El 31 de julio, el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) publicó un informe que ha sacudido los cimientos del discurso climático global: Una revisión crítica de los impactos de las emisiones de gases de efecto invernadero en el clima de los Estados Unidos.
Elaborado por el Grupo de Trabajo sobre el Clima 2025, liderado por científicos como John Christy, Judith Curry, Steven Koonin, Ross McKitrick y Roy Spencer, el documento cuestiona la narrativa de una «crisis climática» y respalda la decisión de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de revocar la norma de 2009 que declaraba las emisiones de CO2 una amenaza para la salud pública.
En caso de ratificarse tal revocación se trataría de «la mayor desregulación en la historia de Estados Unidos» de acuerdo al titular de la EPA, Lee Zeldin.
Este impulso de la Administración Trump no sólo promete redefinir las políticas climáticas en EE. UU., sino que plantea un desafío directo a la Agenda 2030 de la ONU y a las regulaciones verdes de la Unión Europea, especialmente en países como España, que han abrazado con fervor estas políticas.
Un informe que rompe paradigmas
El informe del DOE argumenta que las emisiones de CO2, lejos de ser una amenaza, tienen efectos mixtos.
Según el resumen ejecutivo, el aumento de CO2 atmosférico ha impulsado el «reverdecimiento» global, incrementando la productividad agrícola y beneficiando a los ecosistemas. Por ejemplo, destaca la reciente recuperación de la Gran Barrera de Coral, que contradice las predicciones catastrofistas sobre los impactos de la acidificación oceánica.

El documento también señala que los modelos climáticos globales exageran el calentamiento futuro, proyectando incrementos de temperatura de entre 1,8 °C y 5,7 °C por duplicación de CO2, mientras que enfoques basados en datos sugieren estimaciones más bajas y precisas.
Además, el informe desmiente la narrativa de un aumento en fenómenos meteorológicos extremos. Los datos históricos, según los autores, no muestran tendencias significativas en la frecuencia o intensidad de huracanes, tornados, inundaciones o sequías.
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En cuanto al nivel del mar, el aumento global de 20 cm desde 1900 se atribuye más a variaciones regionales, como el hundimiento del terreno, que a una aceleración clara causada por el cambio climático.
La influencia de factores naturales, como la actividad solar y erupciones volcánicas como la de Hunga Tonga en 2022, también se subraya como un área de incertidumbre que los modelos actuales no abordan adecuadamente.
«El CO2 es necesario para la vida humana, animal y vegetal, y mejora la salud pública», afirma la propuesta de la EPA en consonancia con el informe.
En una propuesta de 302 páginas para rescindir la declaración de la «era Obama», la EPA argumenta que la conclusión original de 2009 era «excesivamente pesimista» con respecto a los aumentos en las emisiones de gases de efecto invernadero y las temperaturas globales.
Esta postura de Estados Unidos promete generar un debate sin precedentes, especialmente en Europa, donde la narrativa de la crisis climática ha sido un pilar de las políticas públicas.
Un debate necesario
En España, la Asociación de Realistas Climáticos, liderada por el científico Javier Vinós Gómez de Balugera, celebró el informe.
«La importancia de este informe es tremenda, porque es la primera vez que el gobierno de una nación desarrollada publica un informe que, reconociendo el cambio climático que está teniendo lugar, cuestiona la existencia de una crisis climática, abriendo un muy necesario debate público al respecto», señalan los especialistas en un comunicado enviado a The Epoch Times España.
Este grupo, integrado por expertos como Javier del Valle Melendo, doctor en Geografía y especialista en climatología, y Saúl Blanco Lanza, profesor de Ecología, aboga por un enfoque más crítico hacia las políticas climáticas.
«No se está diciendo la verdad sobre el cambio climático», resaltó Del Valle en una entrevista con The Epoch Times España el mes pasado.
