Necesitamos comprender mejor a los demás y entender que la reconciliación es un instrumento indispensable para la convivencia. Para que nuestros actos se transformen en oportunidades que ayuden a quienes nos rodean y a su vez nos ayude a encontrar el equilibrio en nuestras vidas.
La paciencia es una virtud que comúnmente puede verse amenazada por factores como el estrés acumulado, los problemas familiares, cuando hay frustración porque no alcanzamos nuestras expectativas, como reacción a comportamientos ajenos que generan intolerancia o incluso verse motivado por una respuesta física que tenemos en un momento dado, como el hambre o el sueño.
Exacerbar el malestar interno que es generado por las situaciones que no sabemos manejar nos puede nublar el juicio e impedir allanar el camino a la razón y poner en práctica la reconciliación, no solo con otros, sino también con nosotros mismos.
El místico y poeta del renacimiento, Fray Luis de León, escribió en su tratado en prosa conocido como De los nombres de Cristo: «No hay paz más alta que aquella que nace del alma reconciliada con su hermano, pues en el perdón se halla la sombra de lo divino».
Un metaanálisis concluyó que hay factores involucrados en el proceso de perdonar a alguien, entre los cuales están: el tipo de personalidad, la relación con el agresor, aspectos específicos de la ofensa y aspectos sociocognitivos, además de la empatía o la capacidad de ponerse en el lugar del otro.
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Los efectos del perdón en el cerebro
Según un estudio conjunto entre la universidad de Pisa, Italia, y la Universidad de Illinois de Estados Unidos, existe una relación entre la corteza prefrontal dorsolateral y el perdón. Cuando hay un acto de perdón, esta área del cerebro trabaja en la regulación emocional y también pone en marcha procesos como la empatía o la regulación de la ira, el enfado y el rencor.
Cuando se pone en práctica el perdón, esta área del cerebro que también se encarga de tomar decisiones y reevaluar situaciones, se ve fortalecida, pues fomenta su actividad y activa sus conexiones, ayudando a procesar emociones de forma racional
Las áreas corticales cinguladas prefrontal y anterior también se activan. La corteza cingulada anterior, encargada de detectar conflictos en el cerebro, monitorea y percibe errores relacionados con conflictos emocionales y la empatía. Al perdonar se reduce la hiperactivación de esta área causada por el rencor, lo que genera la sensación de bienestar.
En cuanto a la amígdala, la parte del cerebro donde se procesan las emociones, —especialmente el miedo, la ira y el estrés— se ve beneficiada por el perdón al reducir la inflamación y evitar la producción de la hormona del estrés.
El rencor y la angustia emocional crónica, puede alterar la reactividad cardiovascular y afectar la calidad del sueño. Estimula la segregación de hormonas relacionadas con el estrés —como el cortisol—lo cual puede llevar posteriormente al desarrollo de enfermedades como la depresión.
El área del cerebro conocida como surco temporal superior, se encarga de procesar las intenciones y emociones de otros, clave en la estimulación de la empatía. Al perdonar, esta área incrementa la capacidad de ponerse en el lugar del otro, ayudando a promover las relaciones sanas y evitando el aislamiento, de acuerdo con la psicóloga Valeria Sabater
Cada acto de perdón hace que el cerebro trabaje en un proceso de análisis, reflexión y regulación emocional y de planificación que permite a la persona, no solo reducir los malestares ocasionados por el estrés o la angustia, sino que también le permite tener un mayor control de sus pensamientos al recuperar mecanismos de control cognitivo, señala la experta en un artículo de La Mente es Maravillosa.
Al mismo tiempo hay una optimización de funciones ejecutivas del cerebro como la toma de perspectiva, la atención, la capacidad para resolver problemas, la memoria o la atención selectiva.
El perdón también fortalece el crecimiento de la materia gris del cerebro. Según un estudio citado en un artículo de la plataforma Neuro Class, el volumen del surco temporal superior anterior izquierdo, área encargada de la mentalización, aumentó, y cuanto más materia gris hay en dicha zona, la persona puede perdonar con más facilidad.
