Sin mortero ni cemento: cómo el antiguo oficio de la piedra seca ha sostenido a la humanidad durante milenios

La piedra seca es una técnica ancestral presente en numerosas culturas del mundo, con múltiples usos en los asentamientos humanos a lo largo de la historia. En la actualidad, este oficio tradicional se encuentra en riesgo de desaparecer, amenazado por los avances de la construcción moderna y, sobre todo, por la falta de relevo generacional

Por César Múnera
20 de diciembre de 2025 11:33 Actualizado: 20 de diciembre de 2025 11:33

Ante las construcciones rústicas levantadas con piedra surge una pregunta: ¿cómo es posible alcanzar un nivel de precisión arquitectónica tan alto sin mortero? La respuesta remite al ingenio humano para transformar un material irregular en estructuras estables y útiles en la vida cotidiana.

La construcción en piedra seca es un oficio antiquísimo y en muchas culturas de todo el mundo hay constancia de su uso, ya sea en las murallas ciclópeas de Micenas (Grecia), la ciudad en ruinas de Machu Picchu (Perú) o el jardín seco del templo Daisen-in, en Kioto: un jardín zen elaborado con piedras y grava que recrea un paisaje de montañas y ríos.

Puerta de los Leones en Micenas, Grecia. Wikimedia Commons

Los maestros constructores del pasado dejaron por el mundo ejemplos extraordinarios de cómo la piedra seca —elemento natural trabajado sin argamasa— puede manejarse con maestría y aplicarse a usos muy diversos: la construcción de viviendas, terrazas y cobertizos; la delimitación de terrenos agrícolas o de pasto; la gestión del agua mediante canales y acequias, y la erección de estructuras defensivas, caminos, escaleras, puentes y muros que desafían el paso del tiempo.

Lluc Mir, marger (artesano especializado en el trabajo en piedra seca) oriundo de Mallorca, ha dedicado su vida a perpetuar esta técnica ancestral. Con experiencia desde su formación en la Escola de Margers del Consell de Mallorca, preside el Gremi de Margers y defiende este oficio tradicional, que forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y que hoy afronta el riesgo de desaparecer por la falta de relevo generacional.


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«Mallorca, por ejemplo, es una isla de mucha piedra y sus habitantes desde tiempos remotos han usado esa piedra para moldear este paisaje y hacerlo más amable y más útil para la vida cotidiana, en especial para la agricultura y la ganadería», dijo el maestro de la piedra seca.

El territorio español alberga una rica diversidad de construcciones en piedra seca, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2018. Entre los ejemplos emblemáticos figuran las terrazas y muros de contención (conocidos como «hormas») en el Parque Natural de Sierra Mágina (Jaén); los corros y chozos de pastores, junto a muros delimitadores, en zonas rurales y de montaña de Asturias (como Somiedo o Teverga) y Extremadura, y las barracas valencianas —refugios agrícolas— junto a tinas para la fermentación del vino en regiones vitivinícolas como la Comunidad Valenciana y Cataluña.

«Por definición, la piedra seca es una estructura realizada con piedras que prescinde completamente de cualquier mortero, ya sea de cemento o de cal. Lo que diferencia, lo que caracteriza a la piedra seca es eso, la ausencia de un mortero que ligue las piedras entre sí. Ese es, digamos, el punto más característico de la piedra seca», dijo Lluc en entrevista con Epoch Times España.

Proyecto de piedra seca en el que participó Lluc Mir. Imagen: Red Española de Maestros de la Construcción Tradicional

«Lo más característico de la piedra seca es prescindir por completo de cualquier argamasa que ligue las piedras; eso obliga a quien la ejecuta a tener conocimientos sobre fuerzas y presiones entre las piedras con los que crear una estructura sólida», explicó el marger mallorquí.

Lluc Mir, maestro marger que ha heredado la técnica y el saber del trabajo en piedra seca, sostiene que, como en cualquier oficio tradicional, existen técnicas específicas, un amplio caudal de conocimiento e incluso ciertos secretos transmitidos de generación en generación. Ese legado ha construido una experiencia basada en la prueba y error a lo largo de los siglos, aunque apenas cuenta con registros escritos ni con una fundamentación teórica extensa en el mundo académico.

