El líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, ha dado este 8 de octubre el paso definitivo: el PP, con su mayoría absoluta en el Senado, citará al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para que comparezca en la comisión de investigación sobre el caso Koldo durante la segunda quincena de octubre.
El anuncio, realizado en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados, llega en un momento de máxima presión para el Ejecutivo, salpicado por una trama de presunta corrupción que involucra a altos cargos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y que ha generado más de 20 detenciones desde su estallido en febrero de 2024.
Feijóo no escatimó en acusaciones: «Se acabó la huida; usted es el máximo responsable de todo y está tan pringado como ellos», refiriéndose a los implicados como el exministro José Luis Ábalos, su exasesor Koldo García y el exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, quien permanece en prisión preventiva desde junio.
Sánchez, por su parte, restó importancia al asunto con una réplica entre risas: «Ánimo, Alberto», un gesto que provocó aplausos en la bancada socialista. Fuentes de La Moncloa, citadas por el portal Infobae, minimizan el impacto de la citación, dada por descontada desde que el PP incluyera a Sánchez en la lista de comparecientes hace más de un año.
Sin embargo, el episodio no hace más que acelerar el cerco político alrededor del presidente, en un contexto donde el caso Koldo ha escalado a una investigación en el Tribunal Supremo con indicios de financiación ilegal del PSOE, amaños de contratos públicos por valor de más de 50 millones de euros en compras de mascarillas durante la pandemia y un presunto sistema de mordidas que involucra a empresas como Acciona y Soluciones de Gestión.
«Chistorras», «soles» y «lechugas»
Para entender el acoso creciente a Sánchez, hay que remontarse al núcleo del caso Koldo, una trama que surgió como un fraude en la compra de material sanitario durante la peor fase de la COVID-19 y ha mutado en una red de influencias que toca el corazón del PSOE.
Particularmente, los últimos informes de la UCO han sido demoledores.
El del 3 de octubre detalla un «sistema de contabilidad» gestionado por Koldo y Úriz, con 95 000 euros en movimientos de efectivo no justificados por Ábalos entre 2014 y 2024, incluyendo «sobres» con el logo del PSOE para reembolsos de gastos.
Otro informe, de noviembre del año pasado, cita confesiones de Aldama sobre sobornos: 15 000 euros a Cerdán, 25 000 euros a la vicepresidenta María Jesús Montero, 200 000 euros a Koldo y 400 000 euros a Ábalos.
El lenguaje en clave —«chistorras» para billetes de 500 euros, «soles» para 200 y «lechugas» para 100— salpica conversaciones grabadas entre los implicados.
Hasta la fecha, el caso ha generado cinco piezas separadas en el Supremo y la Audiencia Nacional, con imputaciones a ex altos cargos como la expresidente de ADIF, Ana Pardo de Vera, y el exdirector general de Carreteras, Javier Herrero, por presuntas mordidas en obras por más de 600 000 euros.
La comisión del Senado: Un circo parlamentario con ministros ilesos
La comisión de investigación del Senado, creada por el PP el 22 de abril del año pasado con la primera comparecencia de Koldo, ha servido más como arma política que como herramienta de esclarecimiento.
En año y medio, se han registrado 88 comparecencias, incluyendo a Santos Cerdán, José Luis Ábalos (6 de mayo de 2024), Salvador Illa (exministro de Sanidad) y María Jesús Montero (vicepresidente primera).
Otros convocados han sido: el ministro de Transportes Óscar Puente, el de Política Territorial Ángel Víctor Torres (en varias ocasiones) y la presidente de Navarra María Chivite.
El saldo para el PSOE ha sido favorable: los ministros han salido relativamente «ilesos».
«Desde el primer día esa comisión se creó para eso […] se ha convertido en el desfile del Partido Popular con su mayoría absoluta para seguir dándole carrete a una cuestión en la que ya todo el mundo ha tenido que contar lo que ha creído», indicó Montero en los pasillos del Congreso este miércoles.
Patxi López, portavoz socialista, defendió los pagos en efectivo como práctica «habitual y legal» en el Senado para dietas justificadas.
