del sector agroalimentario, representando un 18 % de éstas.

Los parlamentarios rechazaron la idea, que señalan ha surgido, incluso desde los poderes públicos, de asociar el consumo de carne o los productos de origen animal con la emisión de gases de efecto invernadero, ya que la producción ganadera representa únicamente el 7,8 % del total de las emisiones de Gases Efecto Invernadero en España.

Para la problemática en torno al uso de ciertas denominaciones en la comercialización de productos alimentarios, los parlamentarios destacan la Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 14 de junio de 2017, que determinó que los productos vegetales no pueden comercializarse con denominaciones como «leche», «nata», «mantequilla», «queso» o «yogur» puesto que son conceptos reservados por el Derecho de la Unión Europea a los productos de origen animal.

Como ejemplo cita que Francia ya impidió el uso de la terminología asociada al sector cárnico para designar productos que no son de origen animal e Italia aprobó a finales de 2023 una ley relativa a la prohibición de producción y comercialización de alimentos y piensos compuestos, aislados o producidos a partir de cultivos de células o tejidos derivados de animales vertebrados, así como a la prohibición de la denominación de carne para productos transformados que contengan proteínas vegetales. Vox busca algo similar en la legislación española.

Asimismo, el Gobierno italiano ha aprobado cuatro Decretos dirigidos a garantizar información clara para el consumidor frente a productos que hayan sido producidos a partir de insectos.

Las normas comunitarias regulan la proliferación de proteínas alternativas, como el consumo de insectos, a través del Reglamento (UE) 2015/2283, que establece el marco para los nuevos alimentos. Desde el 1 de enero de 2018, los insectos enteros y sus partes se incluyen como «nuevos alimentos» a pesar de que no se habían consumido significativamente en la UE antes del 15 de mayo de 1997. Se han aprobado regulaciones para incluir las larvas de gusano de la harina, langosta migratoria, grillo doméstico y larvas del escarabajo del estiércol, en esta categoría.

Riesgos para la salud del consumo de insectos

En relación con los riesgos microbiológicos y alergénicos asociados al consumo de insectos, entre los argumentos de la proposición se destaca un informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, de mayo de 2018, en el que se pone de relieve que:

«Los insectos son portadores de una microbiota muy diversa. Algunos de estos microorganismos, tanto del contenido intestinal como de la superficie externa, son patógenos y pueden ocasionar enfermedades de transmisión alimentaria».

«Los tratamientos tecnológicos aplicados en la industria alimentaria, principalmente los tratamientos térmicos (ebullición, fritura, tostado), provocan una reducción considerable en los recuentos microbianos. No obstante, las bacterias esporuladas patógenas podrían sobrevivir a estos tratamientos y crecer durante el periodo de almacenamiento previo al consumo».

Riesgos para la salud del consumo de «carnes sintéticas»

Los parlamentarios expusieron que, en la actualidad, no existen evidencias suficientes ni garantías concluyentes sobre su valor nutricional o el peligro y los riesgos relacionados con su consumo.

A la vez, destacan que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, en su informe acerca de los aspectos de seguridad alimentaria de los alimentos a base de células, ya ha identificado más de medio centenar de posibles peligros relacionados con este tipo de alimentos, tales como una posible interferencia en el metabolismo humano o incluso su vinculación con el desarrollo de determinados tipos de cáncer.

El Dr. Antonio Gasbarrini, experto en aparato digestivo, profesor de la Universidad Católica de Roma, en relación a la «carne cultivada» o «carne sintética», expuso el año pasado cómo funciona el aparato digestivo humano normal y la importancia de mantener su microbiota para la defensa contra todo tipo de enfermedades.  De su buen funcionamiento depende la inmunidad.

«Cuando leo «carne cultivada», considero que es un error científico enorme. No es carne cultivada. Son células aisladas de una biopsia muscular que se ponen en un medio de cultivo y crecen allí. Pero no es carne. La carne es una estructura mucho más compleja que consta de células, pero también de grasa, minerales, estructuras cartilaginosas y más».

El médico dice que, a diferencia de la carne animal, las células cultivadas se absorben todas en el duodeno sin dejar que el colon reciba los restos que sirven para mantener su microbiota, esencial en los procesos inmunológicos del ser humano.

«¿Quién puede asegurar que estos alimentos sean seguros si no sabemos cómo afectan a la microbiota, al sistema inmunitario y al eje intestino-cerebro?», destaca. «La toxicidad, los riesgos genotóxicos, el riesgo de cáncer, todo eso se valora a largo plazo. ¿Cuántos años llevará antes de que podamos realmente evaluar estos riesgos?», señaló.

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