La Asociación de Realistas Climáticos (ARC) celebró el pasado 15 de noviembre su I Jornada de Cambio Climático y Sociedad en la Universidad Francisco Marroquín de Madrid. El evento, organizado por un colectivo de climatólogos, meteorólogos, geólogos, biólogos, químicos e ingenieros, buscó contrarrestar lo que califican de «alarmismo injustificado» con evidencia científica rigurosa.
El programa incluyó seis conferencias matutinas impartidas por expertos de la asociación, una sesión de pósteres científicos por la tarde y una mesa redonda de clausura.
Entre los títulos destacados, Javier Vinós presentó «El realismo climático: Una postura racional frente a una crisis inexistente», mientras que José Ramón Arévalo abordó «La paradoja del fuego en Canarias».
Javier González Corripio disertó sobre «Los glaciares como indicadores del cambio climático» y Saúl Blanco analizó «Diatomeas y cambio climático: una aproximación crítica desde el realismo climático».
El dossier oficial distribuido por la ARC a los medios recuerda que nos encontramos en un periodo extraordinariamente frío de la historia del planeta y que llevamos 50 millones de años de enfriamiento general.
El texto señala que el calentamiento actual comenzó a principios del siglo XIX, según la organización se trata de un tiempo demasiado pronto para atribuirlo principalmente a las emisiones humanas, y se produce tras 6000 años de enfriamiento holocénico durante los cuales el CO₂ aumentó mientras los glaciares crecían.
Los modelos climáticos, según la asociación, no reproducen correctamente ese enfriamiento ni el pasado reciente.
La ARC subraya que nadie sabe cuánto afecta realmente el aumento de CO₂ al clima y que nuestras emisiones de este gas «son con seguridad lo más positivo que ha hecho la humanidad por el medio ambiente en toda su historia», al provocar una expansión sin precedentes de la cubierta vegetal observada por satélites de la NASA. Este reverdecimiento global, detectado desde 1982, ha incrementado la productividad vegetal en un 14 % en las últimas décadas, beneficiando también a la fauna dependiente de ella.
Asimismo, según los datos expuestos, los fenómenos extremos no están empeorando.
La energía ciclónica acumulada (ACE) —que mide la violencia total de huracanes y tormentas— lleva disminuyendo desde principios de los años 90, tanto en el hemisferio norte como a nivel global.
El área quemada global ha descendido un millón de km² en 25 años y lleva un siglo reduciéndose, con los humanos como principales iniciadores y apagadores de incendios.
Las riadas en España han disminuido significativamente desde los años 60, y la precipitación media española aumentó de 618 l/m² en la década de 1980 a 670 l/m² en 2010-2019 (un 8 % más).
El hielo marino ártico lleva 18 años estabilizado por encima de los 4,5 millones de km², contradiciendo predicciones de desaparición total como la popularizada por Al Gore en 2008.
Además, la mayoría de las islas-atolón del Pacífico están creciendo gracias al vigor de los corales, no hundiéndose, como se ha repetido en reportajes alarmistas.
En su Sexto Informe de Evaluación, el propio Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) reconoce que no existen datos suficientes para afirmar tendencias significativas en fenómenos extremos relacionados con humedad y aridez. Este punto fue destacado en las ponencias, recordando que las predicciones catastrofistas de los últimos 40 años —desde la creación del IPCC en 1988— han fallado sistemáticamente, posponiéndose fechas de «apocalipsis» sin que nadie asuma responsabilidad.
Entre la versión 2 (2003) y la versión 5 (2020) de la base de datos HadCRUT de la Oficina Meteorológica del Reino Unido se añadieron 0,26 °C al calentamiento registrado desde el siglo XIX, casi el 20 % del total, mediante ajustes realizados por los responsables de los datos. La asociación ironiza que «ello le da un nuevo sentido al término calentamiento antropogénico».
El experto danés Karl Iver Dahl-Madsen, especialista en acuicultura y seguridad alimentaria, afirmó en su conferencia que el impacto del cambio climático en la producción mundial de alimentos es insignificante y que el hambre en el mundo «es el resultado del mal gobierno en los lugares donde se da».
La jornada incluyó una mesa redonda titulada «Clima, energía y medios de comunicación», moderada por José Ramón Arévalo (Dr. en Biología) y con la participación del físico nuclear Manuel Fernández Ordóñez (especialista en energía nuclear y analista energético), el periodista Carmelo Jordá (redactor jefe de Libertad Digital), el economista del Estado José Ramón Ferrandis (profesor de análisis de riesgos, tendencias y mercados internacionales), el climatólogo Javier del Valle (Dr. en Geografía, especialista en hidrología y glaciarismo, profesor en el Centro Universitario de la Defensa y la UNED) y José María González Moya (ingeniero industrial, director general de APPA, Asociación de Empresas de Energías Renovables).
En esta discusión, se abordó cómo los medios amplifican el alarmismo sin contrastar datos.
Javier del Valle, participante clave, ya había alertado en una entrevista exclusiva para The Epoch Times España de que «no se está diciendo la verdad sobre el cambio climático». En esa conversación, el experto cuestionó el supuesto consenso: «No hay acuerdo en absoluto en que el ser humano sea el responsable de esa subida de temperaturas».
El especialista criticó la atribución principal al CO₂: «No estamos de acuerdo con la relación entre la subida de las temperaturas —que es leve, estamos hablando de un grado de media en un siglo, que es muy poco— y la asignación del ser humano como principal responsable».
Del Valle también desmontó predicciones fallidas: «Todos los modelos que predecían que el Polo Norte se iba a quedar sin hielo, que las Maldivas quedarían sumergidas, etcétera, han fallado. Absolutamente todos».
Sobre el CO₂, defendió su rol benigno: «El CO₂ no es un gas nocivo. Es un gas que no tiene perjuicios para el ser humano» y «el principal emisor de metano en el mundo no son las vacas. El principal emisor de metano en el mundo son las zonas húmedas, los lagos».
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Durante la jornada en la Universidad Francisco Marroquín se expusieron 22 pósteres realizados por miembros de la ARC y científicos independientes sobre temas como la paradoja del fuego en Canarias, la sensibilidad climática al CO₂ o reconstrucciones históricas de sequías e inundaciones en España que no muestran tendencias al alza.
El dossier de ARC cierra con seis puntos contundentes: no hay pruebas claras de que el aumento de CO₂ sea la principal causa del calentamiento; no hay pruebas claras de que ese calentamiento sea negativo; no hay pruebas claras de que el aumento de CO₂ sea negativo; sí hay pruebas claras de que el aumento de CO₂ es positivo; el 80 % de nuestra energía proviene de fuentes emisoras de CO₂ y, tras 30 años de intentar reducir emisiones, cada año se emite más CO₂ que el anterior. Por todo ello, la asociación defiende que adaptarse al cambio constituye la solución más acertada.
En apenas un año de vida y una jornada que agotó las plazas disponibles, la Asociación de Realistas Climáticos demostró el 15 de noviembre que en España existe una comunidad científica dispuesta a defender el método científico y los datos observacionales frente al alarmismo.
El mensaje quedó claro: la única crisis climática demostrada es la que se vive en los titulares, no en los termómetros ni en los satélites.
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