Además, Mir señala que hay normas básicas ligadas a la tradición y a una forma de trabajar que varía según las características del territorio: el tipo de piedra no es el mismo en todas partes y ello se traduce en soluciones constructivas distintas.

La experiencia acumulada ha hecho esencial el dominio de los distintos tipos de piedra y de sus propiedades. Desarrollar la técnica también exige conocer el peso y el comportamiento de cada pieza, además de ingenio para idear los mejores sistemas de colocación y movimiento.

«Aprendes a no destrozarte la espalda y a mover esas piedras de la manera más inteligente posible», afirma.

«En nuestro caso, tenemos un equipo en el que algunos llevamos más de 20 años trabajando juntos, así que ya sabemos cómo funciona: ni siquiera tenemos que pensarlo. Movimientos coordinados, palancas… Con una buena palanca puedes mover una piedra de 5.000 kilos. Luego, con paciencia y, sobre todo, sabiendo por dónde ir y cómo moverte, puedes lograr cosas que nunca imaginarías posibles», añadió.

El maestro de la piedra seca asegura que este tipo de construcciones «son el reflejo de cómo se vivía antes y de la acumulación de conocimiento y, sobre todo, de una relación con el entorno bastante más armónica de la que tenemos hoy en día».

«En cuanto a la piedra seca, el impacto… hay zonas en que el impacto es tremendo, porque imagínese; zonas abancaladas para sembrar —por ejemplo, cítricos en Valencia, o en otros sitios cualquier otra cosa—: si eso no se hubiera hecho, lo que tendríamos sería una montaña con un montón de piedras desmoronándose, con el agua erosionando el terreno cada vez que lloviera fuerte, etc.; es decir, un paisaje completamente diferente», añadió.

El valor de estas construcciones, que perduran durante cientos de años, es incalculable para el patrimonio cultural. Por ello, el maestro artesano considera necesario que haya personas que velen por su cuidado y conservación. «Si tenemos un patrimonio, lo que hay que cuidar, aparte de ese propio patrimonio, es el oficio que permite ese patrimonio», expresó.

Proyecto de piedra seca en el que participó Lluc Mir. Imagen: Red de Maestros de la Construcción Tradicional.

Lluc Mir relata que, hace unas semanas, el Gremi de Margers de Mallorca logró un hito: el Consejo de Ministros aprobó la creación de un certificado de profesionalidad en construcción de piedra seca (600 horas). Con ello, este oficio se incorporó al catálogo nacional de cualificaciones reconocidas por el Gobierno de España, tras casi nueve años de trabajo y reivindicaciones del sector.

Tras cerca de 30 años de oficio, Mir explica que una de las facetas más gratificantes de su profesión —además de la pasión que le impulsa a seguir aprendiendo— es la enseñanza: formar a otros, transmitir el conocimiento y contribuir a la preservación de este legado cultural.


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«Con el patrimonio extraordinario que tenemos en esta isla, que ya es un atractivo cultural, para mí es… bueno, dedicar un poco a luchar para que esto se mantenga, para que no se pierdan las bases, para que haya jóvenes aprendiendo al lado de los maestros ya más mayores y, bueno, desde que tengo 21 años me he dedicado a esto y me lo sigo pasando bien», dijo.

Piedra seca: entre la construcción y la expresión artística

Más allá de transformar el paisaje y sostener estructuras esenciales, la piedra seca también se asoma al terreno del arte: permite composiciones de valor simbólico y belleza visual, en diálogo con la naturaleza.

El land art (arte del paisaje) es un movimiento artístico surgido en la década de 1960 en Estados Unidos y vigente en el arte contemporáneo. Se caracteriza por composiciones e intervenciones realizadas en el propio entorno, con materiales naturales —como piedras, tierra, ramas, hojas o agua—, para dialogar con la naturaleza y cuestionar, a menudo, la relación entre el ser humano y el medio ambiente.

Laberinto mineral de Lithica en Menorca. Foto: Sébastien Héon

En Menorca destaca la instalación conocida como Lithica, una antigua cantera rehabilitada como espacio de land art, con laberintos, muros y esculturas en piedra seca integrados en el paisaje. De acuerdo con la web del sitio, esta instalación está inspirada en el mito griego del Laberinto del Minotauro.

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