«Viendo cómo han sido las anteriores comparecencias de otros ministros ante la Comisión de Investigación, la verdad es que los senadores del PP no se preparan demasiado bien en esto. Y es muy fácil salir vivo de ahí», resume el catedrático Fernando Jiménez Sánchez de la Universidad de Murcia.
En diálogo con The Epoch Times España, el profesor de ciencia política añade: «Las comisiones de investigación en España no sirven para mucho, sino más bien para llamar la atención sobre un determinado tema, pero no investigan realmente a fondo nada, eso lo hacen los tribunales».
En este sentido, la citación de Sánchez —el segundo presidente en ejercicio tras José Luis Rodríguez Zapatero en la comisión del 11-M el 13 de diciembre de 2004— podría sumar desgaste, pero solo «un poco», si el PP no afina su estrategia.
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Desgaste sin derribo, pero con el eco de las urnas
La citación no solo tensiona el presente, sino que proyecta sombras sobre el futuro del Gobierno.
Políticamente, busca arrinconar a Sánchez en un año marcado por informes policiales demoledores: el de la UCO del 3 de octubre revela 295 cuentas bancarias del PSOE no incluidas en su contabilidad y pagos en metálico por más de 20 000 euros en gastos personales de Ábalos.
El PP inclusive amenaza con denuncias ante el Supremo si Sánchez miente, elevando la apuesta.
Sin embargo, el impacto podría ser limitado.
«Es difícil decirlo […] no creo que vaya a provocar mucho efecto. La cosa es que políticamente lo pillen en una situación de debilidad y que lo arrinconen, pero la clase parlamentaria española en general deja mucho que desear y los senadores del PP, hasta el momento, no han mostrado mucha maña en eso», comenta Jiménez Sánchez.
El catedrático sostiene que Sánchez ha demostrado que tiene «mucha habilidad para salir de ese tipo de atolladeros con todo tipo de prácticas», por eso predice que podría voltear la situación: «Yo si fuera él comparecería. Porque, seguramente, la volvería en contra del PP».
En efecto, fuentes del Gobierno, citadas por Infobae, calculan que en la citación, tal como en las previas, los populares «saldrán perdiendo».
El desgaste, no obstante, es real, y así lo demuestran las últimas encuestas. Sondeos de 40dB, Sigma Dos y NC Report sobre intención de voto de cara a unas elecciones generales, publicados todos el lunes, muestran una victoria clara del bloque de las derechas liderada por el PP pero con Vox registrando un fuerte ascenso y siendo ya la opción favorita de los votantes más jóvenes.
¿Elecciones anticipadas en el horizonte?
La comparecencia no alterará, según expertos, el cálculo electoral de Sánchez.
Jiménez Sánchez es tajante: «La comparecencia del Senado no va a afectar el cálculo sobre cuándo convocar las elecciones del presidente del Gobierno».
«El presidente del Gobierno está calculando eso con otras cosas, sobre todo está viendo cómo va la relación PSOE-PP-Vox», explica apuntando a una estrategia del oficialismo de esperar a que Vox se fortalezca y el PP debilite, para relanzar la campaña de 2023: «Ojo, ojo, que no estamos jugando, que va a gobernar Vox […] y el PP no va a parar a Vox porque cada vez está más débil».
Las generales están fijadas para 2027, cuatro años después del 23 de julio de 2023, pero rumores de adelanto circulan.
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Jiménez Sánchez prevé un llamado antes de juicios clave: «Seguramente antes de que se desarrollen las vistas orales de la mayor parte de estos juicios, convocará elecciones […] probablemente para la primavera del año que viene», contando con que los informes policiales no generen «una acusación general sobre el PSOE o sobre Pedro Sánchez antes de las vistas orales».
La tramoya del caso Koldo no cesa: Ábalos y Koldo declaran el 15 y el 16 de octubre en el Supremo, y el juicio al fiscal general Álvaro García Ortiz arranca el 3 de noviembre. Mientras, en el Senado, Sánchez se prepara para un cara a cara que, más que resolver enigmas, podría redefinir lealtades en un PSOE asediado, pero aún con margen para contraatacar en el terreno que domina: el de la supervivencia política.
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