La ingesta de alimentos ultraprocesados conlleva serios riesgos para la salud. Suele estar asociada a enfermedades como la obesidad, enfermedades cardiovasculares e incluso problemas mentales. Con el tiempo, sus efectos adversos pueden provocar un rápido deterioro del cuerpo e incluso causar la muerte.
España ocupa el segundo lugar —20,3 %— entre los 19 países del Mediterráneo que más consumen alimentos ultraprocesados, ubicándose por debajo de Malta —27,6 %— según un estudio de la Universidad de Sao Paulo, publicado en la revista Plos One en 2018.
Kathrin Bradbury, investigadora de la Universidad de Auckland, explicó lo siguiente en una editorial de la revista médica The BMJ, en relación a un artículo de investigación titulado «Asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la mortalidad por todas las causas y por causas específicas: estudio de cohorte basado en la población».
«[El sistema alimentario mundial] está dominado por alimentos envasados que a menudo tienen un perfil nutricional deficiente», lo que en su mayor parte solo beneficia a las empresas que formulan productos alimenticios a partir de materias primas baratas para convertirlos en productos alimenticios comercializables, apetecibles y de larga duración con el fin de obtener beneficios», declara Bradbury en la editorial.
Según The BMJ, entre los alimentos ultraprocesados se encuentran «refrescos carbonatados, dulces, aperitivos extruidos, alcohol destilado (bebidas espirituosas) y pan integral envasado producido en masa», los cuales tienen un gran aporte de energía y suelen ser ricos en azúcares añadidos, grasas naturales y sal.
Los alimentos ultraprocesados dependen de aditivos como texturizantes, colorantes alimentarios y fórmulas aromatizantes. Estos aditivos pueden derivar de fuentes vegetales y animales naturales o pueden sintetizarse químicamente, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
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En la investigación se realizó el seguimiento a 74 563 enfermeras en 11 estados entre 1984 y 2018 y a 39 501 profesionales sanitarios masculinos en 50 estados entre 1986 y 2018. Para ello los investigadores elaboraron un «cuestionario semicuantitativo de frecuencia alimentaria cada cuatro años con mortalidad por todas las causas y mortalidad por causas específicas debidas a cáncer, enfermedades cardiovasculares y otras causas (incluidas las causas respiratorias y neurodegenerativas)».
Se registraron 30 188 muertes de mujeres y 18 005 muertes de hombres durante una mediana de 31 y 34 años de seguimiento.
Las carnes procesadas o productos procesados derivados de carne, aves y marisco) el azúcar y las bebidas edulcoradas artificialmente, los postres elaborados con lácteos y los alimentos ultraprocesados para el desayuno se asociaron a una mayor mortalidad por todas las causas.
La Guía Alimentaria para la Población Española ha recomendado limitar el consumo de ultra procesados a menos del 10 % de la ingesta calórica en la dieta, poniendo por delante alimentos frescos como frutas, verduras y legumbres.
La población española podría tener un incremento importante en los índices de obesidad. Según el World Obesity Atlas 2023 publicado por la World Obesity Federation, la prevalencia de obesidad en adultos españoles en el periodo de 2020-2023 podría subir del 24 % al 37 % para el año 2037 si no se produce un cambio en los hábitos y de medidas fiscales que regulen el consumo de bebidas azucaradas.
La mayor comercializadora de kiwis del mundo, Zespri, llevó a cabo en 2024 un estudio sobre hábitos alimentarios de los españoles en el que concluyó que el 56 % de los españoles consume comida ultraprocesada con regularidad junto a la bollería (61 %). Según el análisis, 3 de cada 5 personas consumen estos productos a diario, lo que se traduce en un consumo de 1,12 productos azucarados durante el día.
Además, 7 de cada 10 españoles ingieren snacks salados todas las semanas, siendo el producto ultra procesado con un mayor porcentaje de consumo. Las comidas listas para consumir y los productos cárnicos procesados ocupan el segundo lugar. 3 de cada 5 españoles los consumen semanalmente (64 % y 63 % respectivamente).
Según el sistema de clasificación de alimentos NOVA, el cual agrupa los alimentos e ingredientes en cuatro grupos de acuerdo con su naturaleza y el alcance y proceso industrial que ha recibido, los alimentos ultra procesados constituyen el 57 % de la ingesta diaria en los adultos y el 67 % entre los jóvenes.
«Los alimentos ultra procesados suelen aportar de forma desproporcionada azúcares añadidos, sodio, grasas saturadas y trans, y carbohidratos refinados a la dieta, junto con un bajo contenido en fibra», señala el estudio. «Además de tener una baja calidad nutricional, los alimentos ultra procesados pueden contener sustancias nocivas, como aditivos y contaminantes formados durante el procesamiento».
El informe indica que la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer colorrectal, la diabetes tipo 2, así como la depresión y el cáncer de mama posmenopáusico, se han relacionado con los alimentos ultra procesados gracias a «pruebas cada vez más evidentes».
De acuerdo con Bradbury, tanto la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) como el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) han afirmado que el alcohol y la carne procesada pueden causar cáncer.
Hay suficiente evidencia para promover el consumo de alimentos mínimamente procesados y desincentivar el consumo de ultra procesados. Estos últimos se relacionan con un mayor riesgo de mortalidad prematura, enfermedades cardio metabólicas como diabetes e infartos y trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, así como también el cáncer
En entrevista con ABC España, Maira Bes Rastrollo, Catedrática de Salud Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, explicó que «cada 10% más de ingesta eleva el riesgo en un 3-12 %».
Los alimentos ultra procesados alteran la flora intestinal, también propician la inflamación y la carcinogénesis en el colon. Los alimentos que tienen aditivos, emulsionantes o colorantes aumentan un 30 % de riesgo de cáncer de colon en hombres con dietas pobres.
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Además, según Dora Romaguera, Investigadora principal en ISGlobal (Barcelona), hay un 27 % más de probabilidades de mortalidad cardiovascular. «No es solo por calorías, sino por contaminantes como acrilamida».
Por otro lado hay entre un 22 a un 50 % más de posibilidades de padecer una alteración no solo corporal sino también mental. Según una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona que analizó la dieta de más de 500 estudiantes adolescentes entre 13 y 18 años, la ingesta de alimentos ultra procesados está relacionada con dificultades psicosociales.
Los jóvenes reportaron un consumo medio del 7,7 % de alimentos ultra procesados por día con una mayor ingesta en chicos (8,6 %) que en chicas (7 %). Los resultados mostraron un mayor malestar emocional, baja autoestima y problemas de conducta. Esta tendencia fue más marcada en los varones.
«La asociación hallada entre el consumo de ultra procesados y los problemas de estado de ánimo y ansiedad en adolescentes es congruente con estudios anteriores realizados en muestras similares», explicó Pietro Tonini, investigador del ICTA-UAB y primer autor del estudio junto a Marta Reales del IDIBGI.
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