Tras meses de citas suspendidas y silencio administrativo, los ganaderos insisten en que el protocolo contra la tuberculosis bovina «ahoga a las granjas con aislamientos», a la vez que «ignora el papel de la fauna salvaje» que deambula sin control presuntamente propagando la enfermedad, una combinación que, según explica a The Epoch Times España el responsable del sector de Unión de Uniones, Alberto Berrocal, los deja en total «desamparo» y empuja a muchos a replantearse el futuro.
Berrocal, ganadero y presidente de la Unión de Ganaderos, Agricultores y Silvicultores de la Comunidad de Madrid (UGAMA), ha cifrado recientemente en más de un millón las reses sacrificadas, y afirma que «alrededor del 90 % no tenía infección», pese a ello, el antecedente que tienen es de solo 10 minutos de contacto con las autoridades al año. En una nueva entrevista, ahonda en un problema que —denuncia— sigue sin respuesta, en un momento en que la ganadería extensiva desempeña un papel clave para la salud del medio ambiente, la prevención de incendios, la alimentación y la economía del país.
«Como lo vivimos los ganaderos ahora mismo es con una frustración enorme», dijo al indicar que «el programa de erradicación de tuberculosis lleva más de 40 años funcionando y no ha erradicado ni lo va a erradicar nunca (de esta manera) y eso se admite por todas las partes».
«Seguimos llamándole programa de erradicación y el Ministerio no quiere hablar de este tema».
Aunque han intentado presentar sus propuestas, dice que «sencillamente no quieren ni sentarse a pesar de que se diga lo contrario. Tenemos reuniones con ellos que nos han cancelado».
«Cuando de quien emana un programa se niega a hablar después de 40 años de qué es lo que falla, (…) qué ejemplos hay, que son clarísimos de que esto no funciona, pues resulta que la frustración es enorme porque está costando mucho dinero a la ganadería madrileña, o sea, a la ganadería nacional española, y aparte, está costando muchos abandonos».
Berrocal pide concretamente al Gobierno un mesa de trabajo que dure más de 10 minutos, una mesa de trabajo real para corregir lo que no funciona, negociación efectiva y transparente.
La tuberculosis es la infección por cualquiera de las especies de micobacterias del Complejo Mycobacterium tuberculosis (CMT) presente en animales bovinos y en el bisonte, en cérvidos, cabras o camélidos, dice el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
Aislamiento forzoso: «No tiene sentido porque la fauna silvestre entra en las fincas y en el entorno rural»
Uno de los grandes problemas que plantea el Sr. Berrocal es el aislamiento y restricción de movimientos de los rebaños a los que se ven obligados los ganaderos cuando al animal se le hace una prueba intradérmica y sale positiva. Es una prueba de tuberculosis que plantea serias dudas por su eficacia ante los falsos positivos que se han detectado en el pasado y porque la fauna silvestre que se ha demostrado positiva a la enfermedad sigue libre.
Tras determinarse que un animal sale positivo, las autoridades pueden ordenar el sacrificio del animal y el aislamiento de toda la explotación.
«Lo que más está costando a los ganaderos y lo que peor llevamos porque lo vemos totalmente fuera de lugar es el aislamiento que se nos produce cuando un animal sale supuestamente positivo. El aislamiento nos cuesta mucho más que si sacrificamos esa res y podamos continuar con nuestra actividad como lo venimos haciendo todos los días».
«La prueba de la tuberculosis es muy antigua, no ha evolucionado y es poco específica».
«Por eso, muchas veces no tenemos la certeza: más del 95 % de las vacas que se sacrifican podrían no estar realmente positivas. Nosotros hemos planteado alternativas; por ejemplo, la prueba comparada, que se aplica en dos puntos del cuello y ayudaría a confirmar. Pero una vez que un animal da positivo, no permiten hacer más pruebas: cualquier confirmación ya no le salva la vida. Hay que sacrificarlo de urgencia. Eso, a nuestro juicio, no tiene sentido».
«El animal es supuestamente positivo cuando en una inyección intradérmica en que se le administra un producto, tiene una reacción, que es un pequeño bultito que le sale. Esto se hace en la zona del cuello porque es la zona más sensible y ese pequeño bultito es el supuestamente positivo».
Tras la prueba, «a lo mejor un 1 %, un 2 % o como mucho un 3 % de los animales que se sacrifican dan ese positivo postmortem».
Cuando las autoridades determinan que los animales deben quedar inmovilizados, estos no pueden pastar en el monte.
