El gobierno del presidente Donald Trump ha activado el pivote presupuestario más agresivo jamás realizado por Estados Unidos para enfrentar lo que la Casa Blanca describe como «la amenaza existencial planteada por el Partido Comunista Chino (PCCh)».
Por primera vez, el 25 % del Programa de Inteligencia Nacional (NIP) —el corazón civil y la mayor fuente de fondos para agencias como la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)— fue asignado exclusivamente a operaciones contra China en el Año Fiscal 2025. La cifra asciende a $18 250 millones (€15 915,7 millones), y representa un aumento del 20 % respecto a 2021, consolidando el enfoque del presidente Trump en la confrontación directa con el PCCh.
Funcionarios y documentos clasificados consultados para esta nota describen este cambio como «el equivalente moderno de la Guerra Fría», pero dirigido no solo al ejército chino, sino al ecosistema completo de influencia del PCCh que abarca espionaje académico, ciber-preposicionamiento, operaciones de desinformación y penetración de infraestructura crítica.
Un presupuesto que supera al contraterrorismo
Aunque el NIP recibió una apropiación total de $73 300 millones (€63 581,6 mil millones) por parte del Congreso, la verdadera transformación reside en cómo se reorientó internamente.
En el documento de Justificación del Presupuesto ante el Congreso (CBJ) de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) se confirma que un cuarto del presupuesto se canaliza ahora a amenazas específicas de China, incluyendo: 1) Contrainteligencia del PCCh; 2) Ciberdefensa contra ataques del Ministerio de Seguridad del Estado de China (MSS por sus siglas en inglés); 3) Vigilancia económica y tecnológica; 4) Protección de laboratorios, puertos y cadenas de suministro y 5) Operaciones sobre redes de influencia dentro de universidades.
Esta asignación crítica supera los programas destinados a terrorismo internacional (ISIS-K), narcotráfico transnacional y Rusia, combinados. Los cambios en las partidas secretas, denominadas por algunos opositores al gobierno federal como «presupuesto oscuro anti-China», se resguarda en la necesidad de usar partidas para financiar operaciones secretas contra objetivos claves.
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El presidente Trump alertó que la infiltración del Partido Comunista Chino es ya una amenaza interna para Estados Unidos. «Nuestra comunidad de inteligencia afirma que ‘China está apuntando a gobiernos y funcionarios estatales y locales para explotar divisiones internas y avanzar la influencia política de Pekín’» Con esta advertencia. El mandatario subrayó que la ofensiva del PCCh busca penetrar el país desde sus instituciones más vulnerables.
Trump 2.0 amplía la «China Initiative»
La Evaluación Anual de Amenazas 2025 declara a China como «la amenaza más comprehensiva y sistémica que enfrenta Estados Unidos».
Como respuesta directa a esta evaluación, Trump reactivó la antigua China Initiative —abandonada durante la administración Biden— y extendió su lógica a la totalidad del aparato de inteligencia. Ya no se limita a arrestos de académicos o agentes del MSS, sino que se ha convertido en una estrategia nacional total.
Las áreas prioritarias incluyen: Sabotaje cibernético chino en redes críticas, penetración de puertos estratégicos como Long Beach, espionaje económico en empresas de IA, semiconductores y biotecnología, programas de reclutamiento científico como (Thousand Talents), vigilancia a redes de influencia política y operaciones encubiertas del PCCh en EE. UU., monitoreo de cooperación China–Rusia–Irán en ciberespacio y armas.
Esta expansión explica por qué el FBI abrió un caso de contrainteligencia sobre China cada 10 horas durante los primeros meses de 2025.
El campo de batalla ignorado
El costo menos cubierto —y quizás más peligroso— de esta reasignación surge en la llamada «empresa de investigación» estadounidense.
Un informe del Senado, publicado en septiembre de 2025, documenta cómo las operaciones del PCCh han penetrado: universidades, think tanks, laboratorios financiados por el Departamento de Energía y centros tecnológicos con contratos federales.
El presupuesto orientado hacia China ha coincidido con una reducción del 15 % en fondos no clasificados para investigación científica en 2025.
En California, donde se han producido 70 % de los arrestos por espionaje chino, esto ha significado un aumento del 40 % en revocaciones de visas a estudiantes con vínculos con el Ejército Popular de Liberación (EPL), desvío de fondos locales de ciberdefensa hacia casos de agentes no tradicionales, y menos recursos para proteger puertos críticos vulnerables al sabotaje del PCCh.
El «eje autoritario»: Europa permanece ajena
Más allá de las fronteras estadounidenses, la ODNI advierte que China coordina operaciones híbridas con Rusia e Irán, desde ciberataques basados en malware compartido hasta proyectos militares conjuntos. Sin embargo, el viraje casi absoluto hacia Pekín está dejando menos recursos para vigilar a Moscú y Teherán, creando brechas estratégicas que estos actores ya están explotando.
El incremento a $18 300 millones (€15 906,9 mil millones) para combatir al PCCh refleja la convicción de Trump de que China es el verdadero desafío del siglo XXI.
La estrategia podría impedir una invasión china a Taiwán, frenar un ataque cibernético masivo contra infraestructura crítica o detener el avance del espionaje académico.
Asimismo, permitiría bloquear operaciones del PCCh en diásporas chinas de EE. UU. y neutralizar la influencia del Frente Unido y de redes de propaganda.
No obstante, los críticos de la Administración sostienen que los costos de intercambio pueden generar la disminución de las capacidades frente al terrorismo, brechas de seguridad local, tensiones aliadas o caída en investigaciones científicas.
El dilema persiste: ¿está Estados Unidos levantando un escudo vital contra la amenaza china o forjando una espada de doble filo que podría debilitar su poder global? La respuesta está en documentos aún clasificados. Pero algo es evidente: la administración Trump ha convertido la confrontación con el PCCh en el eje central de la seguridad nacional estadounidense. Y esto apenas comienza.
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