SALUD Y BIENESTAR

Más allá del azúcar: cómo los cánceres cambian de combustible para sobrevivir y cómo detenerlos

Las investigaciones revelan cómo los cánceres cambian de azúcar a cetonas y aminoácidos, abriendo el camino a tratamientos dirigidos a todas las vías metabólicas
noviembre 22, 2025 8:26, Last Updated: noviembre 22, 2025 8:26
By Jennifer Sweenie

Este artículo es la octava entrega de la serie «Dominando tu salud metabólica».

La salud metabólica es el motor que impulsa su cuerpo. Abarca desde la función del intestino y del hígado hasta el tiempo que pasa frente a las pantallas y la exposición solar; en todos esos ámbitos se encuentran claves para una resiliencia duradera.

La misma característica que define un metabolismo sano puede hacer también que el cáncer sea más agresivo.

La flexibilidad metabólica —la capacidad de las células para alternar de forma eficiente entre combustibles como la glucosa y la grasa— suele ser un signo de buena salud. Sin embargo, en las células cancerosas esa misma adaptabilidad se convierte en una ventaja decisiva, que permite a los tumores evadir los tratamientos y resistir incluso las terapias más específicas.

Esta paradoja impulsa a los investigadores a replantearse décadas de estrategias para combatir el cáncer y a desarrollar nuevos enfoques que ataquen los tumores de forma simultánea en múltiples frentes metabólicos.

Las múltiples fuentes de energía del cáncer

Durante casi un siglo, nuestra comprensión del metabolismo del cáncer ha estado marcada por el trabajo del bioquímico alemán Otto Warburg, quien observó que las células tumorales consumían grandes cantidades de glucosa incluso en presencia de oxígeno. Este «efecto Warburg» llevó a los científicos a pensar que los tumores dependían casi exclusivamente del azúcar como combustible, lo que inspiró terapias metabólicas orientadas a privar al cáncer de glucosa.

Sin embargo, el modelo de Warburg ya no basta para explicar la realidad.

«Cuando un tratamiento bloquea una vía energética, como un fármaco que actúa sobre la glucosa, las células cancerosas simplemente recurren a la glutamina o a la grasa para sobrevivir», explicó a The Epoch Times Michael Enwere, especialista en cáncer e investigador en oncología integrativa, experto en intervenciones metabólicas. «Es como un superviviente que, al perder su fuente de alimento, empieza a cazar o a recolectar para evitar la inanición».

Las investigaciones más recientes demuestran que muchos cánceres son mucho más adaptables de lo que se creía. En lugar de depender de una única fuente, los tumores malignos aprovechan cualquier combustible disponible para sostener su crecimiento. Cuando la glucosa escasea, pueden intensificar el uso de glutamina (un aminoácido esencial) o recurrir a los ácidos grasos. Algunos incluso metabolizan cetonas, el combustible que genera el organismo durante el ayuno o con dietas cetogénicas.

Esta flexibilidad metabólica podría explicar por qué intervenciones como la restricción estricta de carbohidratos o las dietas cetogénicas a veces muestran eficacia inicial sin traducirse necesariamente en resultados duraderos.

Un estudio publicado en la revista Journal of Experimental & Clinical Cancer Research revela que el metabolismo de la glutamina favorece el crecimiento tumoral y permite al cáncer evadir el sistema inmunitario. Aunque algunos fármacos pueden bloquear esta vía, los tumores suelen encontrar rutas alternativas.

Supervivientes metabólicos

Los cánceres más agresivos, como el glioblastoma o el cáncer de mama triple negativo, son los supervivientes metabólicos por excelencia, señala el Dr. Enwere.

Las terapias convencionales, diseñadas para bloquear una sola vía metabólica, suelen fracasar frente a estos tumores porque, en la práctica, actúan como «topos» contra una red energética dinámica y cambiante, añade.

«Cuando trabajaba en el Instituto Nacional del Cáncer, estaba en un departamento llamado Resistencia a los fármacos», explica a The Epoch Times Mona Jhaveri, doctora en bioquímica y biología molecular. «Todo el campo se centraba en entender por qué las células se vuelven resistentes a la quimioterapia y a otros tratamientos».

