China en las venas de Venezuela: el plan maestro de Pekín para controlar el régimen de Maduro

Por MAIBORT PETIT
25 de septiembre de 2025 18:57 Actualizado: 25 de septiembre de 2025 21:15

Lejos de ser una simple alianza diplomática, la relación entre China y el régimen de Nicolás Maduro es un engranaje maestro de supervivencia y control, tejido con precisión quirúrgica para blindar al chavismo frente a sanciones, consolidar un modelo de extractivismo corrupto y proyectar el poder de Pekín en América Latina. Lo que comenzó como una afinidad ideológica bajo Hugo Chávez ha mutado en una dependencia crítica que fusiona intereses económicos, tecnológicos, políticos y criminales, convirtiendo a Venezuela en un laboratorio geopolítico de China y un bastión del cártel de los Soles, acusado por Estados Unidos de narcoterrorismo. En los actuales momentos, China es el principal dique para frenar la política de máxima presión de la Administración de Donald Trump contra la cúpula del régimen venezolano.

Un salvavidas chino para un régimen asediado

Desde 2000, China ha inyectado más de 57 000 millones de euros (67 000 millones de dólares) en Venezuela, principalmente a través del «Fondo Pesado Chino», un esquema de «préstamos por petróleo» que asegura a Pekín un flujo constante de crudo a precios de descuento, mientras otorga a Maduro la liquidez necesaria para sortear sanciones y el colapso económico. Entre 2000 y 2017, se desembolsaron 53 000 millones de euros (62 600 millones de dólares), pero la opacidad contractual y la corrupción generalizada permitieron que gran parte de esos recursos se desvanecieran en proyectos fallidos o bolsillos de la élite chavista. En el primer semestre de 2025, las exportaciones venezolanas a China crecieron un 120 %, impulsadas por petróleo, minerales, productos agrícolas y bienes industriales ligeros, según el Ministerio de Comercio Exterior venezolano. Este flujo comercial no solo financia al régimen, sino que consolida la entrega de soberanía económica a Pekín.


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Las sanciones de Estados Unidos, diseñadas para estrangular la industria petrolera venezolana, no lograron doblegar a Maduro. Con la complicidad china, el crudo venezolano evade restricciones mediante rutas opacas: reetiquetado como «mezcla de betún» de Malasia o petróleo brasileño, llega a refinerías chinas a precios preferenciales. En un movimiento reciente, China comprometió 860 millones de euros (1000 millones de dólares) para revitalizar la producción petrolera en el Lago de Maracaibo, un símbolo histórico de la industria venezolana, reforzando su control sobre los recursos energéticos del país.

Un dominio multidimensional: energía, tecnología y control

La influencia de Pekín sobrepasa el petróleo y penetra los sectores estratégicos de Venezuela, asegurando un dominio integral:

– Energía: La China National Petroleum Corporation (CNPC) y Sinopec operan en la Faja Petrolífera del Orinoco, mientras Sinohydro y Dongfang Electric sostienen el sistema eléctrico, incluyendo la represa de Guri, clave para la estabilidad energética.
– Telecomunicaciones: Huawei lidera el despliegue de redes 5G y sistemas de vigilancia urbana, y ZTE provee tecnología de identificación, otorgando al régimen herramientas de control social y comunicación seguras frente a la inteligencia estadounidense.
Infraestructura: Empresas como China Railway Engineering Corporation (CREC) y China Harbour Engineering Company (CHEC) modernizan puertos y ferrocarriles, dominando rutas comerciales críticas.
Minería y agroindustria: CITIC Metal explota oro y hierro en el Arco Minero del Orinoco, mientras CAMC Engineering desarrolla plantas procesadoras de alimentos, asegurando a China acceso a recursos estratégicos.


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Este ecosistema, consolidado en la Expo China-Venezuela de 2025 con la presencia de más de 50 empresas chinas, convierte a Venezuela en un engranaje de la «Iniciativa de la Franja y la Ruta». Pekín no solo estabiliza a Maduro, sino que prueba su capacidad de moldear gobiernos y economías a su favor, usando al país como un laboratorio geopolítico.

El cártel de los Soles: narcoterrorismo bajo la sombra china

Mientras China apuntala la economía venezolana, el régimen de Maduro enfrenta acusaciones devastadoras de narcoterrorismo. En marzo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos señaló a Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López como líderes del cártel de los Soles, una red integrada por militares y funcionarios corruptos que, en alianza con las FARC, inunda el mercado estadounidense con cocaína mezclada con fentanilo, causando miles de muertes. En 2022, las imputaciones se ampliaron, y en 2025, la fiscal general Pam Bondi anunció recompensas históricas: 42,5 millones de euros  (50 millones de dólares) por Maduro, 21,2 millones de euros (25 millones de dólares) por Cabello y 12,7 millones de euros (15 millones de dólares) por Padrino López. Las acusaciones detallan un esquema donde aeronaves cargadas de cocaína cruzan el espacio aéreo venezolano con la venia estatal, mientras la élite chavista cobra sobornos millonarios, usando la droga como «arma de guerra» contra Estados Unidos.

China, lejos de distanciarse, cerró filas con Maduro. Xi Jinping exigió a Washington «respetar la soberanía de Venezuela» y promovió el Plan de Gobernanza Global, que Maduro firmó de inmediato, alineándose políticamente con Pekín. Este respaldo legitima al régimen en el escenario internacional y lo blinda frente al cerco militar estadounidense en el Caribe, intensificando las tensiones regionales.


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Lo que se presenta como «cooperación estratégica» es un pacto de conveniencia que perpetúa la corrupción, profundiza la dependencia y compromete la soberanía venezolana. Los 31 acuerdos firmados en 2023, que abarcan economía digital, telecomunicaciones y seguridad entre el PCCh y el PSUV, reflejan un entendimiento entre partidos gobernantes que priorizan su supervivencia. Las Zonas Económicas Especiales permiten a empresas chinas operar con libertad, pagar en bolívares devaluados y obtener ganancias en divisas, mientras Venezuela queda atrapada en una espiral de deuda, extractivismo y aislamiento.

China no solo sostiene a Maduro sino que lo controla, asegurándose un aliado geopolítico estratégicos y acceso privilegiado a recursos críticos. Mientras el régimen evade sanciones y financia su maquinaria con redes criminales, Pekín consolida su dominio en el patio trasero de Estados Unidos, desafiando el equilibrio de poder en la región. Sin un monitoreo crítico, esta alianza podría redefinir la geopolítica de América Latina, dejando a Venezuela como un peón en el tablero global de China.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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