El reciente estallido del Caso Koldo, que investiga una presunta trama de corrupción en la contratación de mascarillas durante la pandemia y que ha salpicado al entorno del exministro socialista José Luis Ábalos, volvió a poner sobre la mesa una pregunta incómoda pero urgente: ¿estamos ante un episodio aislado o frente a una manifestación más de un problema estructural en la política española?
A lo largo de las últimas décadas, tanto el PSOE como el PP han protagonizado escándalos que han impactado la credibilidad de las instituciones, desde Filesa y los ERE andaluces hasta Gürtel y Bárcenas.
Para analizar con rigor este fenómeno y sus raíces, The Epoch Times entrevistó a Fernando Jiménez Sánchez, doctor en Ciencia Política, profesor en la Universidad de Murcia y miembro activo del grupo de trabajo sobre Buen Gobierno e Integridad Pública de la Fundación Hay Derecho. Especializado en calidad institucional y reforma administrativa, Jiménez Sánchez ha sido también consultor en materia de gobernanza para organismos internacionales como la Comisión Europea y el Consejo de Europa.
En esta conversación, el especialista plantea un diagnóstico claro: el problema no es solo la existencia de políticos y burócratas corruptos, sino un sistema malhecho de incentivos que hace que la corrupción sea funcional para partidos y actores políticos. A su juicio, la politización de los controles, la falta de autonomía de los funcionarios y la captura de instituciones por parte de los partidos explican buena parte de la persistencia de estas prácticas.
Su propuesta pasa por reformas profundas en tres frentes: mejorar la representación política, fortalecer los contrapesos institucionales y profesionalizar la administración pública.
Además, llama a la ciudadanía y a la sociedad civil a asumir un rol más activo en la defensa del Estado de derecho, alertando que sin presión social sostenida, los partidos difícilmente promoverán cambios que limiten su propio poder.
A continuación, la entrevista completa a Fernando Jiménez Sánchez:
The Epoch Times: ¿Qué revela el Caso Koldo sobre la cultura institucional del PSOE y su relación con el uso de fondos públicos?
Sr. Jiménez Sánchez: Es un caso que, con algunas pocas características nuevas, como la manipulación de la evaluación de los criterios técnicos subjetivos en lugar de las ofertas más bajas que luego son compensadas con los oportunos modificados, refleja en realidad una constante: el abuso de la contratación pública para la corrupción. Está claro que estos casos seguirán si no cambiamos los incentivos de quienes forman parte de las mesas de contratación y de las empresas que aspiran a hacerse con los contratos.
Hay que dejarse ya de reformas burocráticas que tratan de objetivar lo que muchas veces es difícil de objetivar y de anticiparse a lo que es casi imposible anticipar. En lugar de eso, lo que hace falta es que, por un lado, el desempeño de los funcionarios y empleados públicos, sus oportunidades futuras de carrera, sus salarios, etc. no dependan de las autoridades políticas, sino de comités independientes formados por los superiores de ese tipo de empleados e, incluso, complementados por personal profesional ajeno con experiencia en la evaluación del desempeño.
Es decir, que las carreras [sus ascensos, sus complementos salariales, su designación para empleos de más responsabilidad] de funcionarios y empleados públicos no dependan de decisiones en manos de las autoridades políticas. Incluso al más profesional de estos empleados se le hace difícil resistirse a contentar los deseos de los políticos porque sabe que sus oportunidades futuras dependen de contentar a estos políticos.
Por otro lado, a las empresas a las que se pille pagando comisiones ilegales se les debería sancionar sin contratos públicos por un plazo considerable que les hiciera sopesar muy mucho la idea de entrar en estas transacciones y se les debería facilitar al máximo la denuncia de quienes les pidan estas comisiones —cosa que no ocurre ahora ni por asomo—.
The Epoch Times: ¿Ve en España una corrupción más estructural o más asociada a las dinámicas internas de los grandes partidos?
Sr. Jiménez Sánchez: No son independientes estas dos cosas. La corrupción de los partidos tiene un efecto demoledor en la corrupción de las administraciones. Si los profesionales de la administración observan a lo largo de su carrera que quienes se comportan con criterios estrictamente profesionales son castigados con malas perspectivas de mejora profesional, mientras que los compañeros que se pliegan a los deseos de los partidos son recompensados, es muy difícil que a la larga, la corrupción de los partidos no lleve a una corrupción estructural.