La complejidad del comportamiento metabólico del cáncer es notable. «Puedes tomar células de un mismo tumor y encontrar varias versiones que funcionan de manera distinta. Esta es otra razón por la que el cáncer es tan difícil de tratar: no es uniforme», expone la Dra. Jhaveri.

Por ello, un único enfoque terapéutico resulta insuficiente. «Todos tenemos células cancerosas en el cuerpo. Es el sistema inmunitario el que las mantiene bajo control. Necesitamos un arsenal completo de herramientas, no repetir la misma quimioterapia y el mismo protocolo», añade.

El futuro del tratamiento del cáncer

Los científicos están desarrollando enfoques que actúan de forma simultánea sobre múltiples fuentes energéticas.

En lugar de limitarse a bloquear la glucosa, algunas terapias inhiben tanto su metabolismo como el de la glutamina, los dos principales combustibles de muchos tumores. Restringir la capacidad de las células cancerosas para alternar entre distintos nutrientes puede aumentar su vulnerabilidad al tratamiento.

El abordaje del cáncer debe ser multifactorial y considerar no solo las mutaciones genéticas, sino también las funciones metabólicas que sostienen los tumores. Una revisión sistemática publicada en Onco, dirigida por Michael Enwere, señala que las terapias dirigidas al metabolismo —incluidos compuestos naturales como la cúrcuma, la berberina y las vitaminas C y D3 en dosis altas— resultan prometedoras para interrumpir las vías energéticas del cáncer y superar la resistencia a los tratamientos convencionales. La combinación de estos enfoques con quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia ofrece una opción personalizada y de baja toxicidad para pacientes con tumores difíciles de tratar.

«Las cuatro opciones son prometedoras, pero la vitamina C intravenosa (IVC) en dosis altas y la berberina destacan actualmente», indica Enwere. «La vitamina C intravenosa (IVC) tiene hasta ahora la mayor aplicación clínica, y la berberina es la más prometedora para los tumores dependientes de la glutamina, una vez que se resuelvan los problemas de administración», añade, en alusión a su escasa absorción y a los efectos secundarios gastrointestinales.

En la próxima década, Enwere prevé un cambio desde una visión estrictamente genética del cáncer hacia un enfoque que integre múltiples capas de información, incluido el metabolismo. Considera que las intervenciones metabólicas se utilizarán cada vez más para aumentar la respuesta de los tumores a los tratamientos. Por ejemplo, una breve dieta cetogénica combinada con un fármaco bloqueador de la glutamina podría preparar los tumores para responder mejor a la quimioterapia o a la inmunoterapia. Añade que las terapias dirigidas al metabolismo están cerca de convertirse en parte del tratamiento estándar.

«Nos encontramos en un punto de inflexión traslacional. La evidencia preclínica es sólida y convincente, y actualmente observamos un número creciente de ensayos clínicos de fase 2 prometedores, como el que utiliza dosis altas de vitamina C intravenosa en el cáncer de recto», subraya.

El experimento metabólico de un paciente

Cuando al quiropráctico Pete Sulack le diagnosticaron un cáncer cerebral terminal a finales de 2024, los médicos le dieron solo unos meses de vida. En lugar de depender únicamente de los tratamientos convencionales, adoptó un protocolo metabólico basado en tres principios clave:

Limitación de la disponibilidad de glucosa para las células cancerosas

Refuerzo de la función mitocondrial

Mejora de la oxigenación y de los procesos de desintoxicación

Como parte de este protocolo, siguió una dieta cetogénica terapéutica, con la que logró estabilizar su glucemia y reducir sus niveles de insulina. «El objetivo no era solo privar de alimento al cáncer, sino fortalecer las células sanas», declaró a The Epoch Times. Se centró en comprender cómo el uso de energía por parte de sus células influía tanto en la salud como en la enfermedad.

Aunque su estrategia sigue siendo estrictamente personal y de carácter anecdótico, ilustra un principio más amplio: las intervenciones metabólicas pueden influir en la capacidad del cáncer para adaptarse y sobrevivir.

En marzo, los médicos declararon que el señor Sulack se encontraba en remisión completa.