«Mis animales pastan en pastos comunales, en montes y en el Parque Nacional. Después de los incendios estamos viendo que ese pastoreo es más importante que nunca. Pero con el aislamiento tendría que recluir mi ganado en un espacio cerrado hasta tener dos pruebas consecutivas sin ningún positivo. Eso puede llevar meses, incluso casi un año».
«Mientras tanto no puedo subir a esos pastos por los que pago, que son la base de la alimentación; tengo que alimentar suplementariamente con pienso y forraje, lo cual me descuadra totalmente la rentabilidad de mi explotación y en algunos casos, cuando llueve mucho, como los animales están recluidos en pequeños espacios porque no tengo otros, es un problema de bienestar animal», explicó Berrocal.
«Esto no lo entendemos porque la fauna silvestre entra en las fincas y está en el entorno rural».
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«Hablamos, como mínimo, de más de 30 especies especialmente transmisoras de la enfermedad. Así que de poco sirve que yo aísle a mi ganado —y el de mis compañeros— y renuncie a los pastos comunales, cuando a la fauna apenas se le hacen pruebas y está prácticamente comprobado que hay muchísima tuberculosis. Ahora mismo es el principal contaminante en las granjas».
«No tiene sentido».
«Estamos hablando de que el jabalí puede tener más de un 30% de prevalencia de esta enfermedad», añade y señala que con un 10 % o un 15 % de prevalencia positiva en cualquier ganadería supondría el ‘vacío sanitario’, es decir la eliminación de todo el rebaño o producción.
La Unión de Uniones informó el 13 de agosto que «mientras se chequea la tuberculosis en prácticamente el 100 % del bovino, solo se llega al 2 % en el jabalí, uno de los reservorios de la enfermedad. A nivel estatal, indicó que el 9 % de los tejones analizados es positivo a la tuberculosis, en jabalí asciende al 27 %, y en ciervo y gamo, al 34 %.
14 años positivo
El sinsentido que expresó Berrocal es que «aunque hiciéramos vacío sanitario, el peligro seguiría estando en el mismo sitio» al igual que tras un aislamiento prolongado ya que la fauna enferma sigue sin control en sus fincas independientemente de la prevalencia de enfermedad en los rebaños.
«Yo tengo un compañero que que tiene animales positivos 14 años ininterrumpidamente».
Él ha ido a la administración y ha dicho, «Oiga, yo quiero saber por qué. Quiero que me hagan un estudio de mi explotación. Yo les abro las puertas de toda mi explotación. Pero yo no puedo continuar así con estas pérdidas».
El aislamiento significa coste alimentario extra y animales a mitad de precio
Cuando en una explotación algún animal sale positivo y se ordena la inmovilización del rebaño el dueño de la explotación debe comprar alimentos adicionales. Este costo se ve agravado ya que la venta de estos animales será a mitad de precio, explicó Berrocal.
«Es decir, aparte de la carga adicional suplementaria por los alimentos, ese ganado que podía estar pastando libremente y con unos costes infinitamente inferiores, pues resulta que luego vende su producto por la mitad. Consecuentemente, mucha gente dice, ‘No me salen las cuentas, pierdo dinero y yo tengo que cerrar y me voy a trabajar a una fábrica o me voy a trabajar a cualquier sitio porque esto no tiene rentabilidad’».
«Y así, cada vez hay menos ganadería, cada vez hay menos ganado y cada vez hay pues menos habitantes en el campo y cada vez hay pues un mayor concentración en grandes núcleos de poblaciones porque el campo no ofrece garantías de ningún tipo de estabilidad y debido en este caso a normas que consideramos que como mínimo hay que revisarlas. También cambiarlas».
«Pues nosotros lo que pedimos es clarísimamente que consideramos absurda la inmovilización de una granja» por las razones ya expuestas, reitera Berrocal.
«Un error que lleva más de 40 años»
«El Ministerio no quiere ni siquiera hablar de este tema porque sería asumir un error que lleva más de 40 años y no sé si es la soberbia o qué, pero esto nos está costando muchísimo que lo lleguen a entender», afirma el Sr. Berrocal.
«Estamos de acuerdo en que ese animal, sea positivo o no, le sacrificaremos, pero que no nos puede llegar a la inmovilización, a la venta de nuestros productos por la mitad de nuestros precios y a una carga adicional de alimentación suplementaria que muchas veces supone la ruina de las granjas».
«Pongamos un poquito de sentido común a este problema».
¿Hay vacunas?