The Epoch Times: Tanto el PSOE como el PP han protagonizado casos de gran escala en los últimos 30 años. ¿Por qué cree que no se han implementado reformas institucionales realmente eficaces para evitar estas repeticiones?
Sr. Jiménez Sánchez: Porque no les ha interesado. Es decir, los partidos han encontrado muy cómodo el manejo de los enormes recursos públicos de la administración para mantener los equilibrios internos en los mismos: los empleos públicos —los «sueldecicos» o sueldazos en las empresas públicas— los contratos públicos, las subvenciones, les permiten tener al partido pacificado y un entorno amable [empresas favorecidas, medios de comunicación subvencionados…].
Es una mentalidad chabacana y miope que sólo se preocupa por el corto plazo e ignora los efectos tremendos que esto tiene a largo plazo: además de un peor funcionamiento de las administraciones públicas y de una baja eficiencia de las políticas públicas, esto deja unos niveles de desafección y desconfianza en las instituciones públicas que son el caldo de cultivo ideal para el auge de los populismos.
«Lo peor es lo que estamos viendo en estas horas en el PSOE: cómo un partido tradicional se ha convertido en un partido populista que todo lo fía a la agitación de la polarización para tapar sus desvergüenzas».
The Epoch Times: ¿Cree que la politización de las instituciones de control es uno de los factores que perpetúan la corrupción en el país?
Sr. Jiménez Sánchez: Absolutamente. Este es uno de los efectos más perversos de la estrategia populista. Los populistas no quieren contrapesos neutrales. Todo queda dividido en un nosotros y un ellos. El PSOE de Sánchez tiene un récord en esto también, aunque el PP haya jugado también a esto, pero he de reconocer que, hasta el momento, no con tanto descaro.
The Epoch Times: ¿Qué reformas cree urgentes para cortar de raíz estas prácticas, y cuál debería ser el rol de los ciudadanos y la sociedad civil?
Sr. Jiménez Sánchez: Las reformas que mejoran la calidad institucional exigen una presión muy activa de los ciudadanos y la sociedad civil organizada. Son decisivos para esto. Como no tenemos políticos que sean conscientes de la necesidad de atarse al mástil [como Ulises], debemos ser los ciudadanos y los medios quienes les obliguemos a atarse al mástil, es decir, a darse cuenta de la necesidad de que su poder esté efectivamente limitado.
¿Qué necesitamos? Reformas en tres ámbitos:
1) Mejorar la calidad de la representación democrática —sobre todo romper la cartelización de los partidos y obligarles a tener anclajes sólidos en la sociedad—. Los españoles son los ciudadanos europeos con la confianza más baja en sus partidos, actualmente sólo en torno a un 5 % de los españoles confía en sus partidos. Es demoledor.
2) Mejorar la capacidad y la independencia de los checks and balances [controles y equilibrios]. Las democracias necesitan frenar el poder. El poder judicial, la prensa, las universidades, etc. deben estar incentivados para ser muy críticos con el poder y deben tener recursos suficientes para poder cumplir con su labor. Los ciudadanos deberían tener un mayor compromiso para financiar los medios y las ONG: nada es gratis, si no las financiamos nosotros, otros los financiarán y mandarán sobre ellos.
3) Mejorar las capacidades del Estado para diseñar buenas e inteligentes políticas públicas y para ponerlas en marcha. Para ello necesitamos unas administraciones públicas sólidas, bien engrasadas y con personal competente y en permanente actualización de conocimientos que sea muy consciente de que no debe jugar a la lógica de los partidos. Ahora mismo, el personal de las administraciones públicas está incentivado a tenerlos muy en cuenta. Hay que cortar eso. Nuestra clase política es básicamente funcionarial. Si miramos a los partidos del centro y el norte de Europa, eso no ocurre. Hay que cortar esos incentivos partidistas que desvirtúan el trabajo profesional que debe exigirse a las administraciones públicas.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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