«El CO₂ no es un gas nocivo. Es un gas que no tiene perjuicios para el ser humano. De hecho, en los invernaderos se incorpora CO₂ de forma artificial porque ayuda al crecimiento de las plantas. Es necesario para la fotosíntesis: en la fotosíntesis, las plantas absorben CO₂ y emiten oxígeno. Si hay mucho CO₂ para absorber, el crecimiento es más rápido, porque la fotosíntesis es más intensa. Por lo tanto, es algo tan sencillo como eso», agregó el especialista en coincidencia con las conclusiones arrojadas en el informe del DOE.
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Gerardo del Caz, ingeniero, consultor y colaborador de la Fundación Disenso, compartió una visión similar en diálogo con este medio: «Ya se sabe que una correlación estadística no tiene por qué implicar una causalidad. Soy bastante escéptico con el hecho de que el pretendido calentamiento global sea antropogénico, porque hay muchísimos factores en la componente climática, como la influencia del sol o la variación del eje de la Tierra, que nos impiden ser 100 % exactos».
Del Caz también criticó las políticas climáticas globales, argumentando que «el coste que supone pretender que pueda haber una remisión del calentamiento climático por la acción humana excede totalmente cualquier tipo de efecto que se pueda conseguir, perjudicando a toda la economía a nivel mundial y reduciendo la tasa de escape de la pobreza».
Un desafío a la Agenda 2030
La decisión de la administración Trump tiene implicaciones que trascienden las fronteras de EE. UU.
La Agenda 2030 de la ONU, que establece objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, enfrenta un desafío directo.
Según un análisis de The Wall Street Journal, la revocación de la norma de 2009 podría liberar a las industrias estadounidenses de restricciones costosas, incentivando inversiones en sectores como el petróleo, el gas y la manufactura.
Esto podría alterar la matriz productiva global, dado que EE. UU. es el segundo mayor emisor de CO2, con 4700 millones de toneladas métricas en 2023.
Gerardo del Caz destacó el impacto geopolítico de esta medida y valoró el rol de la Administración Trump para defender su industria y su producción: «Estados Unidos privilegia su interés económico nacional sobre cualquier otra cuestión multilateral».
Según Del Caz, China, que representa cerca del 40 % de las emisiones globales de CO2, se beneficia de acuerdos multilaterales que imponen menos restricciones a su industria, lo que le otorga una ventaja competitiva.
«Ideológicamente, la lucha contra el cambio climático es un disfraz para un neomarxismo que pretende controlar la actividad humana a través de instituciones y el Estado», explica el especialista.
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España y el futuro de las políticas verdes
En Europa, donde la UE ha implementado regulaciones estrictas como el Pacto Verde Europeo, que apunta a la neutralidad climática para 2050, la medida estadounidense genera incertidumbre.
España, uno de los países más comprometidos con esta agenda, ha invertido 28 000 millones de euros entre 2021 y 2023 en subsidios para energías renovables y eficiencia energética, según el Ministerio para la Transición Ecológica.

Sin embargo, las políticas de descarbonización han enfrentado críticas. Sectores como la agricultura, que emplea a 740 000 personas —según el Instituto Nacional de Estadística (INE)— han expresado preocupación por las regulaciones verdes que incrementan los costes operativos.
La revocación de la norma de 2009 en EE. UU. podría inspirar a partidos y movimientos en Europa que cuestionan la viabilidad económica de la Agenda 2030, como Vox en España, que ha criticado los subsidios verdes como «un despilfarro que no resuelve problemas reales».
Un punto de inflexión
El informe del DOE, abierto a comentarios públicos hasta el 30 de agosto, no solo desafía las políticas climáticas globales, sino que invita a un replanteamiento de las prioridades económicas y ambientales.
Para España, donde la transición ecológica ha sido un pilar de la política nacional, la medida estadounidense plantea preguntas incómodas: ¿es sostenible el modelo actual de regulaciones y subsidios? ¿Podría el enfoque basado en datos del DOE inspirar un debate más equilibrado en Europa?
Mientras el mundo observa, la administración Trump ha encendido una chispa que podría transformar el panorama climático y económico global, desafiando a gobiernos, empresas y ciudadanos a repensar el camino hacia el futuro.
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