Mejore su flexibilidad metabólica

Si bien usted no puede controlar el metabolismo del cáncer, sí puede aprender de él mejorando su propia flexibilidad metabólica: un estado que ayuda a que las células sanas sean más adaptables y resistentes ante las disfunciones que pueden favorecer la aparición de tumores.

La flexibilidad metabólica no consiste solo en quemar grasa o glucosa; depende de la capacidad de las mitocondrias para cambiar de combustible según las necesidades del organismo. A menudo descritas como las «centrales energéticas» de la célula, transforman distintos nutrientes en energía y permiten alternar entre grasa y glucosa. Pequeños hábitos diarios pueden, con el tiempo, reforzar esta adaptabilidad. Cuando las mitocondrias funcionan correctamente, el organismo afronta con mayor eficacia los desafíos metabólicos, incluidas diversas enfermedades.

El ejercicio regular es una de las formas más eficaces de mejorar esta capacidad de adaptación. Tanto el entrenamiento cardiovascular como el de fuerza estimulan la formación de nuevas mitocondrias más eficientes, lo que optimiza la manera en que las células utilizan y almacenan energía. Incluso prácticas sencillas —como caminar a paso rápido tras las comidas o incluir breves intervalos de actividad intensa— pueden aportar beneficios significativos.

La variedad en la alimentación también desempeña un papel esencial. Mantener siempre la misma proporción de macronutrientes puede volver rígido el metabolismo, mientras que alternar periodos más ricos en carbohidratos con otros centrados en grasas —a través del ayuno intermitente, días bajos en carbohidratos o ayunos ocasionales— favorece la flexibilidad celular. Para la mayoría de las personas, no son necesarias las dietas extremas: se trata de entrenar al organismo para responder tanto a la abundancia como a la escasez.

La calidad de los alimentos es igualmente determinante. «Una dieta deficiente puede generar entornos propicios para el desarrollo tumoral, al someter a las células a estrés y aumentar la probabilidad de que se transformen en malignas», señala la doctora Jhaveri. Los niveles persistentemente elevados de glucosa en sangre y la inflamación crónica derivada del consumo de alimentos ultraprocesados o de azúcar refinado pueden dañar las mitocondrias y favorecer la misma rigidez metabólica que impulsa el crecimiento del cáncer.

«Con tantos alimentos procesados, probablemente estemos creando lo que llamamos microambientes tumorales», añade. «La obesidad también está relacionada con el cáncer: promueve la inflamación y la liberación de citocinas que generan condiciones favorables para los tumores».

El papel de la conexión humana en la salud metabólica

La salud metabólica no se limita a la dieta y el ejercicio. La Dra. Jhaveri cita un estudio de 2016 publicado en Social Cognitive and Affective Neuroscience, que muestra que cuando a los perros se les daba a elegir entre comida y afecto, la actividad cerebral en sus centros de recompensa era a menudo equivalente —o incluso mayor— en respuesta a la atención positiva. Sugiere que la interacción social y el refuerzo positivo optimizan el entorno interno del cuerpo para promover la salud celular.

Esto puede parecer alejado del metabolismo, pero la conexión social influye en las hormonas, la inflamación e incluso la señalización mitocondrial.

Así como nuestras células necesitan flexibilidad para prosperar, nuestros cuerpos también dependen de la conexión humana para mantenerse resilientes; un recordatorio de que la salud se expresa tanto a nivel molecular como a nivel social. «Existen interacciones moleculares invisibles que ocurren cuando nos relacionamos. Cuando los seres humanos se conectan, esto les ayuda a sobrevivir», señala la Dra. Jhaveri.

Fortalecer la flexibilidad metabólica mediante el movimiento, la alimentación y la conexión social es como proteger las células del futuro, haciéndolas menos vulnerables al caos metabólico del que se nutren las células cancerosas.

«Soy la prueba viviente de que al modificar el entorno metabólico del cuerpo, eliminando el combustible que alimenta el cáncer y restaurando lo que favorece la salud, la curación se vuelve posible», afirma el Sr. Sulack.

No se puede controlar el metabolismo del cáncer, pero sí se puede optimizar el propio.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Francia con el título «Au-delà du sucre: comment les cancers changent de carburant pour survivre — et comment les stopper».

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