El ganadero sostiene que, tras más de 40 años, la vacunación sería la vía eficaz para controlar la tuberculosis bovina, pero no se aplica porque la Unión Europea prohíbe vacunar. El Sr. Berrocal pide abrir alguna puerta para que se desarrolle y mejore una vacuna.
«Como está totalmente prohibido vacunar por la Unión Europea, no hay ningún laboratorio que invierta».
«Nosotros en el ganado doméstico teníamos la brucelosis y la brucelosis la hemos atajado con una vacuna y tenemos otras enfermedades que también estamos atajándolas con una vacuna. La única enfermedad que se prohíbe la vacuna es la tuberculosis bobina. No lo entendemos».
La vacunación contra la tuberculosis bovina está prohibida en la legislación de la UE sobre control de enfermedades (Directiva 78/52/CEE del Consejo) y también en la legislación sobre comercio intracomunitario, ya que «la vacunación no es compatible con las disposiciones sobre pruebas y cualificación de rebaños (Directiva 64/432/CEE del Consejo)», dijo Bernard van Goethem, director de Asuntos Veterinarios e Internacionales de la Comisión Europea.
Actualmente, la única vacuna contra la tuberculosis es la vacuna del bacilo de Calmette-Guérin (BCG), que genera los anticuerpos con bacilos vivos atenuados, que al igual que la BCG para otras especies, no garantiza una protección completa, pero proporciona un espectro de protección importante, en donde algunos bovinos estarán totalmente protegidos, otros se beneficiarán de una reducción de la enfermedad, pero algunos no obtendrán protección mediante la vacunación.
Un estudio publicado en 2011 en ScienceDirect, dice que la vacunación del ganado con Mycobacterium bovis Bacille Calmette-Guérin (BCG) puede proporcionar una protección significativa contra la tuberculosis bovina. Sin embargo, «la vacunación con BCG sensibiliza a los animales para que respondan a la prueba cutánea de la tuberculina. Esto proporciona un impedimento operativo potencial para el uso de BCG como vacuna para el ganado, ya que la prueba cutánea de la tuberculina es la principal herramienta de vigilancia utilizada por muchos países con estrategias de control de ‘prueba y sacrificio’».
Entre los 6 y 9 meses esto representó una reducción del 80% al 8% de terneros que proporcionaron una respuesta positiva en la prueba de tuberculina cervical comparativa intradérmica única en la interpretación estándar. También advierte que aunque esta reacción disminuye se mantiene la inmunidad proporcionada por la vacuna,
Otro estudio publicado en marzo de 2024, en Science, indica que esta vacuna reduce la transmisión de la enfermedad en un 89 % en las siguientes décadas, mejorando las perspectivas de eliminación, pero advierte que no elimina la enfermedad.
Algunas investigaciones están avanzando hacia nuevos test que permitan diferenciar y determinar si la reacción de un animal se debe a la vacuna del bacilo o a la enfermedad misma.
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El lobo
Otro problema que sufre la ganadería son los ataques diarios por lobos. La Unión de Uniones criticó recientemente que el Defensor del Pueblo defienda únicamente al lobo y no al ganadero.
Las manadas que tenemos en España «son todavía insuficientes para que el Ministerio ponga fin a esta situación», dijo Berrocal pese a que las autoridades determinaron más de 300 en todo el país y los ataques están aumentando.
«Nos preguntamos cuándo vamos a poder poner un mínimo de gestión sostenible al lobo», añadió, destacando que parece que el enfoque es «lobo, cuanto más, mejor», y eso «está generando muchísimos problemas en muchísimas zonas y en muchísimas granjas».
«Tenemos granjas donde el lobo acude casi a diario a comerse algún animal vivo», con animales a los que «parece que no se les reconoce ningún derecho» y con una «frustración enorme de incapacidad» por parte de los ganaderos.
«La ganadería tiene un reconocimiento —y cada vez más— de su labor medioambiental en el campo», especialmente después de los incendios que estamos sufriendo en España, señaló. Aun así, «no está lo suficientemente reconocida ni promocionada».
No es «solo una forma de vida ni una mera empresa», sino «una aportación importantísima».
Berrocal sostiene que el ganado vacuno de España tiene un puesto importante en la producción europea por lo que detrás hay «un montón de puestos de trabajo» y además de lo económico, está lo ambiental: «tenemos que apostar por la ganadería extensiva porque no tenemos otro remedio».
The Epoch Times consultó al Ministerio de Agricultura lo expuesto previamente por la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos y hasta la fecha no ha recibido sus comentarios.
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