Un estudio publicado en la revista American Psychological Association, demostró que pedir perdón es beneficioso, tanto para quien lo da como para quien lo recibe, ya que produce una menor actividad en el sistema simpático, provocando un efecto positivo a nivel cardiovascular.
Con el fin de evaluar los patrones cardiacos emocionales de un grupo de adultos sanos (40 hombres y 40 mujeres), planteando una situación imaginaria en la cual recordarán una experiencia en la que hubieran causado daño a otra persona y en la que les hubieran causado daño a ellos.
A la hora de evaluar las reflexiones en torno a la mala experiencia, el acto de perdonarse a sí mismo y perdonar a la víctima, mostró un aumento en la percepción del control, una disminución en la frecuencia cardiaca y un aumento en la actividad parasimpática.
Cómo poner en práctica el perdón
Worthington’s REACH Forgiveness Model, en español: Modelo de Perdón Reach de Everett Worthington, define cinco pasos para alcanzar y mantener el perdón:
Recordar la herida: la persona busca la manera de enfrentar la herida sin dejarse afectar por los pensamientos rumiantes, generando una respuesta favorable de perdón frente al daño ocasionado, sin pensar en la venganza y optando por ver a la persona que ocasionó el daño como un ser humano valioso.
Empatizar: La persona ofendida intenta ponerse en el lugar del ofensor. En esta fase, que implica un trabajo más largo, la persona trabaja las emociones asociadas al resentimiento, el odio o el miedo, cambiándolo por emociones más neutras o positivas como la empatía, la simpatía o la compasión.
Regalo altruista: Se reconoce el perdón como un trabajo de reconocimiento interno que es beneficioso para la persona ofendida. En este paso, la persona ofrece al ofensor el perdón que le ofrecieron otros en el pasado como una manera de ayudar al ofensor a entender el dolor y darle la oportunidad de que desarrolle un nuevo concepto.
Comprométete con el dolor experimentado: En esta fase la persona realiza un escrito en el que declara, de manera abierta consigo mismo y con los demás, el progreso que ha alcanzado mediante su experiencia con el trabajo del perdón, especialmente a nivel emocional.
Mantenerse en el perdón: En esta etapa la persona se pregunta si realmente ha perdonado y realiza un repaso de las notas tomadas en la fase anterior para reafirmar su compromiso a la hora de perdonar.
El perdón aplicado en diferentes entornos cotidianos
El perdón es un mediador de conflictos que ayuda a la formación del carácter. Clara Molinero Caparrós, psicóloga y directora del Instituto del Perdón de la Universidad Francisco de Vitoria, opina que: «El perdón es una capacidad que tienen todas las personas y se puede desarrollar mediante la práctica; requiere que nos enseñen».
Según compartió con el diario El Confidencial, «La forma de perdonar que nosotros proponemos no necesita ni que el otro reconozca su falta ni que yo tenga que decirle nada. Es algo que puedes hacer solo, sin que el otro colabore, para quitarte el lastre del dolor y del peso que conlleva el rencor».
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Luis María Huete, coach ejecutivo y profesor del IESE Business School de la Universidad de Navarra, considera que en el liderazgo para la transformación de empresas el perdón es un aspecto clave. En sus libros habla sobre la importancia de soltar los rencores para fomentar la innovación y la cohesión, especialmente dirigido al sector de las pymes españolas.
En un artículo Huete escribe sobre el perdón: «Cuando se han establecido nuevas relaciones verdaderas, tarde o temprano, se es capaz de echar la vista atrás y perdonar. Perdonar a quien tuviese la culpa (si realmente alguien tuvo la culpa), perdonar al otro y, sobre todo, perdonarse a uno mismo. Es reconocer que todos merecen ser mirados con cariño, sin ser juzgados solo por sus actos».
«Este perdón, lógicamente, ha de ser sentido, no solo intelectualizado. Pero, si se han ido dando los seis primeros pasos del proceso de duelo de manera correcta, los dos últimos, el perdón y el agradecimiento, son simple cuestión de tiempo», añade el coach ejecutivo.
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